Capítulo 7

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El día de Tsukishima y Kageyama se van, a principios de diciembre

Mientras el entrenador pasaba lista se percató de que cierta persona no debería estar ahí.

Todos la miraban. Al final, Tsukishima perdió la calma.

- ¡¿Qué haces aquí, idiota?!

- Si no me invitaban tenía que colarme, ¿no? Quedarme fuera no es una opción – dijo Hinata.

- Vamos a la sala de profesores a llamar a tus entrenadores, Hinata – dijo el entrenador que pasó lista.

Los dos fueron a la sala de profesores y llamaron al entrenador Ukai. Mientras la estaba regañando el profesor Takeda se puso al teléfono y habló con su voz que da mucho miedo. Hinata, intentando buscar una excusa para haberse colado que no sea "no quiero morir al llegar a casa", vio como el entrenador Washijo, entrenador del Shiratorizawa, cogió el teléfono.

- No nos molestaría tener un recogepelotas de más.

"¡Me salvé!" pensó Hinata, aliviada.

Cuando la llamada acabó, el entrenador Washijo miró a Hinata.

- Voy a ser sincero. Sin el colocador, Kageyama, no veo ningún valor en ti. Si no quieres ser recogepelotas puedes irte cuando quieras.

En ese momento, en Karasuno

- ¡¿Qué Hinata qué?! – gritó Daichi, enfadado.

Nishinoya y Tanaka estaban riendo, pero cuando vieron la cara de Daichi se callaron de inmediato.

Los sentidos de madre de Suga hablaron por si mismo:

- ¿Y si se hace daño? – se acercó a Daichi y le susurró – Hace dos días su padre la pegó... ya la viste ayer. Casi no se podía quedar de pie.

- Hay un día en el que tiene que quedarse a dormir allí. Si va sin invitación no podrá quedarse... iremos y la llevaremos a casa, ¿de acuerdo? – susurró Daichi, intentando que Suga no se preocupara.

- Vale. Gracias, Daichi- besó en la mejilla a su capitán y todos empezaron a entrenar.

Hinata POV

Haré un resumen: fue horrible. ¡No podía entrenar! Solo podía mirar a los demás. En verdad he aprendido mucho sobre las recepciones, pero estaba agotada de tanto correr por todos lados, recogiendo bolas y rellenando aguas.

Los chicos han entrenado muy duro y han tenido partidos de práctica contra el Shiratorizawa, así que estamos ahí hasta tarde. He notado que el entrenador Washijo me mira de forma diferente. Me incomoda, pero su mirada parece decir algo como "que interesante" o "¿por qué sigue aquí?".

Comía de camino a casa e iba en bici. Los entrenamientos son en el campo del Shiratorizawa, así que queda lejos de mi casa. Llegaba, cenaba y me iba a la cama. Esa semana dormí muy poco.

El penúltimo día fue como los demás, pero me fijé más en las recepciones y en cómo hacerlas. En los descansos les preguntaba cosas a los jugadores sobre los partidos, y pronto llegó la hora de irse a casa.

- Parece que hoy nos quedaremos. Vamos a preparar los futones – dijo un chico. Un grupo fue a preparar los futones, e iba a ir a ayudar.

Entonces vino el entrenador Washijo.

- Dejaré algo claro; no tenemos nada para los que no han sido invitados. – dijo. Me quedé blanca.

- ¡S-Sí! – conseguí decir.

Parecía que me miraban con pena. ¿Qué voy a hacer ahora? No podía volver a casa esta noche, tenía hambre y solo tenía el chándal del equipo y una barrita de cereales.

Si no puedo ir a casa... me tendré que quedar aquí. Dormir fuera del gimnasio es mucho mejor que ir a casa y enfrentarme a mi padre.

- ¿Quién quiere ayudarme a entrenar? – preguntó Koganegawa. Inmediatamente Tsukishima se fue.

- Le preguntas a la gente equivocada. Yo te ayudaré a entrenar – dijo Kindaichi.

Me acerqué corriendo y les pregunté si querían ayuda, así que acabé practicando cómo recibir. No me salió muy bien, pero noté que avanzaba bastante.

Acabamos de entrenar y me puse el chándal. Salí y noté el frío que hacía.

¿Tengo que dormir con este frío?

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora