Capítulo 54

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Hinata POV

¡La casa era genial! Tenía una cocina grande y abierta, ¡seguro que Kotaro me enseñará a cocinar! La primera planta es totalmente abierta, por lo que se puede ver la tele desde la cocina y hablar con gente en caso de tener visitas. En la parte que era el salón había dos sofás y dos sillones. Si los cambio un poco de sitio podré hacer un fuerte con una sábana blanca...

La tele era bastante grande, y en un cajón había un montón de juegos para la Wii. ¡A Kenma le encantarían! También había una gran mesa para comer, era de madera y contaba con un jarrón con rosas. Para dos personas parecía una casa grande, la verdad.

Ah, ya sé por qué. Es una casa perfecta para tener invitados, solo hay una habitación. En la planta de arriba había una habitación con una cama de matrimonio, una alfombra azul claro y un espejo de cuerpo entero en la pared. La planta entera era esta habitación, el baño y el vestidor. Kotaro apareció detrás de mí y me abrazó, levantándome del suelo.

- ¡hey, hey, hey! – dijimos los dos a la vez, y nos pusimos a reír descontroladamente. Mamá subió y nos giramos para mirarle (más bien se giró Kotaro, yo ni tocaba el suelo).

- ¿Os gusta la casa? – preguntó.

- ¡Claro! Pero ya está todo aquí, ¿quién lo ha traído? – pregunté.

- ¡Nosotros! Quería poner una cama de agua, pero Akira no me dejó... - besé a Kotaro en la mejilla para que no se pusiera triste.

- Todos los del equipo ayudaron, pero Kotaro fue el que más – aclaró mamá -. Ahora voy a daros las llaves, ¿vale? Esta casa está a mi nombre y al de Bokuto, así que no hagáis tonterías. Ya le he explicado a Bokuto como funciona todo, qué hacer en caso de que se vaya la luz y cómo pagar las facturas.

Mamá sacó dos llaves iguales de su bolsillo y me las dio. Me sentí... emocionada, pero no la típica emoción imprudente, sino la típica que sientes al empezar una nueva etapa de tu vida. Todo estaba listo, y al día siguiente empezaba mi segundo año. El tiempo pasó lento, pero al fin podía empezar de nuevo en Miyagi.

- Sed responsables, ¿de acuerdo? Vivimos a cinco minutos de aquí, y la escuela está a diez minutos caminando. Llamadme si necesitáis algo.

- ¡Vale, mamá! – respondí, sin poder estar más feliz.

Mamá Suga se fue y nos quedamos solos, delante de la puerta. Ambos nos miramos, sabiendo lo que pensaba el otro. Sonreímos y nos acercamos, me puse de puntitas.

- ¡Me pido jugador 1! – ambos corrimos al salón y llegué primero al cajón de los mandos de la Wii, sacando el primero y encendiéndolo. Kotaro era más rápido que yo corriendo, pero no tan ágil. Además, esos hombros y brazos tan musculados... y sus piernas tan trabajadas, su pecho firme y su sonrisa centelleante...

- ¡No me robes el mando!

- ¡Culpa tuya por distraerte!

- ¡Culpa tuya por ser tan hermoso!

Tan pronto como esas palabras abandonaron mis labios la cara se me puso roja, y a Kotaro le pasó lo mismo. Empezamos a jugar, pero tuve que ser jugador 2...

Pasamos el resto del día jugando y pasándonoslo bien, jugamos a muchísimos juegos y abrimos una que otra bolsa de patatas. Cuando se hizo de noche él me enseñó a cocinar algo muy básico y comimos en la isla de la cocina. Yo lavé los platos mientras él se ponía el pijama arriba. Acabé de ordenar la cocina y subí al vestidor. No me gustaba lo de tener un armario para cada uno, así que coloqué mis camisetas junto a las suyas. Hice lo mismo con toda la ropa y cogí una de sus camisetas de manga corta. Me quité la ropa y me la puse, las mangas me iban por el codo y la camiseta por las rodillas, era muy cómoda. Serviría de pijama. Preparé mi uniforme para el día siguiente, puse las libretas en la mochila y la ropa de entrenamiento en otra más pequeña. Puse la bolsa más pequeña dentro de la grande y la cerré, me la colgué al hombro y bajé para dejarla al lado de la puerta.

- ¿Preparándote para mañana, amor? – dijo Kotaro desde la cocina. Al parecer había colocado un par de cosas mal...

- ¡Sí! Es tan raro llevar el uniforme femenino... y más volver a llevar el uniforme del Karasuno.

- Es extraño, pero lo raro mola mucho. Igual que tu pelo de pudin al revés.

Es cierto, no me volví a teñir el pelo y ahora tengo las puntas negras y el resto naranja, al revés que Kenma. El pelo me llega ya por encima del pecho.

- ¿Mañana me acompañarás a la preparatoria? – pregunté, sentándome en el taburete alto que había en la cocina, al lado de la isla.

- Claro, te acompañaré todos los días. Quiero ver cómo es tu antigua preparatoria, y dejar claro que no estás soltera – Mis mejillas se enrojecieron profundamente.

- ¡N-No hace f-falta eso!

- Claro que sí, princesa. ¿Vamos a dormir ya? – me tomó la mano y me besó la mejilla, yo asentí. Subimos las escaleras y me tiré a la cama, esperando a que me abrazara. Él saltó a mi lado y me abrazó, pasando un brazo por debajo de mi cabeza. Lo abracé y él alargó un brazo para darle al interruptor que había al lado de la cama, apagando las luces. Cerré los ojos y recé para que al día siguiente todo fuese bien...

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora