Capítulo 63

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3ª persona

Hinata se quedó en la puerta del gimnasio, y Ukai se acercó a ella.

- ¿Cómo te sientes, Hinata? – preguntó.

- No muy bien... ¿podría entrenar lo más alejada posible de Ozaki? No para de provocarme flashbacks sin querer – confesó la meno en voz baja. No quería preocupar más a sus compañeros o poner en problemas a uno de sus kohais, por muy mal que le cayese. 

- Veré lo que puedo hacer, pero sería mejor que lo hablaras con él lo antes posible. De todas formas, el entrenamiento ha acabado. Puedes ir a cambiarte ya.

- Está bien, entrenador Ukai.

Hinata entró en el gimnasio buscando su mochila, y la vio en la mano de Kotaro. Este la acompañó a la sala del club.

- Shoyo... ¿puedes explicarme lo que pasa? ¿Puedo ayudarte de alguna forma? – preguntó Kotaro, dejando la mochila en el suelo.

- Es... es Ozaki, ¿vale? ¡No paro de ver a mi padre cuando lo miro a él! Piensan igual, tienen la misma mirada... y antes me cogió por la camiseta, como hacía él antes de tirarme al suelo... y-y... - Kotaro la abrazó rápidamente y la ayudó a calmarse.

- Tranquila, princesa, estoy contigo... no te va a pasar nada, de verdad. Hoy no tengo entrenamiento, así que puedo quedarme contigo todo el rato. ¿Te gusta la idea? – Shoyo asintió -. Bien, cuando te cambies iremos al patio a descansar. Estoy al lado de la puerta si necesitas algo.

Kotaro besó a su angelito rápidamente y salió de la habitación. Shoyo, sintiéndose mejor que antes, se cambió al uniforme de la escuela y salió de la sala del club. Se cruzó con los chicos en las escaleras, y estos la animaron y le subieron el ánimo. Le dio la mano a Kotaro y se dirigieron al patio, pero lo que Hinata no sabía era que su novio había recibido una llamada de los juzgados.

Suga POV

Me encontraba en la universidad, delante de mi próxima clase. Daichi estaba conmigo, dándome la mano.

- ¿Nos vemos luego, Daichi?

- Claro que sí, Koshi – le robé un beso rápidamente y entré en la clase, me encantaba ver su reacción. Siempre se sonrojaba cuando lo hacía.

Me senté en la segunda fila y saqué la libreta correspondiente, el estuche ¡y mi mejor actitud para empezar el día! Cuando el profesor entró, todos mis compañeros se quedaron en silencio. La clase iba genial, este tema en concreto era muy interesante y tomé notas de todo lo que explicó.

Hacia la mitad de la clase se escuchó una melodía que venía de mi mochila. Pero... había puesto el móvil en silencio antes de entrar, eso lo recuerdo.

¿Es una llamada de emergencia?

- Señor Sugawara, ya sabe las normas acerca del uso de teléfonos móviles durante clases, ¿verdad?

El día anterior, en el vestíbulo de la facultad de psicología

- ¡¿Qué?! ¡Eso es injusto! – me quejé.

- Las normas son las normas.

Miré el papel que me había entregado un chico que trabajaba ahí. Eran las normas de la universidad, un dosier entero de normativa y más cosas.

Una vez empieza la clase, un alumno no puede abandonar el aula sin justificación. Se detalla cómo será la avaluación y hay un mapa en el que sale todo el campus. En él se indica todo lo necesario, como las zonas comunas y las diferentes facultades, como la estación de tren y el autobús con sus horarios. También me dieron el horario de clases, pero, al leer la normativa de clase, no pude evitar pensar que ese profesor era injusto. Era mi profesor favorito por la asignatura que daba, pero por eso ya me caía mal.

Si un teléfono suena en el transcurso de una clase, el alumno en cuestión debe responder poniendo el altavoz y dejando que la llamada se pueda escuchar.

Todos estaban en desacuerdo con esa norma que les impuso el profesor, y pensaban hacer una llamada falsa en la que se hablara de un tema muy privado e incómodo, para hacerle ver que era totalmente injusto y no respetaba la privacidad de sus alumnos.

Presente

Parece que esa llamada puede ser esta.

Contesté a la llamada y puse el altavoz.

- ¿Suga? – preguntó Bokuto desde el otro lado de la línea.

- Sí, soy yo. ¿Ha pasado algo?

- Sí, muchas cosas. Primero, los del juzgado me han llamado. La semana que viene es el juicio, seguro. El martes, Shoyo tendrá que ir para dar su testimonio y la jueza del caso dictará sentencia.

- ¡Eso es genial! Al fin su abogada dejó de aplazarlo. Pero... sabes que estoy en clase ahora, ¿no?

- Pues tendrás que irte, porque lo segundo es sobre Shoyo.

- ¿Qué? ¿Qué le ha pasado?

- Ha tenido muchas visiones, Suga. Son las nueve de la mañana y ya ha tenido doce...

- ¡¿Doce?! ¡Eso es demasiado!

- Lo sé, y como es tu hija creo que deberías venir. Se calma mucho cuando estás cerca.

- Ahora voy. ¿Hay alguna razón por la que haya tenido tantos flashbacks?

- Creo que tiene que ver con un nuevo chico de primer año, Ozaki. Le recuerda demasiado a su padre biológico, no puede estar cerca suyo.

- Vale, mantén a Ozaki alejado hasta que llegue. Tardaré media hora, para calmarla tienes que abrazarla dibujando círculos en su espalda con los dedos. Y acaríciale la cabeza, eso la suele calmar mucho.

- De acuerdo, hablamos luego.

- Hasta ahora.

Terminé la llamada y miré al profesor.

- Tengo que irme, me podré al día con su asignatura.

No me contestó, creo que estaba bastante sorprendido con la llamada. Salí corriendo de la clase y me dirigí a mi antigua preparatoria a toda prisa.

Cuando llegué, Shoyo estaba tumbada en la hierba del patio y Kotaro estaba sentado a su lado, acariciando su pelo. Me acerqué a ellos y me senté a su lado.

- Hola, mamá – me saludó Shoyo, pero noté que no estaba muy feliz.

- ¿Pasó algo, Shoyo?

- Sí... - me explicó todo lo que había pasado, y medité unos minutos lo que debería hacer a continuación.

- Creo que deberías hablar con Ozaki... si le explicas lo que ha pasado a lo mejor no haga esos comentarios hirientes o haya alguna agresión física.

- P-Pero... él debería respetarme por quien soy, no por algo que pasó – dijo Shoyo, sentándose y mirándome.

- Estoy de acuerdo contigo, pero de esa clase de personas no puedes esperar nada bueno. Por cierto, tengo una gran noticia.

- ¿Ah, sí? ¿Cuál, cuál? – preguntó, era adorable cuando se ilusionaba por algo.

- El juicio es la semana que viene, el martes.

- ¡Bien! – levantó sus brazos al aire, parece que he podido distraerla un poco de su situación actual.

Pasamos el día juntos, Bokuto y yo intentamos que Shoyo se divirtiese. Acabó durmiéndose por la tarde durante una hora. Su cerebro, probablemente, no podía más.

La dejamos descansar a gusto, sabiendo que debería enfrentarse a lo peor dentro de poco. 

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora