Capítulo 8

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Hinata estaba durmiendo en la puerta del gimnasio de Shiratorizawa cuando llegaron Daichi y Suga para llevarla a casa.

Suga la vio y le hizo una señal a Daichi para que fuese silencioso. Subió a Hinata en brazos con cuidado y la llevó hasta el coche.

"Menos mal que hemos venido, se habría resfriado durmiendo aquí fuera" pensó Daichi.

Suga se sentó detrás con Hinata y vigiló que no se despertara todo el camino. Le acariciaba el pelo y las mejillas.

"Es tan inocente y pura... no se merece que le pase nada malo" pensó Suga.

Daichi, mientras conducía, tenía un mal presentimiento. Sentía que algo malo iba a pasar pronto... pero no sabía el qué, así que no le hizo caso.

Hinata, por su lado, estaba empezando a despertarse cuando llegaron a casa. Suga la llevó en brazos hasta la puerta, seguido de Daichi, y llamaron al timbre.

"Prefiero que duerma en su cama, aunque sea en esta casa a que duerma en la calle" pensó Suga.

Hinata se despertó y miró a su alrededor. Suga la miró.

- Te hemos traído a casa, Hinata. Así no tienes que hacer todo el trayecto de noche – dijo Suga, y sonrió.

Hinata se quedó paralizada de miedo. ¿En casa? Miró a la puerta, solo para verla abrirse y a su padre con su sonrisa falsa más creíble. No podía odiar y temer más a ese hombre.

- Buenas noches, señor. Hemos traído a su hija del entrenamiento porque esta noche iba a nevar y sería peligroso ir en bici por la carretera – dijo Suga.

Hinata POV

Abrí mucho los ojos y miré a Suga y a mi padre. Estoy muerta.

- Creo que aquí hay una confusión, joven. Es mi hijo, no mi hija – dijo mi padre, intentando no cogerme y tirarme al suelo y darme la paliza de mi vida delante de ellos.

- A-Ah, cierto. Perdón – Suga se dio cuenta de su error y tuvo miedo por lo que me podría pasar.

Puse los pies en el suelo y rápidamente me puse detrás de mi padre.

- G-Gracias por traerme. ¡Nos vemos en dos días! – dije, intentando inútilmente que mi padre olvidara lo que ha pasado.

- Nos vemos, Hinata – Dijeron Suga y Daichi. Se subieron al coche y se fueron, dejándome sola contra mi padre. Tragué saliva y lo miré, muerta de miedo.

Él sonreía. 

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora