Capítulo 28

1.2K 137 5
                                    

Bokuto POV

Me desperté por el sonido de la puerta abriéndose. Giré hasta quedar boca arriba y me di cuenta de que Shoyo no estaba. Me asusté y me levanté de un salto, y me calmé cuando vi que Shoyo era la que había abierto la puerta. ¡Pensé que le había pasado algo!

- Buenos di- - me acerqué a ella, pero vi que estaba temblando y miraba al suelo -. ¿Qué ha pasado, angelito?

- H-He... H-He visto... - vi que las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y me apresuré para limarlas con mi pulgar. Hice que me mirara levantando su cabeza con cuidado.

- ¿A quién has visto? – pregunté, algo impaciente.

- A m-mamá... h-he visto a S-Suga... - cuando lo dijo al fin entendí todo y la abracé. Ella me abrazó por la cintura y siguió llorando. No me gustaba nada verla así, pero entendía que necesitaba desahogarse. Le acaricié la cabeza cariñosamente todo el rato.

- Estabas dormida cuando llegamos así que no te enteraste, pero ellos están en el mismo hotel. Están todos, y ocupan la décima planta. Será mejor que evitemos esa planta y vayamos con cuidado cuando tengamos que comer. Aunque eso no es tan importante. ¿Cómo te sientes?

- N-No lo sé... al oír su voz recordé todas las veces que mi padre me pegó, recodé un día que me estaba pegando mientras escupía sangre, pero cuando salí corriendo me choqué con Suga y me ayudó a calmarme... le dije que me llamaba Trece, y no me preguntó nada personal – cuando acabó de hablar me miró -. Me alegro mucho de haber visto a mamá Suga otra vez, pero no entiendo por qué recordé todo eso...

- Yo también me alegro, princesa. ¿Vamos al comedor? Creo que es la hora ya. – dije, aunque sus palabras me preocupaban. ¿Había recordado a su padre solo por oír la voz de Sugawara? Le preguntaría a Akaashi sobre eso después.

- Vale, Kotaro – se separó del abrazo y salió de la habitación, pero vi que se quedó en la puerta. Me puse la ropa para el partido y salí rápidamente de la habitación.

- Sé que es incómodo jugar con cubrebocas, pero tendrás que hacerlo en los partidos en los que pueda estar el Karasuno. – dije mientras le tomaba la mano. No importaba cuándo ni dónde, Shoyo siempre tenía las manos frías. En eso es el contrario a mí.

- Vale, pero Suga ya me ha visto sin cubrebocas. En los partidos y en las fotos me lo pondré para que ni los comentaristas ni nadie pueda comparar mi cara a la de los registros de Hinata Shoyo, pero para estar por el pabellón me lo quitaré. ¿te parece bien?

- Me parece genial, Shoyo – dije sonriendo. Los dos fuimos al comedor y nos sentamos en la mesa que teníamos para nosotros, ya estaba todo el equipo sentado.

Yo estaba sentado entre Akaashi y Shoyo. Ella y yo nos miramos y asentimos; Akaashi debía saber lo que pasó antes, pero no se lo diríamos ahora.

Entonces Shoyo miró a su derecha y le brillaron los ojos.

- ¡Comida! – miré dónde estaba mirando y vi que teníamos bufé libre. Se me iluminaron los ojos.

- ¡Comida!

Los dos fuimos corriendo a por los platos y los llenamos todo lo posible con lo que más nos gustaba. Podía oír a Akaashi gritarnos para que volviéramos, pero los dos lo ignoramos.

¡Un golpe en la cabeza vale la pena por comer tanto!

A las 11:15, cuando llegaron al pabellón

3ª persona

El Fukurodani llegó al pabellón 45 minutos antes de la ceremonia de apertura, donde todos los equipos irían a la pista central y el organizador del torneo diría un discurso. Hinata pensaba que era una pérdida de tiempo, y quería jugar al voleibol ya. Estaba preocupada por la visión de su padre que tuvo horas atrás, parecía demasiado real. ¿Será una alucinación suya? Era más un recuerdo que una alucinación, pero al recordarlo solo quería correr y escapar de ahí. Su cerebro le habrá dado una mala pasada, eso es todo.

Se bajaron del autobús y fueron siguiendo las indicaciones de Akaashi, el único que se había leído el correo electrónico dónde se decía lo que se tenía que hacer. En media hora ya tenían los pases y estaban listos para entrar. Esperaron los 15 minutos nerviosos, nadie dijo palabra alguna.

Cuando les tocó salir se pusieron por orden de número, y Hinata era la última. Muchos equipos se sorprendieron de que una chica estuviese en el torneo, algunos ya la infravaloraban. Eso hizo que Shoyo estuviese a punto de gritarles, o de subir donde estaban los comentaristas y robarles el micro, pero se aguantó y se quedó de pie con los brazos cruzados. Llevaba la parte de delante del pelo atada en un moño algo mal hecho, pero le quedaba adorablemente bien. Era un semirrecogido normal, y los mechones de la parte de detrás de la cabeza que no le llegaban los llevaba sueltos por encima del cubrebocas.

- Buenos días a todos. Hoy da comienzo el Spring-High, y los mejores equipos de preparatoria están aquí para competir entre ellos y descubrir quién es el mejor. No obstante, este año ha habido un incidente desafortunado y una jugadora, Hinata Shoyo, no ha podido venir al torneo. Hace un mes perdió la vida en un parque de la prefectura de Miyagi. Mis más sinceras condolencias al equipo Karasuno, y os deseo a todos mucha suerte en el torneo. – dijo el hombre que organizó el torneo. Todos aplaudieron y la ceremonia se dio por finalizada.

"Cuántas ganas tengo de dejar de esconderme y que dejen de pensar que estoy muerta!" pensó Hinata.

Faltaban 30 minutos para empezar a calentar y Shoyo volvía a tener dolor de estómago. Fue corriendo como pudo al baño y cuando notó que ya no le dolía tanto salió. Era normal que estuviese tan nerviosa, ¡era su primer partido con Fukurodani y era el Spring-High! No sabe si se podrá compenetrar con el resto de los compañeros, pero Akaashi le había dicho que sería bloqueadora central titular.

Al salir del baño se encontró con un muro muy alto y firme, y cayó de espaldas. El "muro" la miró y le tendió la mano, nervioso.

- ¿Estás b-bien? – Hinata reconoció al jugador del Nekoma.

- ¡¿Lev?! – dijo Hinata, tomando la mano del más alto y poniéndose de pie.

- Esto... ¿nos conocemos? – preguntó Lev.

- N-No, perdón, solo había oído tu nombre en alguna parte... - contestó Hinata.

"¡¿Una chica linda sabe quién soy?! ¡Al fin soy algo conocido!" pensó Lev.

- ¿Cómo te llamas?

- Trece... - contestó tímidamente Hinata.

- ¿Trece? ¿Cómo el número? – Lev estaba algo confundido.

- Sí, me llaman así por el número. Bueno, voy a calentar. ¿Verás el partido del Fukurodani? Porfiiii – pidió Hinata poniendo ojitos de cachorro. ¡ya había hecho un nuevo amigo! Aunque ya fuesen amigos de antes, claro.

- Si me lo pides así, ¿cómo puedo negarme? Yo juego en el Nekoma y jugamos esta tarde en el otro pabellón. ¿Vendrás?

- ¡Lo intentaré! ¡Nos vemos esta tarde, Lev! – dijo Hinata, siendo otra vez el sol que ilumina los días de todos los presentes.

- H-Hasta e-esta tarde – tartamudeó Lev. "¡No siempre encuentras a una chica así a la que le guste el voleibol!" pensó el chico mientras veía a su nueva amiga alejarse a toda prisa por el pasillo.

Al volver a la pista Hinata volvió a recordar las palabras que había dicho ese hombre en el discurso. Las ganas de quitarse las lentillas y el cubrebocas y gritar a pleno pulmón que seguía con vida. Akaashi notó esto y se acercó a su compañera.

- Trece, piensa que tienes la oportunidad de saber qué pasaría si murieras. Esta sería la situación. Ya ves que todos te echaríamos mucho de menos, así que puedes comprobar que tienes muy buenos amigos que se preocupan por ti – dijo Akaashi.

- No... no había pensado en todo esto de esa forma. Creo que tienes razón, Akaashi – dijo Hinata -. ¡Gracias!

- No es nada, ahora a calentar. ¡Recuerda hacer estiramientos de amplitud para ser más flexible!

- ¡Vale! – dicho esto, todos empezaron a calentar.

El equipo contrario iba confiado acerca de la jugadora número trece; les parecía poca cosa y que no daría problemas.

Pero nada más lejos de la realidad. 

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora