Capítulo 57

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Hinata POV

Empezamos a comer todos, contando bromas y riendo de cualquier tontería. Era genial, me encantaba sentirme tan feliz... aunque en ese momento me sentía tan feliz que quería llorar. Ahora me sentía en casa, con los comentarios de Tsukishima, las carreras con Kageyama y las bromas de Tanaka y Nishinoya. Todo el equipo era genial, me sentía en casa otra vez. Lo único que me faltaba era superar los malos recuerdos que tuve en este lugar, y al fin podré ser feliz todo el tiempo.

- Shoyo, ¿por qué lloras? – preguntó Nishinoya. No noté la pequeña lágrima que descendía por mi mejilla. Inmediatamente, todos mis amigos me miraron directamente.

- N-No es nada, es que... soy muy feliz ahora, no puedo evitarlo... - limpié las lágrimas con la manga del uniforme y sonreí ampliamente.

- ¡Boke, nos asustaste! – no me acostumbraré a que Kageyama se preocupe por los demás, y si lo hago me costará mucho.

- ¡A nosotros también nos alegra que estés aquí! Las primeras semanas después del... incidente... fueron horribles, las peores de nuestras vidas. Todo era muy deprimente, nos faltaba nuestro rayo de luz. Por no hablar de cómo afectó al juego, en especial a Kage- Kinoshita iba a interrumpirlo, pero acabó siendo Kageyama el que habló.

- ¡No hace falta decir tanto! Bueno, tenemos que ir a clases ya – Kageyama se levantó y se fue, yo lo alcancé corriendo. Había mucha gente por los pasillos, así que cogí la punta de la camisa de Kageyama mientras caminábamos. Él me miró mientras entrábamos en la clase, y me dio la mano para calmarme. Dejé de temblar y nos sentamos en nuestros sitios. Iba a sacar la libreta de Historia, pero me di cuenta de algo.

Mi mochila no estaba allí. Me la había dejado al salir corriendo. Me levanté y salí de la clase en dirección al gimnasio, pero había tanta gente que me estaba agobiando de verdad. Al llegar tuve que respirar profundamente varias veces para calmarme, y Nishinoya y Tanaka vinieron a ayudarme.

- Hey, Shoyo, no te preocupes. No hay nadie aquí que quiera hacerte daño, ¿vale? Estamos contigo. Íbamos a llevarte la mochila a la clase, pero ahora te acompañaremos también. ¿Te parece bien? – me preguntó Nishinoya. Yo solo asentí, y él me abrazó para calmarme. Correspondí el abrazo y unos minutos después conseguí calmarme del todo. No había mucha gente, por lo que las clases empezarían en poco tiempo.

Tanaka, a pesar de mis quejas, se colgó la mochila y me dio una mano. Nishinoya me dio la otra y fuimos juntos a mi clase. Kageyama nos esperaba fuera, mirando al suelo y con la espalda apoyada en la pared. Al vernos vino corriendo.

Antes de que Kageyama pudiese hablar, Tanaka le echó una mirada que creo que decía "es mejor que no hables". O algo similar, pues no habló. Entramos en la clase y todos mis compañeros nos miraban. Me encogí de hombros, no quería estar más nerviosa...

- ¡¿Qué estáis mirando?! ¡No juzguéis sin saber nada! – gritó Nishinoya. Pese a su poca estatura era bastante imponente, todos se callaron y miraron a otro lado. Suspiré y lo miré agradecida, seguramente acababa de solucionar varios problemas futuros. Nos despedimos y Kageyama y yo nos sentamos en nuestros pupitres, ya listos para empezar la clase.

Las clases de la tarde pasaron volando, estuve muy distraída. En solo una mañana había tenido dos flashbacks y un mini ataque de ansiedad. No veía la hora para empezar a entrenar, pero conocer a los nuevos integrantes de primer año... ¡No, Shoyo! ¡Tienes que mantenerte positiva, como te enseñó mamá Suga!

Antes de lo esperado, el timbre sonó y todos empezaron a salir. Los de tercer año tenían que ir a las clases de primero, a ver si así conseguían a más jugadores. Por lo tanto, los de segundo íbamos a preparar el gimnasio y a cambiarnos antes.

Me levanté y, con la mochila a mi espalda, salí del aula con Kageyama. Nos reunimos con Yachi, Tsukishima y Yamaguchi de camino.

- ¡Hola, Hinata! – me saludó Yachi. Le devolví el saludo -. A partir de ahora te cambiarás o antes que los chicos o después, o si lo prefieres puedes cambiarte con las del equipo femenino – me informó.

- Prefiero cambiarme antes, puedo ponerme las zapatillas y las protecciones fuera.

- Pues cámbiate ya, no quiero llegar tarde por tu culpa – dijo Tsukishima. Que diga lo que quiera, sé que se preocupa por mí en el fondo.

- ¡Voy! – entré en la sala del club y me quité el uniforme a toda prisa, dejándolo doblado y bien puesto en la bolsa donde estaba la ropa de entrenamiento. Me puse los pantalones cortos, el sujetador deportivo y una camiseta de manga corta blanca. Los pantalones no eran de la equipación femenina, sino como los de los chicos, que no son ceñidos. Eran infinitamente más cómodos. Salí de la sala con los calcetines puestos y las zapatillas y las protecciones en las manos.

- Debo admitirlo, eso ha sido rápido – Kageyama entró en la sala seguido de Tsukishima y Yamaguchi. Entré riendo en el gimnasio, feliz de poder entrenar al fin. Me senté en el suelo y saqué una sudadera, la cual era de Kotaro (obviamente). Me puse las protecciones de las rodillas. Acabé de atarme las zapatillas y me levanté de un salto, lista para rematar cuantos más balones mejor.

- ¿Vas a entrenar con el pelo suelto, Hinata? – me preguntó Yachi. Cierto, me olvidaba de eso.

- No, me olvidé de que lo llevaba suelto. Ahora me hago una coleta.

- Vale, yo iré preparando el gimnasio.

Sin deshacer las trencitas que me había hecho Kotaro, quité la gomita que las unía y cogí todo mi pelo para sujetarlo con la goma. Quedó bien, era una coleta normal con dos trencitas a los lados. Y lo mas importante; era cómodo y no se iba a salir.

Me subí las mangas de la sudadera hasta los codos y ayudé a Yachi con las redes y los balones. Los chicos llegaron y acabaron de preparar la pista. Esperamos un par de minutos, durante ese tiempo yo iba haciendo toques con un balón.

- Boke, ten cuidado. Este año no te puede dar ningún balón fuerte en la cabeza – me recordó Kageyama.

- Lo sé, Bakayama, pero ahora no pasa nada. ¡Tengo tantas ganas de empezar!

- ¿Creéis que harán un partido de práctica? – preguntó Yamaguchi.

- Creo que sí, es una buena forma para ver cómo son – contestó Kageyama. Los de tercero entraron en el gimnasio, y fui a recibirles con una gran sonrisa.

- ¡Hola! ¿Qué haremos hoy? – pregunté, emocionada.

- Haremos un partido. Tenemos a tres nuevos integrantes, así que tres de vosotros van a ju-

- ¡Yo quiero jugar! – interrumpí a Tanaka. El entrenador Ukai entraba por la puerta, acompañado del profesor Takeda -. ¡Hola!

- Parece que tienes ganas de empezar, Hinata – dijo Ukai. Yo asentí con energía -. Bien, jugaréis tú, Kageyama y Tsukishima. Id calentando todos.

- ¡Sí!

Todos empezamos a calentar mientras los de primer año se cambiaban en la sala del club. Hay algo que ya puedo decir; es extraño jugar aquí y no sentir dolor. Es lo que siempre había anhelado, en realidad. 

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora