Capítulo 62

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Ozaki POV

La enana parecía tener su mente en otro lado, así que sería una buena idea darle un golpecito en la cabeza. A ver si espabilaba.

Escuché pasos detrás de mí y alguien me tiró al suelo de un empujón cuando levantaba el brazo para golpearla.

- ¿Pero qué-

- ¡¿Qué te crees que haces?! – el capitán estaba visiblemente enfadado, así que me callé. Miré a la causante de esta situación, pero estaba mirando a la nada. Era... como si hubiese visto un fantasma -. ¡Da diez vueltas a la escuela, ahora!

- Sí, capitán...

Me levanté y vi que él ayudaba a la chica a levantarse, pero esta no quería. Tampoco es que me importara, pero...

¿Qué narices le pasa?

3ª persona

Mientras Ozaki cumplía su castigo, Hinata se encontraba en una especie de trance. Se había quedado sumergida en el recuerdo, no podía salir por mucho que lo intentara.

Esto iba de mal en peor...

Tanaka intentaba ayudarla, hacer que le hablara, no tenía ni idea de qué hacer. Como última opción llamó a Kotaro, que contestó al segundo pitido con voz ronca.

- ¿Tanaka? ¿Qué pas- - Bokuto se asustó, Tanaka pudo notarlo por el teléfono -. ¡¿Dónde está Shoyo?!

Acababa de despertarse, y al no notar la presencia de su novia a su lado le entró el pánico.

- Está en el gimnasio, conmigo. Creo que tiene una especie de... ataque de ansiedad, lleva unos quince minutos mirando a la nada y llorando y no puedo hacer que hable. ¿Puedes venir?

- Estoy en dos minutos – Bokuto colgó y saltó de la cama. Llevaba pantalones y camiseta, por lo que solo se puso unas vambas, se colgó una pequeña bolsa a la espalda que contenía sus llaves y el móvil y salió a la fría calle sin una chaqueta. Tampoco le importaba; el bienestar de Shoyo estaba en juego.

No sentía el frío, y aunque estaba recién levantado, corría como nunca. En la entrada se cruzó con un chico de primer año, estaba corriendo al igual que él. No le dio mucha importancia y entró al gimnasio como una exhalación. Encontró a Shoyo en el suelo, con lágrimas cayendo por sus mejillas, y no dudó en envolverla con sus brazos. Notaba algo extraño, como que Shoyo dudaba. Al final lo abrazó muy fuerte, como si quisiera evitar que se fuera. Esto rompió el corazón del búho, no se podía imaginar cómo le habían hecho daño.

- Hey, cielo, estoy aquí... ¿me puedes explicar qué ha pasado? A lo mejor puedo ayudarte... - Kotaro buscó muchas formas de hacer hablar a Shoyo, pero esta solo lloraba más y más. Nadie entendía lo que pasaba, y el único que podría tener una pista de lo sucedido estaba dando vueltas al edificio.

La hora de entrenar llegó y Ukai, al ver el panorama, se preguntó a quién debía quintuplicarle el entrenamiento ese mes.

- ¿Hinata? ¿Qué ha pasado? – preguntó Ukai. Por primera vez, los jugadores obtuvieron una respuesta de la pelinaranja. Aunque no fuese la que esperaban.

- N-No habléis... s-solo lo hace m-más confuso – pidió Hinata entre sollozos.

Al momento, el silencio reinó en el gimnasio de voleibol. Solo se oían los pequeños sollozos ahogados por el pecho de Kotaro, que sostenía a la menor como si su vida dependiese de ello. Hinata dejó de sollozar, al fin, y se limpió la cara con la camiseta. Se levantó bajo la atenta mirada del equipo.

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora