Capítulo 9 | Por Eadburg

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Capítulo extra de esta semana 1/2 en honor a mi cumpleaños. No sean malos y regálenme un voto y un comentario como regalo. O recomienden la historia si les gustó. Gracias por su apoyo <3

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Era una... fiesta. Sólo había estado en aquella fiesta de compromiso de Athanaric, y había odiado cada momento de ella. Estaba secuestrada, casándose en contra de su voluntad, y bailando con alguien con quien no le apetecía. Algo similar le pasaba, sólo que no estaba secuestrada y lo hacía todo por voluntad propia. ¿Era una tonta o sólo estaba haciendo lo correcto? ¿Ambas?

Era la primera vez en años que comían en el Gran Salón. Sus padres habían insistido en que todas las comidas se hicieran en la Gran Cámara, donde era más pequeño y privado, lejos de amenazas. Ahora no las había, pero la costumbre se había quedado. Aunque, siendo honesta, le encantaba estar en el Gran Salón, con pinturas preciosas decorando las paredes, tanto en retratos colgando de ellas, como pintura directo en la superficie. Las largas ventanas hacían que ese salón fuera el más iluminado sin necesidad de velas o lámparas, pero incluso en la noche estaría bien iluminado, con cuatro chimeneas listas para ser encendidas.

Y el grande techo abovedado sólo mostraba lo maravilloso que era el lugar y la riqueza de la familia.

Lo que era completamente nuevo era tener el lugar tan lleno. En la parte más alejada de la cocina y más cercana a la Gran Cámara, había una mesa rectangular donde iba sentada la familia real. En perpendicular a ella había tres largas mesas llenas de gente que platicaba y compartía una copa de vino, la mayoría de ella, nobles. Entre las mesas de los invitados y de la familia real, había una gran pista de baile. Y ahí estaba ella, bailando lo mejor que podía de la mano de Felipe.

El baile que había aprendido antes del hechizo no estaba nada fresca en su memoria, pero de tanto que lo había bailado, sus músculos lo sabían, por lo que se dejó llevar. De puro milagro, no tropezó ni una sola vez.

Después bailó aquellos bailes comunales que tanto le gustaban. Eran simples, divertidos y le aligeraban el corazón.

Cuando se fue a sentar a su lugar, cansada, divisó a Nairi. Estaba sentada en la mesa a su izquierda, callada y mirando a la gente bailar. A su lado, Mabel permanecía ocupada con Isabelle, siendo poca compañía para Nairi.

Julius, sentado a su lado como invitado de honor, le dio un toquecito en el brazo.

—¿Todo bien?

Ayer apenas había podido decirle que encontró a Nairi y hoy en la mañana era que se la había presentado, por un par de segundos. Él había puesto una cara de sorpresa y tras preguntarle "¿Todos en Nestan tenían ese color de piel?", le dio un abrazo y aceptó su felicidad. Supuesta felicidad. De todas maneras, no era que importara.

Lo importante era la felicidad de Nairi, y parecía miserable. Y muy, muy sola.

Ella hubiera llevado a Nairi a su mesa, pero sería una raya que su madre no dejaría que pasara. Era demasiado con que se hubiera enterado que le permitió dormir en su cama. En su defensa, no era nada del otro mundo. Se enojó con el mundo y con su madre por su reproche, porque sólo tenía que ver con el color de su piel.

Se alegraba que Mabel estuviera a su lado, pero no era mucho consuelo. Seguía luciendo miserable.

—Podría estar mejor.

Julius asintió.

—¿En realidad Nairi es tan genial como dices? Porque parece media apachurrada ahí, sin hacer nada.

Le dio una mirada de reojo.

—No se siente bienvenida. Creo. ¿Y puedes culparla?

Julius tomó un sorbo de su copa y negó.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora