Capítulo 6 | La propuesta

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De todas las cosas que le pudieron haber pasado, Aurora le tenía que pasar. Ella no había podido decir nada, y se había quedado congelada. Después huyó a su habitación y ya iban a ser ¿qué? ¿Hora y media desde que llegó? Había hablado con Maléfica, ¿qué le había dicho?

Había estado dando vueltas en la habitación, con todas las luces encendidas. Se había tirado en la cama, había observado el techo, había observado por la ventana sin vidrio, cubierta sólo por una tabla que tiró al suelo. Su corazón estaba tan inquieto como su estómago, y sus extremidades lo demostraban.

Y entonces tocaron a su puerta y todo se congeló. No estaba lista para ninguna conversación, pero tenía que tenerla. Mejor antes que después, ¿verdad?

Abrió la puerta, y ahí estaba Aurora. A diferencia de cuando llegó, ya no tenía el velo cubriendo su cabello, y podía ver con claridad el complicado trenzado a cada lado de su cabeza ahora ya casi deshecho por completo. Muchísimos cabellos dorados salían de su lugar y, aún así, era hermosa.

Que no sintiera nada por ella no significaba que estuviera ciega. Recordaba también que pensó que era la mujer más hermosa que había visto cuando la vio por primera vez. No se había equivocado, ni exagerado. Era justo eso.

—¿Crees que podríamos hablar?

Nairi asintió y se hizo para un lado, señalando el cuarto. Aurora se sentó a los pies de la cama con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos y las manos en su regazo. Permanecía erguida como no estaba en esos recuerdos que tenía de ella, donde permanecía más encorvada o al menos parecía menos severa. Más amigable. Delante de ella, había una princesa. Por poco se le había olvidado.

Se sentó a su lado y apretó sus manos en su regazo. Miraba a todos lados menos hacia ella.

—Me sentiría muy honrada si no te sintieras incómoda cerca de mí —dijo. No recordaba mucho de ella, pero aún así el tono le pareció desconocido. Era un tono formal y algo frío, como si estuviera cerrando un acuerdo político. Decidió mirarla a los ojos, y encontró que estaban vacíos—. Sé todo lo que pasó, no es tu culpa, no actúes como tal. Todo está bien.

La tensión en su voz la contradecía, pero Nairi decidió seguir el juego. Relajó su espalda, encorvándose un poco más de lo recta y tensa que había estado hasta el momento.

—Venía a hacerte una oferta que puedes rechazar sin ningún remordimiento. De hecho, te pido que la rechaces si así lo crees conveniente.

Nairi sacudió la cabeza con suavidad.

—Te escucho, pero no me hables así.

—¿Así cómo? ¿Te he molestado?

—Como si esto fuera una reunión de negocios. Quizá no te recuerde, pero no tienes que hablarme con tanta formalidad. En todo caso, yo debería de hablarte con más respeto.

—Oh, no tienes qué hacerlo.

—No dije que lo haría. —Se encogió de hombros—. Hasta nos hemos besado, ¿no? No tenemos que andarnos así.

La rostro cereza de Aurora la hizo sonreír.

—Pero no lo recuerdas.

—Claramente tú sí.

Y el color subió de tono. Eh, ya estaba varada ahí. Si podía incomodar o ruborizar a la mujer más hermosa de dos mundos, ¿por qué no aprovechar la situación? Jamás pensó que la situación sería tan divertida: podía coquetearle lo que quisiera sin miedo al rechazo o a salir herida. Tener a alguien interesada en ella sin ella estarlo de vuelta era una experiencia que no sabía que quería.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora