Capítulo 35 | Las intenciones ocultas de un buen gesto

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Parte 4

Hay que recordar que la vida que estamos viviendo es por y para nosotras.

***

Capítulo 35:

Ver a Felipe encadenado en una pequeña habitación había resultado mucho más satisfactorio de lo que esperaba. Lucía inofensivo ahí tirado, sin zapatos, joyas o cualquier cosa que lo diferenciara como alguien rico y poderoso. Casi sintió pena por él, hasta que abrió la boca.

—Quizá eres mucho menos lenta de lo que imaginé pero bueno, la barra estaba muy abajo. Pensé que eras una estúpida sin ningún sentido común por mucho tiempo, sobre todo después de mi metida de pata en el banquete de Navidad, pero al parecer eres más tonta e ingenua de lo que esperaba, y reponerme fue muy fácil.

Aurora sabía que sólo decía eso para hacerla sentir mal, porque era obvio que no pensaba que ella fuera muy tonta, sino que pensaba que él era muy listo. Si no fuera el caso, no hubiera pensado que lograría ser rey, ni en su cara hubiera habido tanta sorpresa como la que mostró cuando los guardias lo sujetaron y lo sacaron de la biblioteca.

Aún así, dolió.

—Y yo pensé que eras una persona con valores. Joder, confié en ti.

Felipe bufó.

—Error número uno. ¿Estás segura que eres apta para reinar? La primera lección que cualquier persona que intente tener un buen puesto en este mundo debe comprender, es que no puedes confiar en nadie. Todos te traicionarán por el precio correcto, por la persona correcta, por la idea correcta. A veces tendrás a alguien que siempre parece de tu lado, pero le ofrecen más dinero, más tierras, apoyar alguna idea que tienen o amenazarle con lastimar a alguien que ama y de inmediato te traiciona. Esta es la selva, querida, y comes o eres comido.

—¿Por qué? ¿Qué ganas con todo esto? Ibas a ser rey de todas formas.

—¿Ni siquiera has descubierto por qué? Creo que sí eres muy lenta para las cosas, ¿verdad? —Chasqueó la lengua—. ¿Cuántos años más le quedaban a Estéfano? ¿Cinco, diez, quince? ¿Veinte? Eso es mucho tiempo. Hay cosas que han esperado lo suficiente y no pueden esperar más.

—Fingiste ser mi amigo.

—No eres con la única con la que fingí, deja de sentirte tan especial. No eres el centro del universo.

Estaba a un par de palabras más de arrojársele encima y molerlo a golpes.

—¿Cuál era tu plan, entonces? ¿Qué ibas a hacer una vez fueras rey?

—Oh, pues, querida; ¿no quieres que confiese mis motivos? —Felipe sonrió, y Aurora sintió unas fuertes náuseas—. No creas que no sé que no tienes un caso contra mí. Ahorita no hay testigos que hayan oído mi confesión, y ante mi padre todo esto será sólo un abuso de tu autoridad. Huele a que quieres comenzar una guerra.

—Ibas a chantajearme, ¿verdad? Por eso te tomaste tan bien lo mío con Nairi.

Felipe sonrió aún más grande.

—Pues claro que sí, tontita. ¿Por qué otra razón aceptaría algo tan antinatural? Sabes, mientras estuve ideando todo este plan había una incógnita que no podía descifrar. ¿Qué haría una vez fuera rey y tú reina? ¿Cómo haría que te quitaras de en medio? Por supuesto que tendría que deshacerme de Marie si quería deshacerme de ti y quedar como el mejor candidato para reinar, pero Marie es impredecible, siempre yendo de un lugar a otro. Además, ¿toda la familia real es asesinada menos yo? Mira, que puedo ser un sinvergüenza, pero no quiero reinar como un traidor, no cuando la mayoría de la gente mata a los demás abiertamente para quedarse con sus vidas. ¿Quién quisiera hacer una alianza con alguien que con tanta facilidad traiciona a los demás?

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora