Capítulo 33 | La culpa de una mala decisión

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Todos los ojos de los nobles estaban sobre ella. El peor era Joseph; quizá era por ser el más viejo de todos, pero era el que tenía la mirada más dura y juzgadora sobre ella. Era difícil no pensar en que, tras cada respuesta, lo decepcionaba un poco más.

La mejor idea era mirar al marqués de Ekroe. Donovan tenía una tenue sonrisa durante todo el cuestionario, como si intentara darle ánimos. Bien podía ser su imaginación, pero quería creer que él era un verdadero aliado que no sólo estaba ahí para juzgarla, sino para apoyarla: un aliado que quería que tuviera éxito.

—Última pregunta, Majestad —dijo Bert—. En el escenario que le presentamos en la anterior pregunta, ¿qué repercusiones económicas esperaría y cuál sería su plan para aminorar su impacto?

Bien. Economía y guerra, sus dos puntos débiles.

Si había comenzado el examen sintiendo que el suelo temblaba bajo sus pies y que el pequeño estudio hacía volteretas a su alrededor, ahora estaba segura que vomitaría en cualquier instante. Había contestado sin demasiado problema todo lo judicial, lo religioso, lo político; pero la guerra y la economía la solían sobrepasar.

Apretó los puños, inhaló y se recordó que sólo faltaba una. Sí podía.

—Primero tendría que haber un extenso análisis de cómo fue que la economía fue afectada, porque dependerá de las regiones, de la población que había y de los recursos que se vieron perdidos. —Tragó saliva. Ahí iba la parte en la que se jugaría todo, sobre todo porque este tipo de decisiones no vienen en los libros, sino en la experiencia y en la inteligencia de quien las toma. Era una pena que no tuvo el suficiente tiempo como para ver a su padre decidir sobre cosas de tanta importancia—. Dependiendo de la región y los recursos naturales, los daños podrían ser, por ejemplo, en una ciudad, en cuyo caso se debería contemplar el costo de la reconstrucción; si es en un bosque, la pérdida de los árboles; si es en una granja, el costo de los cultivos, el ganado que se pierde.

Se estaba desviando del tema. Joder. Se ordenó dejar de temblar, pero las piernas ya estaban hormigueándole, una fría sensación recorriéndola.

—En el escenario que me plantearon, en el caso de una ciudad de las dimensiones de la ciudad de Creelzar en el condado del mismo nombre, se esperarían al menos pérdidas de más de mil salires en productos, quizá al menos cinco mil en daños inmuebles. —Eso era muchísimo dinero, y ni siquiera se contaban las pérdidas humanas.

Estaba consciente de que lo que iba a contestar podía ser algo controversial, pero era la única respuesta que podía pensar.

—Para minimizar los daños y poder seguir con la vida, sería necesario incrementar un poco los impuestos de las zonas no afectadas y disminuir la de las afectadas; con prioridad en aquellas actividades económicas que pueden generarnos más riquezas como reino en el futuro.

Hubo un incómodo silencio entre los miembros del Consejo. Se vieron entre ellos, como si de verdad estuvieran teniendo conversaciones enteras.

—¿Cómo determinaría qué zonas necesitarían dar más impuestos?

—Aquellas que prosperan más.

Sabía que era probable que no les gustara lo que les estaba diciendo. Ellos, como propietarios de grandes tierras, podían llegar a estar en la posición de pagar más impuestos para ayudar a los demás, pero Aurora esperaba que entendieran que, si estuvieran del otro lado de la situación, les ayudaría.

Tembló incluso más, pero la sonrisa de Donovan le agradaba.

—Y por supuesto que la familia real asumiría una gran parte del gasto.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora