Capítulo 14 | Navidad

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El número de capas de ropa tenía que ser un nuevo récord. Además de la interior, el vestido y la túnica de manga larga, tenía dos capas: una de manga larga y otra que sólo le cubría los hombros y tenía una capucha. Oh y, además de esa capucha, un gorro y el velo.

Era demasiado. Cuando se lo puso, frente a la chimenea, había sentido que se ahogaba en tela. Era un horno y pensó que se desmayaría por falta de aire. Pero, después, cuando estuvo en el bosque rodeada de escarcha y pisando charcos, apenas eran suficiente.

Seguía a Julius, el amigo de Aurora, bastante de cerca. En algún punto, él le ordenó a todos los demás cazadores que se fueran hacia diferentes lugares, y ellos se quedaron juntos.

—Aurora me dijo que cazabas cuando necesitabas pensar —dijo con una sonrisa de medio lado y le tendió una lanza—. Me gustaría ver qué tal lo haces.

Nairi sacudió la cabeza.

—¿Crees que podrías darme tu arco? —Se encogió de hombros—. Me gustan más las armas de distancia. Matar en sí no me agrada.

Julius asintió y le dio el arco y la aljaba de flechas. El tiempo pasó lento, pero lograron cazar principalmente aves. Ni siquiera el silencio incómodo logró molestar a Nairi, que cuando tenía que concentrarse en encontrar comida, nada la podía distraer. Estaba en su elemento y, por más que le disgustara tener que ver sangre, destazar o matar, era algo que se sentía cómoda haciendo porque lo había hecho tantas veces atrás.

Le daba una sensación de urgencia, de supervivencia. De lo que estaba acostumbrada. Era confortante, y eso era triste.

Cuando volvían, poco antes de la comida, Julius se decidió a hablar.

—Aurora me contó lo de ustedes. —Como días atrás, el corazón se le paró antes de latir con frenetismo—. Fue antes de que le contara a Marie, y también me contó el error que cometió al decirme. Está muy arrepentida, ¿sabes? Y yo estoy incluso más arrepentido porque la razón por la que le dijo a Marie es porque yo me lo tomé fatal, ¿sí? Fui pésimo amigo, y luego le conté a Mabel, otra de las cosas de las que me arrepiento. Yo...

—Espera un segundo.

Plantó sus pies en la tierra y dio media vuelta para encarar a Julius, que tenía la cara incluso más roja que todo el rato que habían estado en el aire frío. No iba a contener las palabras.

—¿Entonces quiénes lo saben y por qué?

Julius cerró los ojos y, cuando los abrió, parecían tener miedo. Decidió bajar sus manos, hechas puños, y dejarlas colgando a sus lados, acompañadas de profundas respiraciones.

—Primero fui yo, porque Aurora necesitaba a alguien con quien hablar. Yo... reaccioné mal y le dijo a Marie, por la misma razón. Luego yo le dije a Mabel, porque necesitaba a alguien con quien hablar, pensando que yo tenía la razón de haber reaccionado como reaccioné, pero Mabel me dijo que yo era un estúpido y que estaba haciendo todo mal y me dijo que a ella le gustaban los hombres y las mujeres y... —Julius suspiró y juntó ambas palmas frente a su cara, soltando los sacos con las presas—. Lo que quiero decir es que lo siento. Por favor, no te enojes con Aurora. Ella quiere lo mejor para ti.

Nairi dio media vuelta sin decir más. Necesitaba tiempo para pensar cómo se sentía respecto a Aurora y a todo lo que pasaba a su alrededor, porque una parte de ella se sentía en constante peligro, otra se llenaba de agradecimiento y otra sólo mantenía la incertidumbre a flor de piel siempre que podía. No entendía qué sentir, o qué pensar, y decidió que no era momento.

Luego lo haría.

***

A diez días del cumpleaños de Marie, Aurora mandó a Corrina y Agnes a traerle comida y se sentó con Nairi en su torre, a la luz de una simple vela.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora