Capítulo 21 | Evasión y comunicación

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Cuando se levantó esa noche por culpa de las pesadillas, agradeció que Aurora la mantuviera entre sus brazos. No era que le fuera a contar, pero sintió mucha más esperanza cuando, al limpiarse las lágrimas, los brazos de Aurora irradiaban un calor muy confortante.

Se quedó mirando hacia el vacío a través de las cortinas cerradas de la cama y aguantó las ganas de llorar con más fuerza. La respiración de Aurora se sentía regular contra su espalda, pero no quería tentar al destino.

—¿Estás bien?

Como acto reflejo, todos sus músculos se tensaron. Le costó unos segundos recordarse que no estaba en peligro y que podía relajarse. Iba a estar bien, Aurora no le haría daño. Tenía que tranquilizarse si no quería oír su interrogatorio.

—Muy bien. Duerme.

Logró que su voz no sonara demasiado rota. Una victoria.

Aurora le dio la vuelta con suavidad, logrando que ambas quedaran frente a frente. Acunó su cara con sus manos y le limpió el resto de lágrimas.

—No vamos a funcionar si no hablamos. Tenemos que comunicarnos, ¿lo entiendes? Puedes decirme lo que te pasa.

—No es nada, Aurora, estoy bien.

Aurora suspiró.

—Por favor, no insultes mi inteligencia. Incluso una tonta sabría que no lo estás. —Besó su frente—. ¿Sobre qué sueñas?

—Juro que no sueño contigo, si es lo que te preocupa. Si lo hiciera, no estaría llorando, por el contrario, estaría muy...

—Nairi, ahora no. Cuéntame, a veces eso ayuda a ver que no es real.

—No quiero hablar de ello.

Aurora la abrazó con fuerza, escondió su cara en el hueco de su cuello, y subió y bajó su mano por toda su espalda. En contra de su voluntad, todos los músculos se le tensaron.

—¿No confías en mí?

—¡No es importante! —gritó un poco más fuerte de lo que le gustaría—. Sólo no importa, ¿sí? Déjalo.

No mucho después, su espalda comenzaba a humedecerse. Le tomó unos segundos darse cuenta que eran las lágrimas de Aurora. Oh, no, volvía a cagarla. ¿Acercarse a ella había sido un error? La estaba lastimando, y había prometido que sería mejor. Al parecer, tampoco sabía cumplir promesas.

—Perdón. Es sólo difícil.

Se separó de Aurora y se sentó, envuelta en las sábanas, intentando mitigar el frío.

—Siempre lo va a ser. Pero si te cierras, si no me hablas, te harás infeliz y yo... —Aurora cerró los ojos y los apretó—. No quiero que sufras tanto. Hablarlo debería de ayudar, creo.

—Hablarlo lo hace más real. —Aurora la miraba en silencio, todavía acostada en la cama—. Casi todos los días sueño con Yamin. Con su muerte, con cómo soy culpable de ella...

—Tú no eres culpable de eso. Yo lo soy. Yo lo llevé en ese plan suicida...

—La cosa es: sí soy culpable. Él hubiera ido con tu plan o sin él, y al menos con tu plan yo viví. —Sacudió la cabeza—. Es mi culpa. Él me dijo que no fuera al castillo, que era peligroso, que estaba haciendo mal. No lo escuché, y gracias a que fui y me descubrieron es que está muerto.

Su cuerpo se sacudía con violencia. Se cruzó de brazos, intentó respirar profundo, intentó parecer como que no le afectaba. Pero era demasiado tarde, había abierto el grifo y el agua salía a presión.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora