Capítulo 28 | El momento en el que el mundo se derrumbó

406 61 27
                                    

Habían pasado quince horas cuando el cuerpo de Nairi apareció en el catre, según lo que Mabel le había contado. Pensó que se había retrasado un poco, pero ya habían pasado quince horas y todavía no había despertado. Siempre habían sido doce, ¿no? ¿Por qué ahora tardaba más?

Y hervía en fiebre. Estaba segura que estaba tan caliente como el agua en ebullición. Por más que le quitaba lo más de ropa que podía, por más que la mantenían fresca y con paños húmedos, su temperatura no bajaba, y la cantidad de lágrimas que ella producía, tampoco.

—¿Por qué no despierta? —murmuró.

—No tengo ni la más remota idea —contestó Mabel. Colocó una de sus manos sobre el hombro de Aurora y apretó con suavidad—. Ire a traerte algo de comer.

Aurora se había brincado el desayuno para ir corriendo con Nairi. Marie le había explicado la situación a Leah que intercedió por ella con Estéfano y la excusó. Ya casi era la hora de la comida y no había probado bocado.

Se sentó en la mecedora cerca del catre de Nairi y tomó su libro. Leer y estudiar era lo único que podía hacer en ese momento para no perder la cordura. Mabel llegó con comida pero, en cuanto la tragó y cayó en su estómago, se dio cuenta que no podía comer más. Había fuego en su vientre y no podía seguir alimentándolo.

A las dos de la tarde, dieciséis horas después de que había vuelto, comenzó a notar que gruñía. Su fiebre había desaparecido y parecía estar recuperando la consciencia. Se acercó a ella.

—¿Nairi, estás bien? ¿Te puedes mover? ¿Ayudo en algo?

Un gruñido fue su única respuesta. Esperó un largo rato, quizá media hora, hasta que logró hablar y ponerse de pie.

—Me alegra ver que estás bien —dijo en cuanto logró hablar.

Aurora comenzó a reír sin saber cómo más reaccionar.

—¿Hablas en serio? A mí me alegra ver que no te moriste —respondió un poco más alto de lo esperado. Tomó un vaso y lo llenó con la jarra que Mabel tenía en mesita. Se lo tendió a Nairi y la ayudó a beber. Parecía que apenas podía mover sus brazos, que estaban débiles—. ¿Te sientes bien?

—No del todo, pero es normal. Estaré bien, dame un poco de tiempo.

Aún así, Aurora le contó con detalle todo lo que le había pasado, todo el tiempo que le había tomado despertar, y Nairi frunció el ceño.

—No sé qué pasa, pero también tardé mucho en despertar allá. Gyneth estaba a punto de perder la cabeza —dijo entre risas—. Pero todo está bien. Sólo tardo un poco más. No hay de qué preocuparse. ¿Qué ha pasado aquí?

—Ni idea. Estaba muerta de la preocupación por ti, he pasado todo el tiempo posible aquí.

—No era necesario. Estoy bien.

—Y más te vale seguir así.

***

Dos días después, llegó Felipe. Aurora y Nairi estaban estudiando en la biblioteca, con Corrina y Agnes a su lado jugando damas. No parecían interesadas en absoluto en lo que estaban hablando, y se habían concentrado en hacer su convivencia lo más profesional posible para que no se interesaran.

Marie entró por la puerta, escoltada por sus tres doncellas, y les hizo una señal con la mano.

—Felipe llegó. Y llamó a una reunión en la Gran Cámara.

Las doncellas se tuvieron que quedar afuera, incluyendo a Nairi, porque Estéfano sólo quería que, cualquiera que fuera la información que Felipe trajo, la escuchara sólo la familia real... y Julius, que necesitaba saberlo.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora