Capítulo 36 | Descubriendo el pasado

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—¿Qué esperas encontrar aquí? —preguntó Nairi. Observó alrededor. Era una pequeña habitación de con diez catres plegados en una esquina, un baúl gigante en una esquina y una pequeña chimenea. Era uno de los cuartos en los que los caballeros del marqués de Shirza dormían, y la habitación donde Sir Ralf había pasado meses durmiendo.

—No tengo idea, Nairi. Dudo siquiera que aquí haya algo de información, sobre todo si Felipe lo reclutó después de que él llegara al castillo como suponemos.

Era más que una suposición. El marqués había elegido a los caballeros y ellos no habían tenido decisión en ello; sería una casualidad extrema, casi imposible, que Ralf se hubiera aliado a Felipe y luego hubiera sido elegido. Aún así, la única manera de encontrar algo de información era buscar entre sus pertenencias en Shirza, porque no habían encontrado nada en sus pertenencias en el castillo.

Pero ahí tampoco.

—Creo que lo mejor sería preguntarle a sus conocidos, a sus amigos. Alguien tiene que saber algo —dijo Nairi.

Julius se encogió de hombros.

—Supongo que no tenemos un mejor plan.

Ninguno quería pensar que su viaje a Shirza había sido en vano. Ya habían interrogado al marqués, ya habían buscado entre sus cosas, y nada aún. La preocupación incrementaba con cada callejón sin salida con el que se topaban.

Interrogaron a todos sus compañeros de cuarto y al resto de los caballeros con los que convivía a diario. Ninguno de ellos les pudieron dar información relevante.

—Era un gran tipo, siempre queriendo hacer lo correcto —les dijo uno.

—Él era muy del tipo «sigo mi propio código, siempre haciendo el bien» —les dijo otro.

—Cuando se fue de aquí actuó exactamente igual que siempre —les decían todos.

Geoffrey fue el último caballero al que entrevistaron; era, al parecer, uno de los amigos más cercanos de Ralf.

—¿Desde cuándo lo conoces?

—Desde los siete años, desde que ambos nos unimos como pajes. Somos lo más cercano que tenemos a familia —dijo Geoffrey con el ceño fruncido.

—¿Notaste alguna inconformidad con el sistema, con el rey o el marqués, incluso? —preguntó Nairi.

Geoffrey se tomó unos minutos para pensar.

—Para nada. Él estaba bastante orgulloso de ayudar a su reino. Le encantaba hacer cumplir la ley, velar por la seguridad de aquellos que protegían a la gente —informó.

—¿Algún suceso importante estos últimos meses, años? ¿Algo que haya podido servir de precedente para un ataque así? —Geoffrey negó—. ¿En algún momento sufrió alguna pérdida importante, algo que lo haya alterado o entristecido? —cuestionó Nairi.

—¿No? Sólo recuerdo la muerte de su padre cuando él tenía once; su madre murió en el parto. —Hizo un gesto con la mano en el aire—. Pero eso fue hace muchísimo, y su padre murió enfermo. No veo por qué eso sería relevante ahora. —Geoffrey hizo una mueca—. La otra única tristeza que puedo recordar fue como diez años atrás, cuando murió la marquesa.

—¿La marquesa? ¿Por qué?

—Porque era nuestra amiga. Era un amor de persona, todo el mundo la quería; para entonces teníamos como veintitantos años, caballeros recién nombrados, y ella era el tipo de persona que siempre nos consentía. Nos horneaba galletas, nos invitaba a ver pantomimas con ella, incluso intercedía por nosotros con el marqués para que tuviéramos más días libres. Todos la amábamos mucho. Cuando murió, fue duro para todos.

La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora