No era parte de todo lo que habían hablado los demás y ella, pero era algo en lo que no había dejado de pensar. Por más que Weslia no fuera a iniciar una guerra, su reino no había estado tan vulnerable antes, y ella, viuda, no ayudaría mucho a la situación. Respiró profundo y terminó con sus listas: del lado derecho de la hoja tenía todas las ventajas de casarse con el marqués de Ekroe, y a la izquierda todos los contras. La lista era esclarecedora:
«Ventajas: mi reinado será más fuerte, será más convencional. Tendré el apoyo de más gente. Podré echarle la culpa a Donovan de mis movimientos más arriesgados, con mayor probabilidad de aceptación. Me sentiré menos expuesta. Protegeré a Nairi. Donovan tiene mucho carisma, quizá me pueda ayudar con personas con las que no quiero lidiar/que no quieren lidiar conmigo».
«Contras: no quiero, y me siento horrible al tener que prometer fidelidad a alguien por quien no siento nada. No le puedo contar lo de Nairi, por seguridad».
Una era una mentira, el camino más fácil, pero a la vez era el camino más difícil. Era el camino que la había llevado a esta situación, para empezar, y uno que, sentía, a la larga la afectaría más. Le dolería emocionalmente... Pero le serviría de tantas otras formas...
—¿Qué diría mi madre? —preguntó en alto cuando sus pensamientos se volvieron demasiado abrumadores—. Ella diría que... se tienen que hacer sacrificios; que es más importante el reino que mis sentimientos, que todo lo que hago tiene consecuencias. —Bufó. Demasiado tarde para recordar ciertas palabras, ¿no era así?—. Mi vida no es acerca de lo que quiero, es de lo que debo hacer. El deber es primero —dijo, decidida.
Decidida, pero por dentro su estómago gritaba que no estaba haciendo lo correcto.
***
La muerte de Felipe se hizo pública el día siguiente. La versión oficial decía que, durante la madrugada, una figura encapuchada había atacado al castillo y matado al joven príncipe. Aunque dijeron que investigarían su muerte, sólo esperaban el momento ideal para decir su más grande mentira al respecto: que creían que había sido la traición de una persona de su misma operación, que Felipe no había entregado lo que había prometido. ¿Era creíble? Dependía de lo que la gente oía o veía, así que Aurora se encargó de actuar como lo que se suponía que era: una persona traicionada buscando al asesino del asesino de sus padres.
Después de la comida en la Gran Cámara, Donovan se acercó a Aurora para presentar sus respetos.
—En realidad no sé cuál es el protocolo para decir «lamento pero no lamento que el asesino de sus padres haya sido asesinado» —dijo con una sonrisa de medio lado—, así que disculpará mi falta de educación.
Aurora no pudo evitar sonreír. El resto de los nobles habían presentado sus condolencias como si Aurora hubiera amado a Felipe, incluso tras la traición, y estuviera sufriendo. Cada reverencia y pésame había sido más incómoda que la anterior. Pero ahí, justo cuando todos se habían retirado y Donovan y ella estaban solos, Aurora podía respirar un poco mejor.
—Ciertamente cualquier muerte es una desgracia, pero no lamento esta —dijo Aurora—. Sólo no le diga a nadie que dije eso.
Estaba siendo muy arriesgada, diciendo cosas así. Pero quería saber la reacción del marqués, qué tan leal le era y cómo pensaba él.
—Mis labios están sellados, Majestad. Y, no le diga a nadie, pero me parece que sería extraño que respondiera de cualquier otra manera —respondió Donovan con una sonrisa. Hizo una reverencia—. Me retiro, Majestad. Que disfrute su tarde.
Se irguió y fue hasta la puerta. No fue hasta que la tuvo abierta y casi la atraviesa, que Aurora logró abrir la boca.
—Espere, marqués —dijo Aurora. Donovan se dio media vuelta—. Me gustaría hablar con usted algo de mucha importancia.
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La heredera durmiente: el despertar © [TERMINADA]
FantasyEsta es la secuela de "La guerrera durmiente: la maldición." La primera parte está terminada en mi perfil. *** Casi siete meses después de caer bajo el hechizo de Maléfica, Aurora despierta. Ya no es la misma joven que huyó del castillo, pero l...