11. El despertar.

13.1K 734 29
                                    

Capítulo Once

El despertar.

Alex McKay.

Lo primero que siento al despertar es algo caliente a mi lado, el peso en mi pecho y el contacto entre su piel contra mi pecho me toma por sorpresa, entonces abro los ojos y la veo.

Ella, tan frágil encima de mi, desde que entre a esta vida he asesinado a tantas mujeres que me parece flipante. Es decir, ¿Por qué me estoy comportando cómo un maldito adolescente?
Que tiene que contratar a dos matones para que ella lo llame, porque la niña no se digno a llamarlo después de la pelea.

¿Qué demonios estaba pasando?

Me sentía tan mal no quiero, no puedo, no debo dañarla. Ella es tan frágil, tan linda, no merece una mierda como yo, pero… no se lo que ella quiere… pero si estoy seguro de lo que yo quiero. La quiero a ella, conmigo, solo eso.

Mi iPhone vibra en su mesita de noche, y lo agarro entre mis manos, contesto la llamada de inmediato con solo leer el nombre.

— Alex, ¿Dónde coño estas metido?, — Andrés habla a través se la línea telefónica, — ¿Alex?

— No me lo creerás pero, ¿Qué pasa?

Bufa, — Vamos, Alex, Dímelo.

— Ya. Andrés, no te lo diré, — no hay una persona más metiche que Andrés en esta vida, — solo dime que pasa.

— esta bien, llego el cargamento y no es solo eso, — se queda callado, — Hay algo de lo que debes preocuparte mucho más…

— Andrés, ¡habla ya!

— Ok, Ok, amargado. Recibimos otra amenaza de Daxon y va contra de Mia, Amber y Katy.

¡Bingo!

Así nadie tiene que enterarse que fui yo, Daxon sin darse cuenta a colocado todo a mi favor. Solo queda fingir.

Dios mío, — ¡Maldición, esto fue obra del maldito de Daxon!

— ¿Qué? ¿Paso algo? ¿Éstas bien?

Ignorando sus preguntas, hablo, — Salgo de inmediato para allá.

Me volteo y veo a mi princesa, esta parada alado de la ventana mirándome con una sonrisa. Lleva puesta mi camisa negra y unos vaqueros súper cortos dejándome ver todas sus piernas. Es tan bellísima y perfecta, Dios, ¿Qué hago?

— Hola, — Habla sonriendo.

— Hola, princesa, — le extiendo mi mano sentando de nuevo en la cama, ella agarra mi mano sentándose en mi regazo.

Su acción si que me sorprendió un poco, — ¿Sucede algo?

— Te ves preciosa cuando te levantas, ¿Lo sabes?, — ignoro su pregunta cambiando el tema.

Sonríe sonrojada haciéndome reír, — No, no es cierto, Alex y deja de decirme esas cosas haces que me sonroje.

— Claro que te ves hermosa, — paso mi mano por su mejilla, — y lo siento pero es la verdad.

Tengo ganas de besarla, titubeo un poco pero al final me voy acercando lentamente y al final lo hago. La beso lentamente disfrutando cada parte del beso, chupo su labio inferior para luego lamerlo dejándolo un poco rosado.

Conectamos nuestros ojos y puedo ver lo sonrojada que esta. Ya no puedo, ya no puedo alejarme su inocencia me a atrapado para siempre. La necesitó solo para mí, ella es mí princesa, solo mía.

— Alex… si tienes que irte, — no respondo esperando a su siga y lo hace, — puedes hacerlo yo estaré bien mientras no salga y mantenga las puertas cerradas no me pasara nada…

Interrumpo, — No, Mia, te vas conmigo.

— ¿Qué?… no, Alex, no puedo.

— ¿Por qué no puedes? Se supone que es peligroso que te quedes aquí, te vas conmigo y punto, — afirmó mirándola a los ojos.

Abre la boca para replicar pero la cierra al ser interrumpida.

—No esta en discusión, princesa.

—Pero, Alex…

—No, dije que te vas conmigo.

Puede que piense que soy un posesivo pero no voy a dejar que se quede aquí sola sabiendo que Daxon esta haciendo de las suyas. No dejare que le haga daño a mi princesa porque me moriría si le pasara algo, supongo que ella es como mi tesoro, un tesoro único y llamativo que me ha hechizado desde el momento que la vi.

— Alex, me voy a sentir como una carga para ti, — habla incomoda jugando con el bragueta de su short.

Ella no sabe el efecto que causa en mi y lo que mucho me emociona verla jugar con la bragueta de su short. Soy hombre y la deseo de una manera que debería ser ilegal, pero al menos se que todo lo que tenga la palabra "ilegal"  me llama la atención.

—Mia, ya te lo dije— ruedo los ojos.

— Esta bien, me voy a arreglar, — se mueve un poco encima de mi provocando que me tense ante su movimiento.

—Mia, no hagas eso.

Ríe, — ¿Qué? ¿Esto?— se mueve de nuevo, con una gran sonrisa burlona en su rostro, pero para mi no es gracioso, nada gracioso.

Sujeto con una de mis manos agarrándola de la cintura mientras la otra la paso lentamente por su pierna, sus movimientos me vuelven loco y debo controlarme. No quiero sobrepasarme pero ella tampoco me ayuda.

— Mia…— me muerdo el labio para no gemir, — Estas jugando con fuego y te puedes quemar.

Me mira colocando su mano casi encima de la bragueta de mi pantalón, me tenso y ella ríe. Puedo ver la diversión en sus ojos pero en este momento puedo sentir la presión en mi miembro y mi poco auto control se va a terminar yendo.

— ¿Ah, sí? — me le acerco quedando a poco centímetros de sus labios, — y… si eres tú quien termina quemado.

—Me quemare feliz.

Sin más la beso, pero este beso no es nada tierno. Es salvaje y apasionado, esta lleno de lujuria, la deseo de una manera increíble, y eso puede ser un gran problema. Ella pasa su lengua a mi boca tomando el control del beso, mis manos encuentran su trasero y apretó uno con deseo ella ahoga un gemido en mi boca.

Me estas volviendo loco…

—Debemos parar, Alex— habla en mi boca y no dejo de besarla.

Mi parte pensante de mi cerebro me dice que tengo que parar pero mi miembro va a explotar de dolor si no puedo estar dentro de ella.

— Esto se puede salir de control.

Se levanta caminando hacia la puerta cuando la habré, me mira, — Eres una niña traviesa, — sonreímos y ella se ruboriza.

— solo contigo.

Su tono seductor no pasa desapercibido, supongo que yo saco esa inocencia de ese cuerpo, ella debería ser un delito, ella es mi delirio. Estoy dispuesto a todo solo por unos besos.

Fantástico, Alex, a ver y como hacés para no descontrolarte en cualquier momento y hacerla tuya de una vez por todas.

Tú eres mía, princesa© (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora