Capitulo 30 (Epilogo)

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- Con paciencia chicos. Las cosas no se aprenden de un dia para otro. - Intentaba explicarle Rich a su hijo y a la amiga de este a usar bien lo que era el arco (más que todo por petición de Camila)

- Pero como quieres que lo haga - Reprochaba la niña de doce años al padre de su amigo mientras volvía a tomar otra de las flechas para tensar con el arco.

- Sube un poco más tu brazo - El azabache mayor se le acercó a la hija de sus amigos colocando un poco más arriba, tensando la cuerda - Listo, ahora apunta un poco más arriba del centro, no tanto.

Se encontraban en una pequeña práctica del tiro con arco pasando el rato mientras esperaban a que pasara el tiempo para empezar con las pequeñas actividades que los de aquella villa tenían planeadas para el festival de primavera. Rich planeó una yincana con niños y adultos, así que todos esos días estuvo demasiado ocupado como para pasar la tarde con su hijo o con su esposo, por eso el quería pasar un pequeño tiempo con su pequeño, al menos para enseñarle algo.

Samu solo rodó sus ojos, apuntando hacia el tablero que estaba colgando en un árbol para apuntar y disparar una flecha, dándole justo en el centro de este.

El chico al ver como le había atinado, se apartó algunos mechones grises de su cara mientras se secaba las pequeñas gotas de sudor que tenía en la frente, volteando a ver la cara de sorprendida de Camila y la orgullosa de su padre - ¿Como lo hice Pa? - Preguntó este, también sintiéndose orgulloso dentro de sí mismo. Las lecciones que le había dado el pelinegro dieron sus frutos.

- Genial, como siempre - Fue lo único que le pudo decir, mientras se acercaba a él para darle un pequeño abrazo - ¿Que horas son?

La niña sacó uno de los relojes viejos que le había regalado Silithur en uno de sus cumpleaños, comprobando la hora - Las... ¿Cuatro y media? - Leía con dificultad.

- Ok... creo que nos tenemos que ir yendo - Aviso mientras se dirigía a por las flechas de Camila, la cuales se encontraban un poco más lejos del objetivo - Sam, Cami, ¿me ayudarían a recoger los blancos porfi?

- Vale - Respondieron ambos menores asintiendo mientras corrían a por los demás blancos.

- Tuviste demasiada suerte - Esto era demasiado normal en la amistad de aquellos dos chicos, siempre retando a ver quien era el mejor de los dos, sin importar que la chica fuera una omega y el chico un alfa.

- No se llama suerte, se llama de-di-ca-ción - Esto lo dijo de una manera como que educada mientras alzaba su dedo con un tono un poco agudo - Debes admitir de que soy mejor que tu señorita.

Ella solo rió - Ja, ni muerta diría eso.

- ¡Pero si es verdad! - Exclamó Samu interponiéndose en el camino de Cami

- En tu imaginación amigo

- ¡Obvio no!

- Niños - Escucharon los dos amigos al mayor, que los estaba llamando mientras se retiraba - ¿Se van a demorar mucho?

- No, ya vamos - Le avisó el niño mientras le daba unos leves codazos a la omega, que se encontraba con los brazos cruzados - Aunque siempre seré mejor que tú - Le susurro, recibiendo un pequeño golpe por parte de la otra.

Alcanzaron a su padre, que se encontraba mirando algunas hojas que había llevado a la práctica para estarlas revisando mientras cuidaba a los niños. La tarde se encontraba soleada, demasiado soleada, lo suficiente como para fritar un huevo en la acera, por eso los tres se encontraban con ropas demasiado holgadas.

Casualidad de la Vida (killerRich)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora