29 - .: Parte di me :.

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Y si te detuvieras un momento
podrías entender realmente qué es esto
que trato de decirte hace una vida
y me lo guardo para mi:
Eres parte de mí.

Parte di me - Zero Assoluto


***

—¿A qué hora sales hoy?

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—¿A qué hora sales hoy?

—A las tres y media.

—Entonces no vayas a la librería. Espérame aquí, que pasaré a buscarte. Tengo una reunión en la editorial y nos queda tiempo justo para llegar al club.

Asiento y abro la puerta del coche.

—¿Tienes todo?

—Sí.

—¿Necesitas dinero?

—No, papá —digo poniendo los ojos en blanco, y Marco me mira chino.

—No me digas así.

—Entonces no me trates como Bruno.

—Estaré aquí a las tres y media. Ciao, Clara —Marco mira al frente mientras se pone los lentes de sol, avisando que se irá, me haya bajado del coche o no, así que más me vale apurarme.

Ya hace dos semanas que arrancó mi rutina de clases y viajes con Marco y estoy pensando seriamente en aprender a andar en bondi. O conseguirme una bicicleta. No es que nos llevemos tan mal. Por momentos la pasamos súper bien, pero hay otros momentos en los que me siento un gato salvaje frente a un lobo feroz y creo que a él le pasa lo mismo. A veces nos despertamos con el mejor humor del mundo y el viaje es una fiesta de música y risas. Pero otras veces, como hoy, nos levantamos con el pie izquierdo y no hacemos más que ladrarnos.

Entro al centro de idiomas arrastrando los pies y pensando que la que se levantó con el pie izquierdo hoy he sido yo. Y que tal vez me he pasado con lo de decirle «sí, papá» en ese tono cuando él sólo estaba tratando de ser amable conmigo. Me he pasado con eso y con un par de contestaciones borde que le he regalado desde el desayuno. Pero se las merece. Soy consciente de que a nadie me sale contestarle como le contesto a él, pero no puedo evitarlo. Mucho menos los días que no duerme en casa. Empiezo a reconocer el patrón en el que venimos bien hasta que él duerme quién sabe dónde y con quién y yo me vuelvo una borde total. Pero reconocer el patrón no me habilita para poder cambiarlo. Al contrario, pareciera que a mayor conciencia más me empeño en dejar bien en claro que soy una estúpida, una celosa sin cura, una enferma de la cabeza.

Si tan sólo no fueran tan mágicos esos momentos en los que estamos bien, en los que nos entendemos casi sin hablar o nos hacemos reír el uno al otro. Si tan sólo pudiera entender de una buena vez que Marco no es para mí ni en mis sueños ni por todos los déjà vu del mundo, porque es mi hermanastro, porque es dieciséis años más grande, porque es Marco, un fucking Modelo De Lentes Prada que jamás se fijaría en una ñoña infantil como yo. Mucho menos siendo yo la hija de Bruno.

El viaje de ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora