46 - .: Elecciones :.

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Llévame lejos, llévame hoy
o jamás podré irme [...]
Ahora que te necesito
estás fuera del marco

Quicksand - Travis

***

CLARA

A las ocho de la mañana, cuando escucho la llave que gira en la cerradura de mi puerta y los pasos que se alejan por el pasillo, estoy vestida y lista para ir a dar mi examen. Para ir. Nada más que eso. Porque no he dormido ni un minuto, por supuesto no he podido seguir estudiando y desde luego que mi mente está en cualquier cosa menos en las conjugaciones verbales. Por un lado quisiera no ir: me duele mucho la cabeza y solo tengo ganas de seguir llorando. Por el otro, no veo la hora de salir de esta casa. Es probable que una vez afuera comience a correr y no pare hasta llegar a Marco. Pero ni siquiera sé dónde está.

Me asomo al pasillo, y como no veo ni oigo nada, me meto en su cuarto, como he hecho cada noche de la última semana y media, y cierro la puerta detrás de mí, con el corazón latiendo fuerte. Su perfume me da una bofetada tan inesperada que tengo que cerrar los ojos, y cuando logro abrirlos y mirar alrededor, se me aflojan las rodillas. La cama sin tender y el armario abierto y a medio vaciar me hacen revivir la horrible noche que hemos pasado y entender, a los golpes, que Marco se ha ido. Se ha llevado su ropa y se ha ido. Tomo aire, tratando de pensar que no importa, porque me iré con él, esté donde esté y como sea, y camino algo tambaleante hasta la mesa de luz en busca de mi teléfono, pero no está. Ni en la mesa ni en la cama ni en el piso, y negándome a pensar lo peor logro salir de ese cuarto sin hacer una escena melodramática, abrazada a las cosas que quedan de Marco en esta casa.

Cuando bajo, papá está leyendo el diario en la mesa de la cocina, como todas las mañanas. Como si nada hubiera pasado. Salvo que esta vez, al verme, no me saluda ni sonríe. No se le mueve un pelo, eso sí, y yo quedo ahí, parada y sin saber qué hacer o qué decir. Hasta que veo sobre la mesa mi teléfono y mi notebook, alineados uno al lado de la otra, como si estuvieran ahí de rehenes. Papá sigue mi vista y entonces se mueve por primera vez para señalar la silla ante mis pertenencias y luego mirarme.

—Siéntate —ordena, y yo obedezco porque no sé qué otra cosa hacer. Él cierra el diario y se pone de pie. Veo cómo va hasta la cafetera, llena una taza con café y vuelve a la mesa. Cuando pone la taza ante mí y extiende la panera con tostadas, no puedo evitar negar con la cabeza—. Come.

Me cruzo de brazos y vuelvo a sacudir la cabeza. Esta vez sé que lo miro con odio, aunque ver sus ojos chispeantes de enojo me da más miedo que morirme ahogada, y bajo la vista para clavarla en mi teléfono. Me pregunto si tendré un mensaje de Marco. Me pregunto si podré encerrarme en mi cuarto y llamarlo y volver a escuchar su voz luego de una noche tan negra. Me pregunto si será posible que hoy me dé uno de sus helados para la resaca de llorar. Pero papá me arranca de mi mente cuando empieza a hablar, porque jamás tuve el magnífico honor de escucharlo hablar así.

—No sé qué fantasía de Disney tienes con Marco, Clara, pero no dejaré que te arruine, si no te ha arruinado ya —gruñe y yo abro la boca para decir algo, no sé qué, pero él con un gesto amenazador logra que por poco me muerda la lengua—. Por supuesto, puedes tomar ese móvil, llamarlo, ir corriendo a buscarlo, lo que quieras. Eres libre de hacer lo que quieras. Pero tienes que saber que va a quebrarte. Y si eliges eso a conciencia, yo prefiero no ser parte de tu vida.

—¿Q-qué significa eso?

—Significa eso. No seré parte de tu vida si decides tirarte al vacío. No lo consentiré jamás. Y si resulta que no puedo evitarlo, prefiero apartarme.

Pestañeo, completamente aturdida. No me esperaba ni una sola de sus palabras. Y no me agradan para nada. Creo que si me hubiera puesto en penitencia o me hubiera dicho que tenía terminantemente prohibido verlo, me hubiera sentido mejor: me hubiera sentido una hija discutiendo con su padre. Pero al parecer, eso no sucederá en mi vida de hija. Jamás.

El viaje de ClaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora