Capítulo 30: El hombre de mis pesadillas

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Recientemente aprendí que no importa cuantos años lleves al lado de una persona, nunca la llegarás a conocer por completo. Laian y su familia es un claro ejemplo de eso. Me mostraron una imagen que yo compré completamente, una familia perfecta con un estatus alto y respetado, correctos y distinguidos, pero eso es solo una mascara. Porque en realidad son unos hipócritas, encubridores que buscan que nada manche su imagen.

Me encuentro corriendo en un pasillo largo, estoy cansada, necesito aire, mis pulmones me duelen, ya casi va a alcanzarme, ya puedo sentirlo, tengo que llegar. Ya la veo, ahí está.

"TERAPIA INTENSIVA"

Me abalanzo contra la puerta.- ¿Dónde está? ¿Dónde está?- le pregunto desesperada a una enfermera.

- ¿ A quién busca, señorita?- me mira sin entender.

- A ella.- respondo.

- Está detrás de esa puerta.- responde señalando detrás de mí una puerta. Me dirijo hacía ella y al entrar, la veo, ahí está. Su pulso es débil, tiene respirador. Me acerco lentamente hacía ella, tomo su mano.

- Estarás bien, Irina.- le susurro al oído y en ese momento el monitor cardíaco se vuelve loco, al mirarlo las líneas suben y bajan con rapidez y los médicos comienzan a entrar.

- Señorita, tiene que salir.- dice la misma enfermera que me indicó la habitación. Me empuja y me tironea para que salga de ahí. Pero cuando mi vista vuelve a Irina, ya no es Irina.

Soy yo.

Estoy en shock mirándome a mí misma, en mi estado más critico.

Los médicos intervienen y entre ellos hay uno que conozco. Comienzan a darme electrochoques, pero parece que no funcionan.

- Ama, quédate con nosotros. Ama no me abandones, no me dejes.- dice Eloy tirando encima de mí haciéndome RSP, pero de un momento a otro el monitor marca mí deceso, ya estoy muerta.- ¡AMA!- grita.

-¡AMA!- grita Lisa.

- ¿Qué? ¿Qué?- pregunto sobre saltada.

Un sueño. Era un sueño.

- Estabas moviéndote como una loca y susurrabas algo que no llegué a entender ¿Estás bien? Estas sudando.- dicen con extrañeza.

- Estoy bien, solo fue un mal sueño.- digo sacándome el pelo de la cara, mientras me incorporo en la cama.

- Cris se puso en plan chef y preparó un desayuno rico, vamos.- dice.

- Me cambio y bajo.- digo mientras salgo de la cama.

- Ama.- me llama antes de salir.

- ¿Qué pasa?- pregunto mirándola.

- No te cierres conmigo ¿Sí?.- suelta.- Puedes ocultarle lo que quieras a los demás, pero yo sé que hay algo que no está bien y estoy aquí para ti, lo resolveremos juntas ¿ de acuerdo?- dice.

Es como si supiera algo, o como si lo imaginara, algo intuye o puede ser que Cristian le haya dicho.

- Claro.- digo con una leve sonrisa.

Esto ya se me está saliendo de las manos y creo que es momento que comience a contar la verdad porque así será más fácil sanar de todo el daño que me ha hecho. Porque puede él que no esté más conmigo, pero de alguna manera sigue estando aquí.

- ...Y le dijo, sí claro yo te llamó y no lo llamó nunca más.- cuenta Lucio muy animado y todos ríen vaya a saber de qué.

Están todos sentados en la mesa del comedor y sobre la mesa hay tostadas de pan blanco y pan integral, mermeladas y dulce de leche. Té, café, una gran variedad de frutas desde manzanas y bananas, hasta kiwi y melón. Cristian sí que se esmeró.

Cuando Caiga el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora