Capítulo 12: Al Caer el Sol

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Cuenta una antigua leyenda griega que Perséfone, hija de Zeus y Deméter, fue raptada por Hades, el dios del inframundo. Su madre Deméter vagó por la tierra buscando a la muchacha, hasta que Zeus quien había sido el cómplice del rapto de su hija, le ordena a Hades devolverla, pero ya era demasiado tarde, la joven se había casado con él y comido una semilla de grada la cual la dejaba atada al inframundo y a las manos de Hades por la eternidad.

Si bien la leyenda sigue y explica como Zeus intercede ante Hades para que su hija pueda volver con Deméter quien era la diosa de la tierra y la agricultura, y desde que la muchacha se fue, la tierra quedó estéril. Yo quiero detenerme en la parte que Perséfone come una semilla de granada quedando condenada al inframundo.

Según quién nos haya contado o dónde hayamos leído la historia van a decir que Perséfone se enamoró de Hades y por eso no volvía a la tierra. Otros van a decir que fue por comer la semilla que se enamoró, en fin, siempre es lo mismo, Perséfone quedó atada a Hades y enamorada de él.

Si está leyenda la aplico a mi vida, yo soy Perséfone y Lai es Hades, el dios de mi inframundo, pero también representa la semilla de granada. Esa semilla que tanto para Perséfone como para mí, significaron una sola cosa, la perdición.

- Bien Laian, ya que no nos acompañaste la sesión anterior ¿Hay algo que nos quieras decir? En mi opinión yo creo que sí, pero no te forzaré a que digas o hagas nada que no quieras hacer.- dice la Dra. Hoffman, esta es la segunda sesión con ella y la primera a la que Laian asiste, está calmado y muy relajado, nos sentamos en el mismo sillón de la sesión anterior. Él está derecho y con su espalda contra en respaldo del sillón y las manos en sus piernas.

- Es que no hay nada para decir.- contesta él.

- Laian, la última vez que Ama vino su nariz estaba casi rota.- dice la doctora.

- Pero no tengo nada que decir. Sí. Yo fui. Yo lo hice. Fin- su tono de voz se elevó un poco, pero no pierde su postura.

- ¿Por qué no quieres hablar de eso?- pregunta.

- Mire, Dra. Hoffman. Acepte hacer esto por ella ¿Está claro? Pero no la dejaré meterse en mi cabeza.- aclara.

- No voy hacerlo, Laian, solo te pido que me expliques para saber cómo ayudarlos.- explica. Laian se acomoda y pasa la mano por su cabeza en señal de frustración y luego recarga sus codos en las piernas.

- Dijiste que lo intentarías.- digo mientras lo miro y pongo mi mano en su espalda.

- ¿Cómo es eso, Ama?- pregunta la doctora.

- Le dije que me iría en cuanto mi cara esté bien, él fue quien propuso la terapia.- respondo.

- No sé si dejare que te vayas, eso aún lo estoy pensando.- agrega y eso hace que la doctora Hoffman y yo lo miremos.

- Laian quedamos en que me iría, ya lo hablamos.- digo

- Sí, pero me arrepentí.- dice haciendo un gesto con los hombros.

- Laian, ella es libre de irse cuando ella quiera, no es de tu propiedad.- interviene la doctora.

- No, doctora, ella pertenece a mi lado, ella es mía.- aclara haciendo énfasis en "mí" y "mía"

- No, Laian. Ese es tu error, cada uno de ustedes son individuales, comparten sus vidas. Sí. Pero cada uno tiene el derecho de salir de la relación si lo desea, tú no puedes imponerle nada.- explica.

- No, doctora. Yo la amo, ella me ama ¿No es eso suficiente?

- ¿Qué es para ti el amor, Laian?- pregunta Glenda.

Cuando Caiga el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora