Advertencia: Busquen un té de tilo antes de leer. No digan que no les avisé. 😉
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Era una noche fría y otra vez el niño había causado problemas, a su corta edad de 8 años, sus padres no podían entender como un niño podía portar tanta maldad. Le había pasado por encima con su bicicleta al gato de la vecina rompiéndole una pata, le había pegado a sus compañeros de escuela causándoles graves lesiones. Su padre un hombre recto y honrado, había tenido la idea de mandarlo al reformatorio, a lo que su madre se opuso completamente. Decía que nada malo había en su hijo que era solo un poco más travieso que los niños de su edad.
Pero una voz muy en sus adentros le decía que su hijo no estaba bien, aún así ella intentaba callarla y mandarla a un lugar recóndito de su mente donde no pudiera oírla. A pesar de tener otros dos hijos, ella guardaba el secreto que aquel pequeño "travieso": como ella le decía para justificar sus malos actos, era su preferido por sobre los otro dos, incluso más que la pequeña bebé que dormía entre sus brazos. Acostó a la criatura y dejó que su esposo se encargará su hijo mayor y ella corrió a ver si su pequeño favorito de ojos grises ya estaba dormido.
Y ahí lo encontró, sentando en el piso jugando con un par de autos de juguete haciéndolos pasar por encima de dos hombrecitos vestidos de soldados.
- Mueran, mueran.- decía mientras los pasaba por arriba una y otra vez.
- ¿Qué haces, cariño?- preguntó ella, a cualquier madre le hubiera llamado la atención lo que el niño estaba haciendo, pero ella lo justificó para sí misma diciendo que era solamente un juego.
- Jugando.- respondió el pequeño como si fuera obvio.
- Ya es hora de dormir.- dijo ella.
- No.- dijo sin hacer el mínimo caso y siguió en su juego.
- Vamos a dormir.- volvió a decirle mientras agarraba un libro de la estantería, aunque sabía que al niño no le gustaban porque decía que eran cursis.
-No.- replicó.
- ¿Qué no has escuchado a tu madre? A dormir dijo.- el padre del niño apareció en la puerta de la habitación hablando con una voz severa.
- Pero no quiero.- lo enfrentó el pequeño. La cólera de aquel hombre subió hasta las nubes, ya no sabía cómo hacer para que aquel mocoso insolente entre en razones. Entró a la habitación arrastrado por su furia dispuesto a darle una buena bofetada para ver si así entendía las ordenes. Antes de llegar hacía él su esposa se interpuso en su camino.
- No vas a golpearlo.- dijo ella con un tono severo defendiendo a su retoño.
El hombre dio un suspiro de enojo, ya no sabía como hacer para que su esposa entendiera y se pusiera más firme y le enseñe modales a su hijo.
- Estás castigado y ya no tendrás tus juguetes.- determinó el señor tomando la canasta con los juguetes y luego le saco los autos y los muñecos con los que jugaba.- ¡Y a dormir, dije!.- exclamó con enojo, en ese momento el niño empezó a hacer una rabieta llorando y pegando patadas en el piso. Su madre lo tomó en sus brazos de una manera protectora y lo llevó a la cama. En ese instante, aquel hombre supo que tal vez el niño no era el problema, sino que era su madre la causante de que su hijo tuviera ese mal genio.
Se retiró enojado y llevó los juguetes a un lugar que ni su esposa, ni el niño pudieran encontrarlos. Porque sabía que si los encontraba se los devolvería en la mañana.
Mientras tanto en la habitación el niño lloraba con desconsuelo prendido a su madre quien se recostó a su lado abrazándolo contra su pecho.
- Papá es malo, papá no me quiere.- decía el niño.
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Cuando Caiga el Sol
RomanceA pesar de su nombre, Ama piensa que el amor es una mierda. Ya que su novio Laian le demostró eso con una relación toxica, posesiva, violenta y dependiente. Pero pronto va a descubrir que esa libertad que siente cuando ve el caer del sol, no es so...