Capítulo 24: Cambia para salvarte

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Cambios. Estamos llenos de ellos. Nos rodean constantemente, cambiamos todo el tiempo. Podemos cambiar de aire, de actitud, de espacio, etc. Las posibilidades son múltiples, por lo general se dan muy progresivamente, pero hay casos en los que de un momento a otro decimos "Ya no más".

Como ahora.

- ¿Qué?- pregunta apenas con un hilo de voz

- Vete.- ordeno con firmeza. Por extraño que parezca no tengo miedo, no duele. Siento coraje, poder, autoridad.

- Pero... Amor.- dice levantándose y llegando hacía mí

- No me toques.- digo levantando mis manos y haciéndome para atrás.

- Yo... Lamento lo de recién... Yo...- su voz se corta, va a llorar.

- No, tú no lo lamentas. No lo lamentas nunca. Si te lamentarás de tus actos, no me maltratarías. Tú no me amas.- le grito, parezco una loca y si los vecinos escuchan no me importa, pero necesito descargarme. Siento mi cara mojada.

- Amor, yo sí te amo.- dice estirando su mano hacía mí.

- ¡¿Esto te parece amor?¡- digo y tiro la toalla al piso y completamente desnuda le muestro algunos moretones que me quedaron de algunos golpes pasados. Están curando, pero de a poco y con el más mínimo toque vuelven a marcarse.

Su semblante cambia y su mirada recorre mis marcas, las ha mirado antes, pero está vez es diferente. Ahora las ve. Porque no es lo mismo "ver" que "mirar" el mirar tiene que ver con los ojos y ver tiene que ver con percibir con los sentidos y por qué no, con el alma.

Aunque dudo que Laian tenga una.

Las está viendo, las nota, cosa que antes no hacía. Parece que de un momento al otro dejó de respirar.

- Laian, cuando amas a alguien de verdad no le haces lo que tú a mí.- digo con tranquilidad.- Me estás matando poco a poco y me estás mutilando en cada ataque de violencia que tienes hacía mí. Por eso te suplico, Laian, que me dejes vivir. Tal vez me amas, a tú manera, pero yo no lo veo, porque lo que veo son las marcas en mi cuerpo que son la prueba de lo que tú produces. Vete, si te vas, voy a entender que sí me amas como dices, pero me estás salvando de ti.- digo.

- Yo... No te merezco, lo sé. Pero te amo y lamento lo que te he hecho, pero cambiaré y lo verás que seré lo que tú mereces.- dice

- No lo hagas por mí, porque esto puede matarte a ti también. Si vas a cambiar, hazlo para salvarte a ti, no a mí. Yo me estoy salvando sola.- aclaro.

Por extraño que esto suene, toma sus cosas mientras yo me pongo ropa. Camina de un lado al otro en la habitación juntando sus pertenencias. Me hace pensar que tal vez de verdad está cambiando, de verdad puede que se haya dado cuenta de lo que hace, del mal que produce.

No, Ama. Es lo que quieres pensar, pero el no va a cambiar. O por lo menos, no lo hará de un minuto a otro...

- ¿Recuerdas lo que te dije el día que nos pusimos de novios?- pregunta.

Asiento con la cabeza.- Nadie va a amarte más que yo.- respondo.

- Quiero que sepas que a pesar de todo esto, yo sí te amo, más que a nadie, más que a nada. Y nadie, nadie, Ama Coullin va a amarte más de lo que yo te amo.- dice con firmeza y con sus lagrimas cayendo por sus mejillas.

- Pero esto no es amor, Lai.- digo llorando.

- Tal vez mis acciones no lo demuestren, pero mis sentimientos sí.

- Tus acciones tiran por la borda todo lo que dices sobre tus sentimientos.- digo

- Trataré de mostrarte que en verdad te amo ¿Entiendes?

Cuando Caiga el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora