Capítulo 4: Escalofríos

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¿Alguna vez se han preguntado por qué nuestro cuerpo produce escalofríos en distintas situaciones? La verdad, yo no. Simplemente ocurren y punto. Durante años los especialistas han querido encontrar alguna respuesta hacía esta reacción del cuerpo, pero cada uno llegó a una conclusión diferente.

Después de leer varias posturas decidí quedarme con que, los escalofríos son una respuesta del sistema nervioso central para preparar al cuerpo ante cierta situación, ya sea buena o mala.

Está demás decir que en mi caso los escalofríos ocurren por situaciones malas. Desde que escuche la voz de Laian, mi cuerpo tuvo 3 espasmos seguidos, siento más frio de lo normal y soy consciente de que estoy pálida.

- Está tarde me he encontrado con Ama mientras hacíamos las compras y me puse a charlar con ella, pero me llamaron del trabajo y salí corriendo, siento que fui descortés en irme de esa forma y me estaba disculpando.- Explica Eloy de la mejor manera.

- Está bien, no te preocupes.- vuelvo a decir, mientras mi novio llega a mi lado, me toma por la cintura y me presiona un poco, no me inmuto.

- No me contaste que te encontraste con él, amor.- dice Laian mirándome con esa sonrisa irónica y un tanto psicópata que solo yo sé ver.

La versión de Laian que amo se ha ido lejos. Ya no está.

- Lo olvide.- me excuso, en realidad no quise decírselo.

- ¡Ay que cabecita!- exclama, sé que ya no es él, su tono de voz ha cambiado, es un tanto sarcástico.- Hay que ayudarla a recordar las cosas de vez en cuando.- le comenta a Eloy quien es ajeno a todo lo que pasa y mi novio besa mi cien.- ¿Vamos a jugar?- le pregunta a su amigo soltándome y juntado ambas manos.

- A eso he venido.- responde Eloy con una sonrisa, Laian abraza al rubio por los hombros y lo conduce hacía el living, se da vuelta y me mira feo. Mr. Hide está aquí enojado y no dejara estar lo que pasó y de eso estoy segura. Trago duro y de repente se me va el hambre. Me voy hacía la habitación mientras escucho las risas y saludos de cómo le dan la bienvenida a Eloy.

Me meto a la cama porque sé que será mi lugar seguro, pero no por mucho, porque en cuanto se vayan Laian entrará como toro embravecido y mañana tendré otro golpe más para tapar, tomaré un ibuprofeno para el dolor muscular y saldré a la vida fingiendo que soy la mujer más feliz del mundo.

Siento que estoy paralizada, no lloro, no hago nada, hace más de media hora que estoy acostada en la cama mirando a la nada, parezco esos locos de manicomio que miran a un punto fijo moviéndose detrás hacía delante balbuceando cosas sin sentido.

Tengo esa misma mirada perdida, pero sin moverme, tengo miedo, tengo frio. Después de un rato caigo en sueños y me quedo completamente dormida.

*********

Despierto porque mi estómago gruñe del hambre dado que no cene. Para mi sorpresa Laian está dormido a mi lado y me está agarrando de la cintura y tiene una pierna encima de mí.

¿En qué momento llegó? ¿Cómo que no hizo ningún escándalo? Esto es extrañamente bueno, me siento aliviada de alguna manera pero, aun así, sé que no lo va a dejar estar.

Una parte de mí desea que sí, pero como lo conozco, sé que no lo hará.

El reloj marca las 3.30 am, me saco a Laian de encima sin despertarlo, ronca pesadamente y su aliento huele a cerveza.

Salgo de la habitación y es todo un desastre, las botellas de cervezas en el living, las cartas y las fichas desparramadas sobre la mesa y resto de comida también. Es la escena de cada jueves por la noche después del póker. Me pongo a limpiar y después de un rato, me hago un té y como un poco de granola, para calmar mi estómago.

Cuando Caiga el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora