Capítulo catorce

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Estaba de pie frente al escritorio mostrando distintas prendas de ropa a la cámara de mi laptop, del otro lado de la videollamada estaba Sarah con su novio Exequiel dándome consejos y palabras alentadoras

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Estaba de pie frente al escritorio mostrando distintas prendas de ropa a la cámara de mi laptop, del otro lado de la videollamada estaba Sarah con su novio Exequiel dándome consejos y palabras alentadoras. Estaba nerviosa y alborotada, una combinación que podía resultar destructiva.

ꟷ¿Qué opinas de este vestido?

ꟷMucho escote ꟷdeclaró mi amigaꟷ. A menos que quieras mostrar las bubis en el centro del pueblo te diría que busques otro.

Bufé.

ꟷPara una primera cita es una buena elección ꟷla contradijo Exe quien también era mi mejor amigoꟷ. Claro, si esto es una cita. ¿Lo es?

ꟷ¡No lo sé! ꟷExclamé con frustración y dejé el vestido sobre la cama con más furia de la necesaria.

Había una pila enorme de ropa amontonada sobre el colchón, todas las prendas que había traído de Los Ángeles en esa maletita que tomé cuando decidí que no podía seguir viviendo en la casa de mis padres. En ese momento lamentaba profundamente haber abandonado mi amplio armario que mamá se encargaba de llenar cada temporada porque no podía decidir qué demonios usar.

ꟷLéenos los mensajes y sabremos decirte ꟷaconsejó Sarah.

ꟷMe parece una buena idea.

Corrí la silla con rueditas que estaba junto al escritorio y me senté en ella. Tomé una bocanada de aire y busqué mi teléfono móvil con la mirada porque no sabía dónde diablos lo había metido.

Para ponerlos un poco en contexto porque a veces olvido que ustedes quizás no lo saben todo, esa noche tenía mi cena con Theo. Habíamos hablado por WhatsApp varias veces para determinar un día que ambos estuviésemos libres y elegir dónde ir. El restaurante de los padres de Tyler estaba completamente descartado, no me arriesgaría a tener una cita, si eso era una cita, en ese lugar con su mejor amigo luego de haberlo besado. No, yo era masoquista y un tanto desequilibrada, pero tenía mis límites. Lo que sucedía entonces era que mi cita-reunión-encuentro comenzaba en media hora y yo seguía envuelta con una bata de toalla intentando decidir qué vestir para estar a tono con la ocasión. A veces envidiaba a los hombres, era tan sencillo para ellos poder vestirse porque nadie insinuaba algo de sus vestimentas. Si era demasiado corto, largo, transparente, brilloso, colorido, oscuro, revelador, cerrado, bla, bla, bla.

Finalmente, encontré el celular en la mesita de luz y abrí la conversación con dedos rápidos para leer lo que había puesto.

ꟷÉl dice: ¡Pequeñita! ¿No te has arrepentido de mi propuesta? Porque todavía tengo muchas ganas de que nos veamos una de estas noches.

ꟷSuena como algo que diría un muchacho al invitarte a salir ꟷadmitió Sarahꟷ. ¿Qué onda con ese "pequeñita"? ¿Es pedófilo? ¿Debemos preocuparnos? Dime y tomo el próximo vuelo a San Francisco para llegar a ese pueblucho.

Tres y un cuarto (RVB1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora