Sentía que me había desprendido de un peso enorme, como si hubiese dejado una mochila gigante repleta de rocas que me estaba tirando hacia el fondo del mar. Así me sentía cuando volví a casa de mi abuela, a Rose Valley, ese viernes por la tarde.
Mi viaje a Los Ángeles había sido más liberador de lo imaginado, no solo había asistido al juicio que suponía darle un cierre al caso de mis padres sino que también había aclarado mis sentimientos con Tyler. Además, con ayuda de profesionales, había vendido mi antigua casa –con muebles incluidos- y gran parte de los vehículos de mi padre. El resto había ido a parar al garaje de su socio que los cuidaría hasta que encontrara un comprador o hasta que decidiera comprármelos él. Y las pertenencias de mis padres habían sido separadas para llevar a caridad y otras para quedar guardadas en un depósito.
ꟷMi niña, te he extrañado tanto ꟷexclamó mi abuela con una sonrisa en los labiosꟷ. Te preparé galletas para celebrar tu regreso.
No pude evitar abrir los ojos de par en par, asustada al recordar el primer intento de mi nana con las galletas. No me juzguen, sabía que lo había hecho con bondad, pero mi estómago seguía enfermándose con el recuerdo.
ꟷ¿Galletas?
ꟷLa madre de Theo me ayudó, descuida. Son comestibles.
Entonces le dediqué una amplia sonrisa y la abracé con fuerza, había extrañado su cercanía y sus abrazos reparadores. Ella era la mejor abuela del mundo y yo había tenido la dicha de ser su familia.
ꟷLas comeremos ahora entonces.
ꟷ¿Dónde está Tyler? ꟷpreguntó entonces al notar que nuestro huésped faltaba.
ꟷHa ido a saludar a sus padres al restaurante.
Me observó con sorpresa como si le hubiese dicho que Santa Claus era real y la habían estafado por años debiendo comprar los regalos para sus familiares.
ꟷEse es un paso importante.
Asentí de acuerdo.
ꟷPienso igual.
No tardé en llevar mis pertenencias a mi habitación para luego preparar una jarra de café para las dos. Nos sentamos frente al televisor, que se encontraba apagado, y disfrutamos las galletas mientras conversábamos sobre los días pasados. Mi abuela se veía mejor que nunca, más saludable y feliz como si ella también hubiese abandonado su propia mochila pesada.
La puerta se abrió de pronto y Tyler ingresó luciendo el cabello mojado a causa de la lluvia. Le sonrió a nana al entrar y dejó la puerta abierta tras de sí mientras caminaba hacia nosotras. No necesité preguntar por qué no había cerrado ya que dos segundos después ingresaron Taylor y Theo, sonriendo también.
ꟷ¡Nana! ꟷexclamó Theo al cerrar la puertaꟷ. ¿Se ha hecho algo en el cabello? Se ve estupenda.
Mi abuela hizo un gesto restándole importancia con la mano, pero sonrió a causa del cumplido. Se había recogido el cabello de manera distinta y le quedaba muy bien, la rejuvenecía de alguna manera.
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Tres y un cuarto (RVB1)
Ficção AdolescenteTras la pérdida prematura de sus padres, Genesis ha tenido que cambiar su vida radicalmente. Con el corazón roto y las alas quebradas, ha dicho adiós a todo lo que conoce para mudarse a un pueblito en el medio de la nada donde todos parecen demasiad...