Capítulo treinta y ocho

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Al comienzo de esta extensa narración les di cuatro advertencias, una por cada uno de nosotros

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Al comienzo de esta extensa narración les di cuatro advertencias, una por cada uno de nosotros.

Uno esconde un secreto que lo atormenta por las noches. Theo. Su secreto era su orientación sexual y había tenido tanto miedo al rechazo que había callado por muchos años.

Uno busca cobrarse una venganza. Tyler. Su desprecio por su hermano mayor lo había llevado a irse de casa y cortar la comunicación con sus padres; no obstante, cada tanto hablaba con él solo para hacerle saber que estaba esperando el momento oportuno para hacerlo caer. Su obsesión se había tornado enfermiza.

Uno es familiar de un asesino. Taylor. El esposo de su tía había causado el accidente de mis padres, les había provocado la muerte y por ello iba a ser juzgado como homicida culposo.

Y el último es un cabrón de primera. Debería haber dicho cabrona porque esa era yo. Genesis Allen, hija de Savannah y William Jr. Me había enamorado de uno de los miembros del trío de oro y había jugado con el corazón de otro para olvidarme del primero. Era la definición de una mala persona y había tenido mi merecido.

Tyler había dejado de hablarme, ni siquiera me miraba y convivir con él era una tortura, pero no iba a echarlo de casa, no iba a abandonarlo porque no tenía otro lugar hacia dónde ir. La vivienda de mi abuela se había convertido en su refugio y mi nana en su salvadora. No podía decir que me estuviera aplicando la ley del hielo porque él actuaba como si yo no existiera, como si nunca me hubiese conocido. Y dolía, por supuesto que dolía porque Tyler se había vuelto una persona esencial para mí, pero había lastimado sus sentimientos. Merecía su odio y su desprecio. De haber estado en su lugar, habría tornado la situación en un drama, él simplemente había decidido que el silencio era suficiente para castigarme y había dado en el clavo.

El tatuaje que compartíamos se había vuelto en el recordatorio perfecto de una noche desastrosa y cada vez que mi mirada se posaba en el dibujo sentía la necesidad de arrancármelo junto a lo que quedaba de mi corazón.

ꟷIré al partido en el instituto, nana ꟷinformé colocándome la chaqueta.

ꟷ¿Tyler volverá contigo, niña?

Elevé mi mirada y la observé. Estaba en el sofá frente al televisor viendo las noticias locales, afuera llovía a cántaros y cada tanto el cielo se iluminaba con luces claras indicando que la tormenta recién comenzaba.

ꟷNo, sabes que no habla conmigo.

ꟷ¿Has pensado en pedirle perdón?

Rodé los ojos con hastío. No quería hablar de ello y mucho menos con mi abuela que se había convertido en su mejor amiga, remplazándome.

ꟷLo hice, le pedí perdón un montón de veces ese día.

ꟷPero no lo has vuelto a hacer.

Negué con la cabeza y tomé las llaves de mi vehículo así como las de la casa. No quería prolongar esa conversación, no deseaba que ella me observara con lástima y vergüenza a la vez.

Tres y un cuarto (RVB1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora