La Navidad siempre había sido mi festividad favorita, no tenía nieve a montones ni tampoco chocolate caliente frente a una chimenea mientras los leños ardían, pero se sentía igual de mágica que en las películas porque "Mi pobre angelito" le daba ese toque maravilloso. No obstante, ese año frente a un árbol de plástico con escasa cantidad de ramas y adornado con bolitas doradas y rojas, la fiesta no se sintió especial para mí. No tenía a mi padre allí dando regalos exageradamente costosos que no necesitábamos ni a mi madre preparando su tarta de frutillas que me parecía una delicia.
Fingí mi mejor sonrisa y agradecí cada uno de los regalos que había recibido, pero el vacío en mi pecho persistía. Ese día me había encargado de enviar presentes a mis amigos en el pueblo y, siguiendo la tradición de mi padre, había gastado más dinero del necesario. Había conseguido unas zapatillas de básquetbol edición limitada para Theo, una máquina de escribir antigua para Tyler, una guitarra eléctrica maravillosa para Taylor y una máquina de coser que se utilizaba para alta costura para Sophie. Las fotos y los mensajes de agradecimiento me habían animado un poco, de todas formas me sentía como un globo que se quedaba sin aire de a poco.
Volver a Rose Valley fue difícil, separarme por segunda vez de Sarah y Exequiel me produjo una cascada de lágrimas, y ni hablar de visitar la casa de mis padres para rebuscar en los armarios por prendas y zapatos.
Me había reunido además con el contador de mis padres y me había recomendado vender las propiedades y los vehículos si no iba a hacer uso de ellos pues debía pagar mucho dinero en concepto de impuestos lo cual no era bueno para mis finanzas. Le había pedido, entonces, que al inicio del nuevo año se encargara de buscar compradores porque yo me sentía incapaz de hacerlo.
ꟷ¡Pequeñita!
Estacioné el vehículo frente al garaje y fui abordada por tres figuras masculinas al salir. Theo me atrajo hacia sí y me hizo merecedora de un fuerte y largo abrazo que me provocó ganas de llorar, pero me contuve para no arruinar la situación. Tyler fue el próximo en llegar a mí y me dio un abrazo más corto que me hizo olvidar de todas las idioteces que había dicho la última vez que lo vi. Taylor fue el último en llegar, luego de ayudar a mi nana a bajar, y sin vergüenza depositó un beso casto sobre mis labios que me hizo sonrojar. Ese simple acto supuso para mí que había tenido una conversación con su amigo y no sabía qué esperar de ello.
ꟷ¿Qué tal el viaje, MIT?
Rodeé su cintura con uno de mis brazos y permití que me llevara hacia el interior de mi casa. Theo ayudaba a mi abuela a caminar y Tyler se estaba encargando de descender las maletas que se habían multiplicado ya que esa sería mi verdadera mudanza.
ꟷ¿Quieres la verdad o la versión linda? ꟷpregunté.
ꟷLa que consideres que merezco.
ꟷ¿G, qué diablos? ¿Por qué tantas maletas? ꟷgruñó Tyler depositando en la sala de estar las primeras dos valijas e interrumpiendo nuestra conversación.
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Tres y un cuarto (RVB1)
Teen FictionTras la pérdida prematura de sus padres, Genesis ha tenido que cambiar su vida radicalmente. Con el corazón roto y las alas quebradas, ha dicho adiós a todo lo que conoce para mudarse a un pueblito en el medio de la nada donde todos parecen demasiad...