Capítulo cinco

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Elegir un vehículo fue la decisión más simple que había tomado en las dos semanas que habían transcurrido desde mi cumpleaños hasta ese día, con la muerte de mis padres en el medio

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Elegir un vehículo fue la decisión más simple que había tomado en las dos semanas que habían transcurrido desde mi cumpleaños hasta ese día, con la muerte de mis padres en el medio. Sabía lo que necesitaba y encontrarlo fue sencillo, casi se sintió como cuando necesitaba comprar un pantalón y tan solo entraba en la tienda, señalaba uno y me lo llevaba sin probarlo porque saben que me iría bien. Claro que el gasto fue un poco más significativo, pero la sensación fue parecida.

Lo que no esperaba, claro está, era tener que esperar una hora a que los tres muchachos que me acompañaban se sentaran frente al volante de cada auto de la concesionaria e hicieran acotaciones erróneas sobre qué automóvil me convenía. Por supuesto, les hice saber que estaban terriblemente equivocados. Podría haber heredado el gusto por la moda de mi madre, pero desde los once a los quince años había pasado las tardes en el taller de mi padre, escondiéndome de las cámaras para no aparecer en su programa. Y, aunque no lo quisiera, había aprendido bastante sobre motores, circuitos eléctricos, carburadores y todo lo que se podía imaginar. Incluso sabía pintar carrocerías.

Finalmente, habíamos salido de la tienda, yo conducía un lindo y confiable Toyota con caja manual de color rojo cereza, de cinco puertas y con un estupendo motor que consumía poco combustible. Tenía ese olor agradable a nuevo y era tan silencioso que parecía estar apagado.

ꟷMira, sabía que tu familia tenía dinero, ꟷseñaló Taylor quien se hallaba sentado tras de mí y había apoyado sus brazos en mi asiento para asomar la cabeza por el medioꟷ, pero nunca creí que tanto. Me asombró ver como sacaste una chequera y sin pensarlo dos veces compraste un auto. Me hubiese llevado toda una vida decidir y eso que no suelo ser muy complicado.

ꟷFue estupendo, creí que en cualquier momento aparecía alguien del departamento de hacienda para corroborar que pagaras tus impuestos ꟷañadió Theo que se encontraba a su lado.

Simplemente me encogí de hombros.

ꟷ¿Y por qué compraste este vehículo de nena cuando podrías haber pagado un Corvette o un Camaro? Se siente casi como una estafa ꟷcontinuó el muchacho de cabello negro.

ꟷPrimero, los autos no tienen género ꟷseñalé, cruzando una intersección sin mirar hacia los costados antesꟷ. Y lo más importante, seré adinerada, pero no idiota.

ꟷ¡¿Puedes mirar la carretera?! ꟷexclamó Tyler a mi lado, aferrándose a su asiento como quien temía por su vida.

La verdad era que podría ser considerada una pésima conductora ante los ojos de la población promedio. Podía alegar, sin embargo, que cuando aprendes a conducir en una ciudad como Los Ángeles, debes saber pasarte semáforos en rojos, carteles de stop, meterte indebidamente entre dos autos en las autopistas y ser un poco grosera al volante. Además, desde los trece mi padre me había llevado a circuitos de carrera a probar sus automóviles y le había agarrado gusto a la velocidad.

Tres y un cuarto (RVB1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora