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Harry no era estúpido. Sabía que había presionado a ____ y no le había dado ni tiempo para respirar, analizar o reaccionar a su arrogante reclamo. Y había sido la clase de arrogancia de entrar en su apartamento y ordenarle que se mudara al suyo.

Así que se precipitó a llevar a cabo su tarea con eficiencia, porque cuanto más tiempo se quedara sentada en esa cama sintiéndose abrumada y aturdida, más tiempo tendría de reconsiderar su acelerada y silenciosa conformidad. Lo que significaba que se arriesgaba a que ella no se fuera con él a su propio apartamento.

Y esa no era una opción.

Preparó la bolsa de viaje, llamó a su chófer para asegurarse de que estuviera esperándolos fuera del apartamento de ____ y luego la llevó apresuradamente a la puerta para no darle más tiempo para procesar los rápidos y precipitados sucesos de la noche.

Tras ayudarla a entrar en el coche, Harry cerró la puerta y se paró solo un momento para llamar al portero de su edificio y pedirle que subiera al apartamento y quitara el cuadro de ____ de su dormitorio y lo guardara, junto con los otros que había en el salón, hasta que Harry fuera a por ellos de nuevo. No quería que ____ supiera que él era quien le había comprado los cuadros. Todavía no.

Cuando se subió al coche a su lado, se relajó y luego la miró, fijándose en ese semblante pálido y alterado. Los moratones lo cabreaban. Lo enfurecían. El corte en el labio destacaba, un recordatorio de que otro hombre le había puesto las manos encima a lo que Harry ya consideraba suyo. Estaba seguro de que ese tío le habría puesto las manos encima a cualquier mujer de esa forma. No solo a la mujer de Harry, sino a cualquier otra también. Pero lo había hecho con la suya.

-No sé si esto es una buena idea, Harry -dijo ella en silencio. Era la primera vez que hablaba desde que le había dado las vacilantes instrucciones para saber qué guardar en la bolsa de viaje.

-Es una muy buena idea -dijo él con firmeza-. Habrías venido a mí de no ser por ese gilipollas. Tú lo sabes, y yo lo sé. Aún tenemos que discutir la cuestión de Michael, y lo haremos cuando estés en un lugar donde te sientas segura y a salvo, y lo harás entre mis brazos, donde nada malo te va a pasar ni nada te podrá tocar. Pero ten en cuenta esto, lo que él te ha hecho no cambia nada entre tú y yo. El «nosotros» es inevitable. Desde ese primer día en el parque ya era inevitable. Luchar contra ello es una pérdida de tiempo y de energía mental. Yo no voy a luchar contra ello y no quiero que tú lo hagas tampoco.

Ella abrió la boca, sorprendida. Sus ojos destellaron, no de enfado, sino de reconocimiento. Bien. Estaban yendo en la buena dirección porque ella empezaba a ver lo mismo que él. Lo que sabía.

-No me hace especialmente feliz que me hayas ocultado esto -continuó-. Que no vinieras a mí cuando esto ocurrió. Pero trabajaremos en ello. No eras mía por entonces aunque yo ya sabía que sí. Pero ahora lo eres, y vendrás a mí cada vez que tengas algún problema.

Ella asintió lentamente, y la satisfacción -el triunfo- se apoderó de él.

Extendió su brazo; no le gustaba la distancia que había entre ellos, pero tampoco quería presionarla demasiado. No todavía. Ya la había presionado suficiente por hoy. Quería que el siguiente movimiento saliera de ella, así que esperó con el brazo estirado hacia ella.

Ella se acercó inmediatamente, sin vacilación, y a él eso le gustó. Se deslizó junto a él, apretándose contra su costado para que él pudiera rodearla con su brazo. Y lo hizo. La pegó contra él. Ella reposó la cabeza contra su pecho y la coronilla de esta quedó justo debajo de su barbilla. A Harry le gustaba tenerla así.

____ soltó un suspiro suave y luego pareció derretirse contra él. El cuerpo se le relajó como si se hubiera quitado un enorme peso de encima. Alivio.

Mi Frenesí (03)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora