Dolor. La atravesaba como si un martillo no cesara en el empeño de clavarle un clavo en la cabeza. Le dolía todo. Le dolía respirar. Le dolía abrir los ojos.
Había voces, o al menos una voz. Era difícil de distinguir porque tenía un pitido ensordecedor en los oídos que no podía hacer desaparecer.
Y luego también una mano, suave y cálida, sobre su frente. Un beso. Palabras dulces susurradas sobre su piel. Suspiró ligeramente y luego se arrepintió porque el dolor se extendió como fuego por su pecho.
-D... duele -dijo con una voz llena de dolor, que desconocía siquiera si era audible.
-Ya lo sé, nena. La enfermera ya viene para darte algo para el dolor.
-¿Harry? -susurró.
-Sí, cariño, soy yo. Abre esos preciosos ojos para mí y me verás justo aquí.
Ella lo intentó. De verdad que sí. Pero sus ojos no querían cooperar, y dolía mucho el simple hecho de intentarlo.
-No puedo -se las arregló para decir a través de sus labios doloridos e hinchados.
Una vez más, Harry pegó los labios contra su frente y ella sintió su mano en el pelo. Era agradable. Esa era la única parte del cuerpo que no le dolía.
-No pasa nada -la tranquilizó-. No lo intentes demasiado. Solo quiero que sepas que estoy contigo y que te vas a poner bien.
Pero aun así, quería verlo. Quería cerciorarse de que su imaginación no le estaba jugando una mala pasada. Se abrazó a sí misma contra el dolor y lo intentó con más fuerza. Un pequeño rayo de luz le quemó los globos oculares y ella volvió a cerrar los ojos de nuevo. Se quedó ahí tumbada, casi jadeante por el esfuerzo y por la agonía que ese pequeño movimiento le había provocado. Luego lo intentó otra vez, y esta vez ya estaba preparada para la luz.
Al principio vio una neblina un tanto borrosa, pero inmediatamente después, él se movió dentro de su campo de visión.
-Hola, preciosa -le dijo con suavidad.
Ella intentó sonreír, pero eso dolía también, así que simplemente se quedó allí, parpadeando lentamente para poder verlo con más claridad.
-Hola -le devolvió con la misma voz.
Para su completa sorpresa, Harry tenía los ojos brillantes de la humedad y tenía un aspecto horrible. No se había afeitado, su pelo estaba desordenado y parecía haber dormido con la ropa que llevaba puesta.
____ se relamió los labios y gimió suavemente.
-¿Q... qué me ha pasado?
Harry frunció el ceño y sus ojos se pusieron serios.
-¿No te acuerdas?
Se concentró con fuerza pero todo estaba borroso.
-¿Cuánto tiempo?
Él le tocó el pelo con una expresión preocupada en el rostro.
-¿Cuánto tiempo qué, mi amor?
-He estado aquí.
-Dos días -dijo.
Ella abrió los ojos como platos de la sorpresa a pesar del malestar que eso le provocó.
-¿Dos días?
-Sí, nena. Has estado en la UCI dos días. Nos has dado un buen susto.
-¿Voy a ponerme bien?
Esa era una pregunta que tenía miedo de formular, pero tenía que saberlo. No le dolería tanto el cuerpo si no fuese grave.
Él suavizó la expresión de su rostro y sus ojos se volvieron cariñosos y se llenaron de amor.