____ soltó un suspiro de alivio cuando el taxi se detuvo en la esquina de la calle perpendicular a donde estaba su apartamento. No había querido salir bajo ningún concepto, pero había decidido llevarle más cuadros al señor Downing. Aunque el dinero de la venta de sus otros trabajos la tuviera cubierta durante unos pocos meses, había querido llevarle más para que el comprador no perdiera interés o pensara que no tenía nada más que ofrecer.
Mientras pagaba la tarifa y salía del taxi, se puso tímidamente una mano sobre la mejilla amoratada e hizo una mueca de dolor cuando los dedos rozaron la comisura de los labios donde tenía uno partido. Cabizbaja, se precipitó por la acera hasta llegar a su apartamento. Solo quería volver dentro y que nadie pudiera verla.
Aunque no tuviera nada de lo que avergonzarse, aún se sentía así por lo que había pasado. Sorprendida. Completa y totalmente conmocionada por que Michael hubiera ido a su apartamento y hubiera perdido los papeles, algo que nunca había ocurrido antes. Aún no podía creérselo. Debería haber presentado cargos. Debería haber hecho un montón de cosas, pero había estado demasiado entumecida como para procesarlo todo. Así que, en vez de todo eso, se había encerrado en su estudio y había trabajado fervientemente para dejar de pensar en los acontecimientos de la semana pasada.
Sabía que le debía a Harry una respuesta, una explicación. ¡Algo! Le había dicho que no tardaría mucho, ¿pero cómo podía ir a verle con moratones infligidos por el hombre que había sido su dominante?
Por supuesto, todo era de risa ahora. No era un verdadero dominante. Había estado actuando. Fue un viaje para su ego. Se había convertido en alguien completamente diferente en el momento en que se dio cuenta de que iba en serio lo de cortar la relación. Su error había sido mencionar a Harry. Aunque no lo hubiera llamado por su nombre, sí que le había dicho a Michael que no podía darle las cosas que otro hombre le había prometido.
Ahora ya no estaba tan segura. ¿Qué pasaría si Harry no era mejor? No sabía apenas nada de él. Había estado a punto de acceder; se había hecho incluso a la idea de llamarlo el mismo día que Michael había acudido a su apartamento. Tras ese fiasco, la duda creció en su interior de nuevo y el instinto de supervivencia se hizo cargo de todo.
Si Harry era más intenso que Michael -y era evidente que lo era- ¿entonces podía esperar el mismo tipo de trato bajo su mano? ¿O incluso peor?
La cabeza le daba vueltas con todas las posibilidades y sabía que no estaba en el estado emocional adecuado como para tomar tan enorme decisión. Como para depositar su confianza, su bienestar, todo su ser en las manos de un hombre como Harry. Y por eso había permanecido callada, dándole vueltas a su decisión una y otra vez.
El hecho era que tenía miedo. Y ese miedo la había prevenido tanto de aceptar como de declinar la proposición. Odiaba ese miedo. No era como ella quería vivir su vida o tomar sus decisiones. Necesitaba tener la cabeza clara antes de dar ese paso tan grande y confiar en otro hombre que podía perfectamente terminar siendo precisamente como Michael.
Soltó un suspiro lleno de tristeza y se metió la mano en el bolsillo para sacar las llaves de su apartamento. Seguía teniendo la cabeza gacha cuando llegó a los escalones y vio un par de zapatos caros justo en el primer escalón de su puerta.
Sorprendida, levantó la cabeza y se encontró con Harry. Mientras la inspeccionaba, la furia se reflejó en sus ojos y ella dio un paso hacia atrás por puro instinto.
-¿Qué narices te ha pasado? -exigió él.
Estaba que echaba humo; el enfado se le notaba a kilómetros. Cualquier apariencia relajada y encantadora se había ido. Era una gran masa de macho alfa cabreado a más no poder.
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