Harry se estiró en su sofá, bebida en mano, mientras Gabe se repantingaba en el sillón frente a él. Los dos habían cenado comida para llevar que Gabe había comprado de camino al apartamento tras haber dejado a las chicas en el suyo.
Harry comprobó la hora en su reloj de muñeca y sonrió.
-¿Crees que estarán muy borrachas ahora mismo?
Gabe hizo una mueca.
-Estoy seguro de que estarán en ello.
Harry se rio entre dientes, aunque tenía ganas de que las horas pasaran. Quería que ____ volviera, borracha, adorable, y se moría por verla con ese vestido y esos zapatos que había comprado. No dejó que la viera siquiera cuando se lo probó en la tienda. Todo lo que le dijo fue que pensaba que a él le gustaría el resultado final.
Por Dios, a él ella le gustaría hasta vestida con un saco o con una bolsa de papel en la cabeza. A él no le importaba lo que llevara puesto, porque la tendría desnuda más que rápido. Lo que había debajo era lo que más importaba. Sin embargo, verla pintada, contoneándose con esos tacones sexis y con los ojos nublados por el alcohol... sí, eso tenía su atractivo. Había escuchado a Gabe y a Jace suficiente como para saber que las noches de chicas no eran algo que debieran perderse.
Ninguno de los hombres tenía ningún problema con que sus mujeres salieran y se divirtieran porque después volvían con ellos a casa y la recompensa era bastante espectacular.
Su teléfono móvil sonó y él lo cogió de inmediato pensando que podría ser ____. Esperaba que la noche estuviera yendo bien y que estuviera relajada y divirtiéndose.
Frunció el ceño cuando vio el nombre de su portero en la pantalla.
-Harry -dijo él secamente.
-Señor Styles, tiene visita en el vestíbulo. Quieren subir, pero le llamé antes. Dicen que son sus padres.
-Oh, Señor -murmuró Harry. Que alguien le pegara un tiro ahora mismo. ¿Tenían que venir esta noche de entre todas las noches que tenía el año? Ellos nunca habían pisado el edificio donde vivía, al igual que tampoco habían pisado la oficina. Y joder, antes de que su madre los interrumpiera hacía unos días, también dudaba mucho de que hubieran puesto un pie en alguno de sus hoteles.
Dar tal paso ahora olía totalmente a desesperación. Su madre había querido «hablar» tras haber montado una escena en el restaurante, y él le había dejado muy claro que no tenía ninguna gana de hablar nada con ella. Le había prohibido la entrada a todas sus propiedades hoteleras, pero a lo mejor tendría que haber ampliado los parámetros un poco más. Pero no se habría imaginado que vinieran aquí. Hacer que él fuera a ellos era más su estilo.
Le echó una mirada a Gabe, que lo estaba mirando con el ceño fruncido. Negó con la cabeza para hacerle saber que no era nada que tuviera relación con las mujeres.
-Voy para abajo. No los deje subir. De hecho, no los deje subir nunca, en caso de que vuelvan a aparecer. No son bienvenidos aquí -soltó Harry, mordaz-. Bajaré y me ocuparé del asunto personalmente, pero en el futuro, si vuelven a aparecer, enséñeles dónde tienen la puerta. Y mejor que no los deje subir cuando yo no esté aquí y ____ sí.
-Sí, señor.
Harry colgó y luego se puso de pie.
-¿Qué ocurre, tío? -exigió Gabe-. ¿Qué pasa?
-Mis padres me han hecho una visita -contestó Harry con sequedad-. Voy abajo a informarles de que no son bienvenidos.
-Mierda -maldijo Gabe-. Bajaré contigo.