Harry llevó a ____ hasta el dormitorio con la mandíbula fuertemente apretada, luchando contra la urgencia de lanzarla sobre la cama y hacerla suya sin parar. Estaba inquieto. Todo el asunto de Michael aún daba tumbos en su cabeza.
Y eso solo hacía que su deseo por poseer a ____, por reafirmar su propiedad y su posesión, fuera mucho más feroz. Era inexplicable esta urgencia que se apoderaba de él cada vez que ella estaba cerca. Se preguntaba si disminuiría con el tiempo, y, sin saber por qué, pensó que no.
Algo así de volátil e intenso no era flor de un día. No se iría en una semana, ni en un mes, ni siquiera en un año. Se podía ver perfectamente dentro de diez o veinte años sintiendo exactamente lo mismo, lo cual le decía que ya pensaba a largo plazo, a pesar de haberse decidido a vivir día a día y sin mirar más allá del presente.
Era muy difícil pensar simplemente en el hoy cuando estaba más que resuelto a atarla a él de forma permanente. Todo lo que hiciera ahora sería para convencerla de que se quedara con él. Para mostrarle lo perfecta que era para él y, con suerte, lo perfecto que era él para ella.
____ se giró y Harry sintió su cuerpo desnudo cálido y suave. Ella alzó la mirada hacia él con los ojos inundados de deseo. Harry pensaba, y a veces podría hasta jurar, que veía amor en ellos. Pero a lo mejor era lo que él quería ver. Ella no le había dicho nada, pero él tampoco a ella. Era demasiado precipitado. A pesar de todo lo que le hubiera dicho, solo había pasado una semana. La gente no se enamoraba en una semana.
Pero en realidad sí. Él lo había visto. Sabía que ocurría y sabía que duraba.
¿Quería que ____ lo amara?
Joder, sí. Lo quería, lo podía sentir y saborearía la dulzura en esas palabras cuando finalmente salieran de sus labios.
-¿Qué te gustaría esta noche, Harry? -le preguntó suavemente-. Dime cómo me deseas. Has tenido un día largo, quiero hacerte sentir bien.
El corazón se le derritió. Su dulce y querida ____, tan deseosa por complacerlo. Tan pasional y dispuesta. Toda la oscuridad que se había instalado en su persona desde que había salido de la oficina para ir tras Michael se esfumó debido a los rayos de luz que ____ desprendía. Parte de la tensión que sentía en los hombros se desvaneció cuando ella lo acarició desde los brazos hasta el cuello, donde le rodeó el mentón con las manos.
-No voy a marcarte el trasero esta noche, nena. Eso lo hice anoche, y adoré cada minuto. Me encantan esas marcas en tu piel. Pero te dolería si lo volviera a hacer hoy.
Y él no quería que la violencia que había desencadenado apenas hacía una hora la tocara de forma alguna. Sabía que no le haría daño intencionadamente, pero no iba a arriesgarse a olvidar que se encontraba aquí y no en ese callejón oscuro donde le había dado una paliza al otro tío.
No se arrepentía de lo que había hecho, pero tampoco quería que le salpicara a ____. Nunca.
-¿Entonces? -susurró-. Dímelo. Haré lo que quieras.
Él le pasó una mano por el pelo y la miró a los ojos, que estaban inundados de sinceridad. Tenía tantas ganas de complacerlo. Era tan dulce y sumisa que hacía que el pecho le doliera.
-Te quiero a cuatro patas, nena. No te voy a atar esta noche. Quiero que seas capaz de mantenerte en pie tú solita. Voy a follarte el coño primero y luego voy a hacer lo mismo con el culo. No voy a ser tan suave como la primera vez. ¿Podrás soportarlo?
Mientras el deseo inundaba su rostro, ella exhaló de forma irregular y las pupilas se le dilataron rápidamente.
-Quiero todo lo que me vayas a dar, Harry.