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Harry se encontraba sentado en la reunión con Gabe y sus ejecutivos, pero su mente estaba más bien lejos de esa habitación. Tenía una resaca del demonio por haberse emborrachado la noche anterior. Gabe y Jace lo metieron en un coche y luego lo llevaron a casa antes de soltarlo en su cama. Se había despertado a la mañana siguiente sintiéndose como si un camión lo hubiera atropellado, pero el dolor de cabeza no era nada comparado con el dolor por haber perdido a ____.

No, no la había perdido. Todavía no. No se permitiría pensar así. Ella estaba enfadada -y con razón- y él le había dado toda la noche anterior para pensar. Le había dado tiempo para estar separada de él y con suerte para decidir cuando se le pasara el enfado que esta situación la podían resolver.

En cualquier caso, le había dado ya todo el tiempo que le había prometido. Tan pronto como esta maldita reunión terminara, iba a salir escopeteado de aquí. Iba a ir al apartamento de ____ y, si hacía falta, se arrodillaría ante ella. Haría lo que fuera para hacer que volviera a casa. Al apartamento de ambos. A sus brazos y a su cama. Y después no volvería a dejarla escapar nunca más.

Su teléfono vibró y él bajó la mirada. El corazón le dio un vuelco cuando vio que era ____ la que llamaba. Sin decir ni una palabra, se levantó de un modo abrupto y salió de la reunión con el teléfono ya pegado a la oreja.

-¿____? ¿Nena? -se adelantó a decir antes de que ella pudiera soltar nada.

Hubo un largo silencio y al principio pensó que había colgado. Pero luego escuchó algo y el sonido le congeló la sangre en las venas. Un quejido en apenas un hilo de voz. De dolor. El corazón se le subió a la boca de la garganta.

-____, háblame -exigió-. ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

-Harry...

Su nombre salió en apenas un susurro y era evidente que ____ estaba sufriendo mucho dolor.

-Estoy aquí, nena. Dime qué ha pasado. ¿Dónde estás?

-Te necesito -susurró-. Duele. Es grave.

El pánico lo paralizó. No podía pensar, no podía moverse, no podía procesar nada más que la agonía en su voz.

-¿Dónde estás? -exigió.

-Mi apartamento.

-Voy de camino, nena. Espérame, ¿de acuerdo? Estaré allí en un par de minutos.

Se dio la vuelta en el pasillo, ya que no se había alejado mucho de la puerta donde estaban manteniendo la reunión, y se tropezó de forma abrupta con Gabe.

-¿Qué pasa? -exigió Gabe-. Te he escuchado al teléfono hablando con ____. ¿Qué ha pasado?

-No lo sé -contestó con voz estrangulada-. Está herida. Tengo que irme. Está en su apartamento.

-Vamos. Iré contigo -dijo Gabe gravemente mientras recorría el pasillo para encaminarse hacia el ascensor.

Sin discutir, Harry se apresuró tras él con el corazón martilleándole en el pecho.

-¿Te dijo lo que había pasado? -preguntó Gabe cuando se subieron al coche.

-No -dijo Harry simplemente-. ¡Joder!

-No pasa nada, tío. Iremos a por ella. Estará bien. Tienes que creer eso.

-Dijiste que Mia y Bethany iban a almorzar con ella. ¿Has tenido noticias de Mia? ¿Qué podría haber pasado? No pueden haber terminado de comer hace mucho.

Gabe empalideció y marcó inmediatamente el número de Mia en el teléfono.

-¿Estás bien? -le preguntó de sopetón.

Mi Frenesí (03)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora