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Harry echó la cabeza hacia atrás y la apoyó contra el respaldo de su silla con el teléfono aún pegado a la oreja mientras la conferencia continuaba, y continuaba, y continuaba.

Dios, todo lo que quería hacer en este preciso momento era colgar el maldito teléfono y volver a casa con ____. Había comido con las chicas hoy, y tenía ganas de escuchar cómo le había ido el día. Después la llevaría a cenar. A algún sitio tranquilo e íntimo. Hablarían un poco más y luego la llevaría de vuelta a casa y le haría el amor hasta que ambos no pudieran volver a moverse del cansancio.

Alguien llamó a la puerta y Eleanor asomó la cabeza. Harry frunció el ceño ante la interrupción, aunque si había asomado la cabeza, tenía que ser importante. Era demasiado eficiente como para no saber que esta era una llamada importante.

Puso la llamada en silencio temporalmente, bajó el teléfono y miró a Eleanor con interrogación en los ojos.

-Lo siento, señor, sé que está ocupado, pero la señorita Carlysle está aquí para verle.

Le llevó un momento darse cuenta de que la señorita Carlysle era, de hecho, ____. Se enderezó y colgó la llamada sin vacilar.

-¿____ está aquí? -preguntó con brusquedad-. Dile que entre inmediatamente.

Eleanor desapareció y Harry no tardó en ponerse de pie y dirigirse a la puerta para encontrarse con ____ cuando entrara. ____ no había estado nunca en su oficina. Dios, no recordaba siquiera haberle dicho dónde trabajaba.

Un momento después, la puerta se abrió y ____ entró lentamente, pálida y con los ojos hinchados. Como si hubiera estado llorando.

Él estuvo frente a ella en cuestión de segundos y la estrechó entre sus brazos.

Ella se tensó y su cuerpo se volvió rígido y completamente firme.

-¿Qué pasa? -exigió-. ¿Qué te ha molestado?

Ella se alejó y caminó por su despacho hacia el centro, donde se quedó completamente quieta; ____ estaba de espaldas a él y con los músculos tensos. Él entrecerró los ojos.

-¿____?

Cuando ella no respondió, Harry la agarró y la puso de cara a él. Lo que vio en su rostro no le gustó ni una pizca. El miedo lo paralizó al mismo tiempo que la miraba a esos ojos sin vida.

____ siempre brillaba. Así era ella. Podía iluminar una habitación tan solo entrando en ella. Ella resplandecía, tenía una sonrisa preciosa y sus ojos siempre brillaban y estaban llenos de luz. Tal y como todas y cada una de sus facciones.

Pero hoy no. Hoy parecía derrotada. Triste. Parecía completamente destrozada.

Cuando ella se volvió a alejar de él, Harry apretó los labios en una fina línea.

-Recuerda lo que dije, ____. Cuando tú y yo hablemos, especialmente si estás molesta por algo, no va a ser con una habitación de por medio. Me estás alejando, y esa no es una opción.

Cuando fue a estrecharla de nuevo contra él, ella sacó ambos brazos y lo bloqueó con efectividad.

-No tienes el derecho a decidir -dijo con severidad-. Hemos terminado, Harry. Me he llevado todas mis cosas a mi apartamento.

Él no pudo siquiera controlar su reacción. De todas las cosas que le podía haber dicho, nunca se hubiera imaginado que fuera a decirle precisamente eso.

¿Qué demonios quería decir?

-Y una mierda -soltó mordaz-. ¿Qué narices está pasando, ____?

-He visto los cuadros -dijo ella con voz ronca-. Todos ellos.

«Mierda».

Él soltó el aire de sus pulmones y se pasó una mano por el pelo de forma desordenada.

Mi Frenesí (03)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora