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Decidí levantarme un poco, para estar un poco más cómoda, si no miento, Joaquín era una buena almohada, así que solamente me quedé sobre el.

–Cuando seamos un algo oficial, iremos a Argentina para que te presenté oficialmente con mis amigos y claro, no podemos olvidar a mi mamá.

–Suena interesante, me gusta la idea -sonreí emocionada- llévame primero con tu mamá.

–Así será.

Joaquín se me quedó viendo por unos cuantos segundos y después de eso, metió sus frías manos abajo de mi playera y me comenzó a hacer caricias.

–¿Qué quieres? -pregunté y lo mire-

–Todo contigo, ¿sabías? -respondió sin sacar sus manos de mi playera-

–Quizás lo sabía -reí- pero, no hablaba exactamente de eso.

–Ah creo, que ya entendí... No quiero nada, solamente quiero hacer esto -lo mire fijamente- bueno quizás sí.

Me reí un poco y segundos después lo bese nuevamente, el beso dejo de ser tierno y suave, para convertirse en un beso un poco salvaje, con algo de desesperación y un poco de pasión, era una mezcla de chile, mole y pozole.

Creo que así como se ponían las cosas, sabría a dónde llegaríamos, era fácil de adivinar eso.

–Espera... -se separó- no traigo... -no lo deje terminar, continúe besándolo, hasta que después yo lo solté-

–En mi segundo cajón de mi mesita de noche, tengo una cajita -me reí y se me quedó viendo confundido- es una larga historia, luego te cuento.

–Esta bien, me contarás después -reímos un poco y se levantó-

Se levantó y abrió mis tres cajones, tenia un poco de todo ahí.

–Te falta que tengas droga aquí -me reí u rode los ojos-

–¿Quién dice que no tengo? -me miro espantado y solté una carcajada- miento.

Después de unos cuantos minutos revisando mis cajones, regreso conmigo, para que minutos después pasará lo que tuviera que pasar.

Y después de lo que pasó, estábamos acostados en mi cama, tapados con una cobija.

Me abrazo y me acurruque un poco en su pecho, su piel era fría, como la mía, pero, no podía negar que era suave y que me gustaba.

Todo lo que alguna vez soñé con el, se estaba cumpliendo, ahora que lo veía de mi ángulo, me sentía rara, los sueños y las ideas se cumplen.

–¿Y si llegan tus papás? -preguntó y me saco de mis pensamientos-

–Llegarán más tarde, se supone que debería estar invernando, Alan y Luna hablarían por teléfono para cuidarme.

–Al parecer hoy fue día de no cumplir lo que dicen y estar con sus amores.

–Probablemente, fue el día contrario -me quedé pensando por segundos-

–¿En qué piensas? -preguntó y lo miré-

–Un plan en caso de que lleguen temprano -senti su mano acariciar mi cabello-

–Tranquila, ¿si? todo estará bien, y quizás cuando lleguen no haya pasado nada -beso mi frente-

Me envolví con una cobija y me levanté de mi cama, tome mi ropa y la lleve al cesto de ropa sucia, entre a mi clóset y saqué ropa y una playera larga, después la doble y la puse a lado de mi cama, después de los pequeña locura, me acosté nuevamente al lado de Joaquín.

–Ahora sí, estoy más tranquila -el río, beso mi frente y segundos después nos quedamos dormidos-

4 horas después.

Me desperté por que sentía el frío que entraba desde mi ventana, cerré la cortina, pero, no la ventana.

Mire mi celular por segundos y vi la hora 19:15, mis papás estaban a nada de llegar a la casa, deje mi celular en mi mesa de noche y puse la ropa que había preparado 4 horas antes.

Después, me acosté un poco con Joaquín, y acaricie su cabello, para comenzar a despertarlo.

–Bebé, despierta, mis padres llegarán pronto a la casa -susurre por varios minutos hasta que se despertó-

–Déjame dormir -dijo para volver a cerrar los ojos-

–¿Sabes que seremos carne asada?  -dije para hacer que despertará-

–De acuerdo, me levantaré -rodo los ojos y se puso su ropa- ¿Acomodaras tu cama?

–Nah, es parte de mi invernación, así que nada paso.

Minutos después, escuché el auto de mis padres llegar, bajamos corriendo a la sala y nos sentamos en un sillón.

–Alan ya llegamos -dijo mi padre y después nos vio en la sala- ¿ya se arreglaron? -asentimos sonriendo-

Después de minutos bajo Alan con Luna mientras reían un poco.

–Ese milagro que ya dejaste de invernar -dijo mi hermano y lo mire mal- ¿por que traes ropa diferente?

–Déjame, aún quiero seguir invernando -Joa se rió, le daba risa que invernaba como oso- y traigo otra ropa, por qué quiero y puedo, mentira, me quería cambiar nada más.

–Si tú lo dices -dijo sin darme tanta atención-

–Joaquín, Luna, ¿se quedan a cenar? -dijo mi padre y los miro-

–Claro que si, saben que siempre les aceptaré la invitación -dijo Luna-

–Eh, si claro, ¿por qué no? -respondió Joaquín algo tímido-

–Ay si, ay si -reí- mi suegro me invita a cenar y me quiere -dije burlona en su oído y después me dio un pequeño golpe en la pierna, comenzamos a reír-

–Se nota que ya se reconciliaron -dijo luna y asentimos-

Después de unos cuantos minutos, nos sentamos en la mesa para comenzar a cenar, todo estaba bien, era risa tras risa.

Todo estaba volviendo a su normalidad, eso me gustaba.

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¿Solo una fan? • Seven KayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora