Escape

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Sentí el helado viento chocar contra mi cara, comencé a temblar y a abrazarme debido al frío que hacía fuera.

Nos encontrábamos en el patio colocados en fila como si se tratase de un equipo militar.

Uno de los guardias que estaba situado frente a nosotros justo al lado de aquel gorila, cogió un megáfono y comenzó a hablar por él.

-Probando....bien..- Carraspeó y centré mi mirada en los presos que les dirigían una mirada asesina a los guardias, pero no iban a saltar sobre ellos por mucho que quisieran, habían guradias armados alrededor del patio.- Vamos a escoger a algunos presos para trasladarlos a otra cárcel que hay próxima a esta debido a unos pequeños problemas de espacio, así que por vuestros número de presos quiero que os vayais emparejado con el número que sea el mismo al vuestro, empecemos...

El guardia comenzó a dictar los números, estaba aterrada, ¿por qué tenían que emparejarnos? ¿no podía coger a gente una por una?

Pasé mi mirada por todos los presos, noté la mirada de dos chicas que no tenían muy buena pinta, me observaban con desagrado, si las miradas mataran yo ya estaría más que muerta.

Tragué saliba y desvié la mirada todo lo rápido que pude, jugué con un mechón de mi pelo nerviosa.

-Número noventa y dos.- Ese era mi número, me tensé y caminé hacia donde me indicó pasando al lado de esas dos chicas.

No muestres miedo.

Recordé las palabras de Mello, alcé mi rostro intentando mostrar indiferencia y cuando llegué a donde nos indicó el guardia pude ver que Mello también se aproximaba hacia donde yo iba.

Por un momento sentí como una ola de alivio me invadia por completo, me acerqué a él acelerando el ritmo, este me miró con sus fríos ojos.

-Vaya, otra vez tú.- Dijo como si mi mera presencia le molestase.

-Pues si...- Dije mirando hacia otro lado.

El guardia que parecía un gorila se aproximó hacia nosotros con unas esposas. Encadenó una mano de Mello y otra mía, me quedé helada.

El guardia se dio media vuelta y comenzó ha hacer lo mismo con los demás presos.

-No...- Mascullé y alcé un poco mi mano para mirar la esposa.- No puede ser posible.- Dije desesperada.

Mello miró las esposas indiferente, alzó también la mano y se encogió de hombros.

-Vaya...si que será una molestia.- Dijo para sí mismo.

-¡Eh! Te he oído.- Dije inflando mis mofletes.

Este me lanzó una de sus frías miradas y centró su atención hacia la salida, se quedó mirándola largo rato, parecía pensativo.

-Escuchame bien.- Susurró acercándose más a mí, acto por el que me estremecí.- He pensado salir por patas de aquí pero que estés tú a mi lado va a ser una carga, por lo que en cuanto heche a correr tu correrás todo lo rápido que puedas, ¿lo has entendido?

-¿Q-qué...?- Me alejé de él.- No pienso hacer eso.- Susurré.

-¿Te he preguntado lo que quieres?- Arqueó una ceja y se cruzó de brazos.

-Gritaré.- Dije en un intento desesperado de que cambiará de idea.

Mello me dirigió una mirada asesina y me agarró fuertemente del brazo acercándome más a él.

-Si lo haces los días que pases en la misma celda que yo van a ser una pesadilla.- Susurró apretando más mi brazo.

-Ñgh...me haces da-ño.- Intentaba soltarme pero no había manera.

Encadenados (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora