Salvador

111 14 0
                                    


-Vamos...entra.- Dijo de mala gana aquel gorila que empujó a Mello hacia la celda, después de eso la cerró con fuerza.

-Mello...- Me agaché y le ayudé a sentarse.- ¿Te encuentras bien?- Pregunté algo preocupada.

Aún desconfío de él pero...me ha salvado de ese pervertido y me siento mal por que se lo hayan llevado a él en vez de a ese marrano.

-Sí.- Dijo a la vez que se ponía en pie y se alejaba de mí para sentarse en su cama y acariciar su cabeza a la vez que mantenía su mirada fija en el suelo.

-Oye...gracias por ayudarme antes, pero no tenías porque haberte met...

-Olvidalo.- Dijo Mello sin mirarme.

-¿Qué lo olvide?- Pregunté extrañada.

-Sí, que lo olvides.- Dijo con total tranquilidad a la vez que se volvía a poner en pie.

-Tsk...no te entiendo, me salvas, te lo agradezco como es lógico..... ¿Y tú me dices que lo olvide?

-Sí, no ha sido para tanto, solo me han metido unas horas en una celda sin ventanas, pero a parte no me han torturado así que tranquila.- Fruncí el ceño al escuchar eso.

-¿Por qué me has salvado? Me acabas de conocer y...te has arriesgado para ayudarme.- Pregunté.

Mello se encogió de hombros y me lanzó una mirada vacía a la vez que posaba su pie sobre el colchón.

-Mira princesita, te veía en apuros y me has dado pena, no es nada del otro mundo.- Giró el rostro hacia un lado quitándole importancia.

-¿Qué te doy pena? ¿Pero tú de que vas cretino?- Y al acabar la frase Mello volvió a posar sus azulados ojos en mí, suspiró, se levantó y me acorraló contra la pared, me miró con unos ojos tan serios que me helaron la sangre.

Tragué saliba.

-Mira princesita, te he salvado el culo de ese acosador, pero eso no quiere decir que ahora vayamos a ser mejores amigos, así que tratame con respeto y no cojas tantas confianzas. ¿Te ha quedado claro?- Dijo con calma.

No hice ni un movimiento, no quería humillarme ante él.

¿Qué se creía?

-Espero que ese silencio y esa miradita de odio sean un "sí".- Se alejó de mí y se recostó en su colchón.

Refunfuñé y me senté en el suelo de mala gana cruzandome de brazos.

-Y a partir de ahora deberías de tener más cuidado y no hablarle así a nadie, esto no es la calle princesita.

-¿Quieres dejar de llamarme "princesita"?

-Ahora mismo parecias la típica chica mimada.- Se encogió de hombros.- Y yo te llamo como a mí me plazca.

-Ah, ósea... ¿qué tu puedes faltarme al respeto?

-¿Llamarte princesita es faltarte al respeto?- Arqueó una ceja divertido.

-No...pero...agh, es molesto.- Respondí notando mis mejillas arder de la ira que sentía.

Se quedó unos segundos en silencio mientras me miraba con picardía.

-Seguiré haciéndolo.- Se tumbó sobre el colchón y cerró los ojos.- Es divertido ver como una chica mimada se cabrea.

-De acuerdo peluquín.- Dije con furia.

-¿Peluquín?- Repitió entre una pequeña risa.

-Puesto a ponerme apodos yo, como buen compañera de celda que soy debería de hacer lo mismo.- Dije con orgullo.

Encadenados (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora