Encadenados (FINALIZADO)

Tal vez seguímos encadenados

-¿Estás segura de que quieres irte ahora?- Preguntó James frunciendo el ceño.

-Sí.- Asentí con mi mano puesta en el pomo de la puerta.

De los carnosos labios de James salió un suspiro.

-Anda, espera, te llevo a tu casa.- Fue hacia el perchero y cogió un abrigo de piel.

-Al fin te vas.- Mello se acercó con pasos lentos y se paró en cuanto llegó cerca de mí.

Vaya pintas llevaba, iba con unos pantalones de cuero, una chaqueta a juego y una camiseta negra de tirantes, ¿es qué va vestido así todos los días? Porque parece un gay.

Le miré con odio.

-Pues sí, no sabes las ganas que tengo de perderte de vista.- Los labios de Mello se curvaron en una media sonrisa.

-Yo también te acompañaré, solo para que me sigas viendo un poco más, en el fondo sé que te gusta.- James le pegó una colleja a Mello, este puso una mueca de dolor y acarició su cabezs.

James abrió la puerta.

-Pues si nos acompañas camina.- Subió las escaleras, le lancé una mirada divertida a Mello que tenía su odiosa mirada puesta en mí y seguí a James.

-Aquí.- James frenó.

- Casi que será mejor que te espere aquí, no creo que acabe bien la cosa.- Dijo James.

-Os podéis ir, si llaman a la policía no me importa.- Salí del coche sin esperar otra palabras más de ellos y caminé por el empedrado suelo que daba a mi casa.

De repente alguien agarró mi hombro y me giré asustada.

-Soy yo gatita.- Dijo Mello sonriendo con diversión.

Le lancé una mirada cargada de odio y señalé el coche de James.

-Largo de aquí.

-Solo te voy a acompañar, quiero ver como la cagas.

-Agh...es inútil.- Me di media vuelta y seguí caminando hacia la puerta seguida de Mello, una vez llegué me quedé quieta unos segundos sintiendo la divertida mirada de Mello posada en mí.

-¿Vas a llamar o que?- Le miré con odio.

-No me metas presión.- Mello rodeó los ojos, se acercó a la puerta y llamó al timbre.

Abrí mis ojos de par en par y él se encogió de hombros.

-Si no ibas a hacerlo tú alguien tendría que hacerlo.- Suspiré y me alejé un poco de la puerta esperando a que saliera alguien a recibirme, pero no fue así.

-No están en casa.- Suspiré y me senté en el escalón de la entrada.- O alomejor están, me han visto por las ventanas y han llamado a la policía.- Mello se posicionó a mi altura poniendose de cuclillas delante de mí.

-Oye princesita, sé que no hay nada mejor que el calor de una familia...no es por ofender pero, deberías de dejarlo porque ese calor ya lo has perdido. No tiene sentido intentar estar al lado de gente a la que ya no le importas una mierda.

-¡Si que les importó, cállate!- Dije después de estarme callada unos largos segundos. Una lágrima resbaló por mi mejilla y me la sequé a toda velocidad.

Me encontré con aquellos azulados ojos abiertos de par en par ante mi reacción.

Miré al suelo y pasé mis manos por mi pelo soltando un pesado suspiro.

-Perdona, no debería haber dicho eso.- Se sentó a mi lado.

-Vete de una vez. No sé por qué razón sigues estando conmigo, no estas obligado a estarlo.- Dije sin apartar la mirada del suelo.- ¿Es qué acaso te parece divertido ver lo que me ocurre?- Le miré con las lágrimas inundando mis ojos.