Dentro de él sabía que nada de lo que estaba pasando era su culpa, pero no podía dejar las cosas así con su padre, habían pasado días sin dirigirse la palabra, uno de los hombres de su padre le había cortado la comunicación y aunque Armando deseaba poder decirle a Emilio lo que había pasado, eso también podría ser contraproducente para su amigo. Así que se haría a la idea de no volverlos a ver por ahora, esa noche trato de arreglar las cosas con su padre y aunque el ambiente era incomodo y tenso al principio, poco a poco mientras hablaban todo se iba arreglando entre ellos.
Armando tenia 22 años para ese momento, estaba a mitad de terminar la universidad, ya llevaban un mes en Baja California, habían comprado una casa custodiada por diez guardias armados, no soportaba la idea de tener que estar 24/7 encerrado sin poder comunicarse con nadie, extrañaba a sus amigos, en especial a Jack, una parte de el deseaba que al menos él notara su ausencia. Mirar por la ventana el atardecer lo hacia sentirse como pájaro enjaulado.
—Necesito gente de confianza—la voz de su padre se escuchaba lejos—La verdad es que al paso que vamos no me sorprendería que nos atraparan, me avisaron que al ruso lo acribillaron entrando a un motel con una prostituta, en plena faena lo llenaron de balas. No puedo dejar que me pillen, Armando no sabría que hacer, he pensado enviarlo al ejército.
—¿Con quien hablas? —preguntó Armando
—Joder Armando, deja esa manía de escuchar detrás de las puertas. Hablaba con un socio, sé que últimamente te aburres en casa y he pensado que seria bueno que te en listaras al ejército. Estaría mas tranquilo sabiendo que estas lejos de estos negocios.
—¿Ejército? Vamos a ver... no creo que tenga lo suficiente para pertenecer aun lugar como lo es la milicia o como sea que se diga. Puedo aprender del negocio si tu me enseñaras. —era una locura lo que su padre estaba pensando, él no quería ser militar ni esas mierdas. No duraría ni dos días allí.
Aun así, fue persuadido por su padre y ahora se encontraba frente al Armed Forces, se sentía fuera de lugar, al ver a todos esos hombres musculosos y con cara de estar oliendo mierda todo el tiempo. Armando se dirigió a las oficinas que estaban alineadas, no tenia ni puta idea a cuál dirigirse, la de los marines habían tomado un descanso y no estaba nadie para brindarle información. Un sargento de la armada que estaba en el lado opuesto lo llamó, todos esos hombres se veían tan intimidantes, mientras caminaba hacia el sargento, Armando pensó que este sin lugar a duda sería una excelente opción para Jack, pero él era todo lo contrario, su carácter no lo ayudaría mucho en un sitio como este y de seguro no tardarían en sacarlo. El sargento le hizo algunas preguntas, que Armando medio contesto, le hablo de las Fuerzas Especiales (FE) y de los Ranger, al parecer para pertenecer a la FE debía ser sargento y para eso se llevaba bastante tiempo, sobre lo de Ranger sonaba un poco más atractivo, saltar desde aeroplanos, asaltar objetivos y volverse un experto en armas. La cabeza de Armando en cualquier momento podría hacer corto circuito de tanta información, le hablaba de cosas que él no comprendía, al final el sargento le termino de hablar de los SEAL. Esto de ser un militar era un honor, pero también una putada. Lo bueno estaba por iniciar cuando paso el examen de reclutamiento.
—¡Cien flexiones! ¡AHORA! —los cuerpos de mas de 100 hombres comenzaron a subir y bajar, la voz del instructor era sádica y profunda, no dejaba de gritar y pedir flexiones, a lado de el se encontraba un tipo americano que se encontraba llorando, en ese momento morir a manos de los enemigos de su padre parecía una excelente opción, dejo ese pensamiento cuando sintió el chorro de agua en toda la cara, los demás instructores estaban frente de ellos con las mangueras, y pedían flexiones con una sola mano, en ese momento ya no sabia si era agua o sus lagrimas que estaban mojando sus mejillas. Armando no logro hacer ni 10 flexiones con solo una mano, todo su cuerpo hormigueaba y sentía los calambres tensar cada parte de su cuerpo. El instructor mayor soltó blasfemias frente Armando, otros hombres también caían de cara contra el suelo. Los insultos eran horribles y los castigos ni se digan. Esto no era nada comparado a como te lo pintan en las películas o documentales, mientras mas te doblegan te patean el trasero una y otra vez.
Dos años después se había unido a la Armada empezaría el entrenamiento básico, aun no entendía como rayos había aguantado tanta mierda. El primer entrenamiento era nadar, los lunes y miércoles se hacía natación extrema, los martes carreras de veinte kilómetros, los jueves se hacían abdominales, sentadillas y flexiones, los viernes tenían medio día de descanso en los que podían llamar a sus familiares, así que llamo a su padre para saber su estado de salud y otras cosas. Lo que le había contado no lo dejaba nada tranquilo, al parecer su padre seguía metido en la venta de cosas ilegales y vendiendo a su propia gente, a ese paso borrarían de la faz de la tierra a su padre.
Unos días después el sargento le había dicho que podía empezar como Ranger, ya tenía los veinticuatro años así que se presentó en el edificio donde le había dicho que fuera y un señor trajeado hizo el registro para Armando, lo llevaron donde todos los soldados se hospedaban, por las noches le entraba el miedo de que los instructores entraran y les aventaran baldes de agua helada, al menos eso había acabado... pero la realidad era que lo duro estaba de nuevo por comenzar, el entrenamiento era cien veces peor.
—Diablos, estos tipos nos van a matar antes de poder hacer alguna misión en Irak—hablo un chico con barba exagerada.
Armando estaba de acuerdo, odiaba escuchar los insultos que eran el pan de cada día, no había ningún segundo en que no te dijeran nena, muñeca o maricón, esa semana trato de mantener perfil bajo como de costumbre, pero fue imposible al parecer un sargento había puestos los ojos en el y no de una manera romántica todo lo contrario, a pesar del ejercicio que hacía, todo el entrenamiento físico y lo demás. En el entrenamiento de barras se tenia que esperar a las ordenes para empezar, para su mala suerte aquel sargento estaba a un lado de él. Y no dejo que Armando se fuera hasta que completara ese ejercicio. En definitiva, no destacaba en ese, en natación sin embargo llego a ser el mejor. Las horas de comidas era el momento en el que podías hablar con los demás, había soldados con diferentes rangos uno con una historia diferente, él sin en cambio solo quería salir huyendo de allí, había investigado un poco de aquel sargento, mejor conocido como Roy y también era una patada en los huevos. Cada día el entrenamiento era mucho más difícil que el anterior, en cualquier momento sus huesos se romperían, ya se había cansado de eso, ¿cuándo empezarían con las armas?
Medio año después empezaron los entrenamientos con armas para su buena o mala suerte el instructor era el sargento Roy, era un tipo duro con un aura algo siniestra, Armando trataba de no destacar, pero al parecer tenia un talento para las armas, Roy noto el potencial que traía ese chico. Delante de los demás pusieron unas dianas para ajustar los elementos de puntería, había tenido 9 de 10 al centro de la diana. Tres semanas después Roy le estaba enseñando el entrenamiento del francotirador, era una sensación que Armando jamás había sentido, era un arma superior a las demás, al menos para él. Roy le ayudo a poner el bípode en terreno abierto, tenia que respirar profundamente antes de disparar y luego efectuar su disparo.
Miro atreves de la mira del fusil M24, respiro profundo.
—¡Dispara! —dijo el sargento. Armando puso el dedo en el gatillo y la bala salió en dirección al blanco.
Esa fue la primera vez que mato a alguien.
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Broken Memories
RomanceEl amor en ocasiones siempre se debería guardar en los mas profundo de nuestro ser.