REALEZA

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El lazo que ataba a la familia Kagami y Aomine era la lealtad, desde hacía años la familia Aomine servía con pasión a la familia Kagami

-Daiki, vamos-un pelirrojo terminandose de vestir tenía que ir a una reunión aburrida de negocios, era el último descendiente del apellido Kagami. Su sirviente personal, Aomine Daiki, lo seguía y protegía de todo mal

-Si, señor-murmuró siguiéndolo, esa reunión era vital para el negocio y no debía perder los estribos de ninguna forma y cerrar el trato en perfectas condiciones. Llegaron a la sala de juntas, entró sonriendo como siempre saludando a los presentes

-Empecemos-miró a sus socios, varias horas pasaron hablando hasta terminar en un acuerdo

-También quisiera ofrecer a mi hija-un silencio quedo entre todos los presentes, Kagami lo miro intrigado

-¿Cómo? -fue lo único que pudo decir, el que antes habló lo miró sonriendo

-He escuchado que no tiene pareja ni descendientes, quiero ofrecer a mi hija para ese puesto y unir dos...-Kagami levanto la mano negando

-Lo siento, ahora mismo no tengo planes de casarme-dijo serio, el señor se sorprendió más no se rindió

-Pero es una buena muchacha, de una familia noble y..-Daiki entró en juego serio

-Vámonos, señor, tenemos otro tema que atender-susurro en su oído, Kagami asintió levantándose

-Debo marcharme, aunque me complace dicha oferta debo decirles que en mi familia tenemos una tradición y es casarnos entre realeza-sonrió haciendo una leve reverencia y salió, todos quedaron algo pasmados por lo dicho más no entraron en tema. En verdad la familia Kagami llevaba sangre real, varios terrenos y empresas a su nombre no era lo único que llevaba. Al llegar a la casa, cansado se estiró yendo al baño

-Preparare el baño-dijo Aomine rápidamente, Kagami sonrió travieso acercandose a él

-Esperare qué me desvistas-dijo de pie cerca de él, este le mir sonriendo acercandose a él quitándole cada prenda de ropa rozando su cuerpo sin apuro alguno. El secreto más grande de esta familia era el amor entre su señor y su sirviente, esto había pasado varias veces a lo largo de la lealtad pero siempre lo escondían o se rompía el sentimiento. En este caso Taiga y Daiki se amaban en secreto, algo que quería dejarlo para ellos solos, sin palabras de más ni lazos fuertes solo el amor que se tenían y ya.

-Daiki, date prisa-gemia el pelirrojo sobre él, entró despacio en él besando su cuello

-Quisiera dejarte marcas por todo tu cuerpo, gritarles que eres mío y solo yo puedo satisfacerte-murmuró en su oido moviéndose contra él, este jadeo arañando sus hombros

-Soy todo tuyo...-jadeo moviéndose contra él buscando el placer. Después de ese momento de ellos volvieron a sus papeles aunque Kagami ya pensaba en otras cosas

-Me molesto que mencionara eso, seguramente tendrás más propuestas-murmuró serio Daiki vistiendo se, Kagami sonrió suave acercandose a él

-Entonces tomame-dijo viéndolo, Daiki se giro sorprendido-Casemonos, si pierdo socios da igual-lo beso suave acariciando su nuca

-Taiga eso es...-este negó callandolo, lo miro sonriendo

-Podemos hacerlo, hay que romper este secreto de esconder todo... De que salga mal-lo miro triste, Daiki lo beso acariciando sus mejillas

-¿Te casarías conmigo, Taiga?-este asintió besandolo subiéndose en él. No quería que ese amor se terminará y la única forma era uniéndose, sería raro para la sociedad, los insultarian y alejarían pero ellos estaban listos para mostrar ese amor fuera de esas cuatro paredes.

Aokaga MothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora