DISCAPACIDAD

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Así acabaría su grande y poderosa carrera, en una silla de ruedas por un tiroteo entre bandas. Que gran final para Aomine Daiki, habían pasado los años y el inmaduro moreno ya tenía futuro, empezó en la policía y poco a poco fue ganando confianza, en verdad le estaba yendo bien. A sus 30 ya era capitán y vivía bien, no tenía pareja, vivía solo en una casa de dos plantas con jardín, tenía dos perros que siempre estaban a su lado pero todo se fue abajo por ese día. Ni siquiera era su turno, no debía estar ahí pero pasaba cerca y quiso ayudar, estaban varios novatos

-No entre señor, esperemos refuerzos-escucho de un novato, al saber que había rehenes no lo pensó y entró, gran error. De ahí salió sin poder mover sus piernas, varios disparos en sus piernas, algunos en la cadera y varios golpes. Para finalizar todo un derrumbamiento y ahora sin posibilidad de caminar, estaba en su casa molesto con todo. Sus amigos lo iban a ver y por orden de Akashi, consiguió un enfermero para que lo ayudará en casa pues todos sabían que ya no volvería a caminar. Aomine a regañadientes andaba esperando junto a Kuroko al nuevo enfermero que lo cuidaría

-Debes tratarlo bien, Aomine-kun-dijo serio su amigo

-Lo trataré como se merezca depende de su trabajo-dijo molesto con el ceño fruncido, sono la puerta

-Buenos días, soy Kagami Taiga-se presento haciendo una reverencia. Aomine lo miro curioso, esperaba un enfermero pequeño y débil al contrario de lo que encontró. Un chico alto, de unos 20 poco, joven y muy fuerte, robusto pero con una mirada amable. Kuroko se presentó y presentó a Daiki el cual chasqueo la lengua

-Empezaremos con la limpieza, la casa ha sido limpiada una vez a la semana así que lo dejamos en tus manos-Kagami asintió remangandose buscando todo, Daiki salió a su jardín sin decir ni una palabra. Kuroko se sento mirandolo

-Lo intimidad con tu mirada, solo eso sabes hacer, Aomine-kun-dijo viendole fijamente, Aomine bufo

-Es mi problema, déjame en paz Tetsu-murmuro perdiéndose en sus pensamientos, al terminar Kagami salió informándoles. Aomine y Kuroko entraron viendo la casa limpia, no había polvo ni suciedad estaba todo limpio. Lo siguiente era la comida, ya era hora de comer y Kagami se puso a ello

-Delicioso-dijo Kuroko sonriendo, Aomine asintió

-Esta bien-murmuró terminando de comer, Kuroko los dejo solos. Aomine lo miraba mientras el pelirrojo limpiaba la cocina

-No entre a su cuarto, ¿Quiere que lo limpie?-Aomine lo miro y asintió

-Termina aquí y subes-Aomine subió por el miniascensor que instalo en su casa. Al terminar Kagami fue, vio al moreno viendo fotos de sus antiguos años lo cuales ahora le pesaban, dentro de él sabía que no volvería a caminar y eso le dolía más que cualquier disparo

-Señor-toco la puerta antes de entrar, Aomine guardo todo rápidamente mirándolo. Kagami sonrió suave acercándose a él

-Empieza ya-dijo saliendo a su pequeño balcón, Kagami asintió limpiando todo. Aomine miraba desde fuera a ese joven, en verdad es sorprendente que no se haya ido por las palabras serias y duras de él pero ese era solo el primer día. Kagami dejó la cena echa y se marcho, al día siguiente también vino y así durante varios meses. Aomine ya se había resignado a estar en esa silla de ruedas, en esos meses Kagami se había convertido en un apoyo y cierta alegría en sus días.

-Aomine-san, hoy tiene revisión, lo acompaño-este negó suspirando

-No voy a ir, se que no puedo caminar y no quiero que me lo recuerden-gruño saliendo al patio a fumar, Kagami suspiro siguiendolo

-¿Tan rápido te rindes?-dejo sus formalidades a un lado algo molesto por esa actitud que se cargaba desde que empezó a trabajar para él. Aomine lo miró serio

-Nunca me rindo, pero se que no volveré a caminar-gruño apretándo sus puños, Kagami negó acercándose rápido hacia él y se sento en sus piernas

-Quítate, pesas-le dijo serio, Kagami sonrió moviéndose despacio contra él-He dicho que...-Kagami se levantó sonriendo

-Ahí esta-dijo señalando un bulto en sus pantalones, Aomine se lo tapo rápido tirando su cigarro

-Es algo normal-murmuró mirando a un lado, Kagami suspiro negando

-Si tus piernas no funcionarían, no hubieras notado mi peso y tampoco podrías haberte puesto duro-murmuró de brazos cruzados, Aomine lo pensó detenidamente. Tenía razón, desde cualquier perspectiva

-Iré-dijo orgulloso sin verlo, Kagami se rio bajito siguiéndole

-Puedo ayudarte, si quieres-murmuró en su oido mirando su bulto, el moreno sonrió de lado

-¿Estás tentandome?-dijo riéndose, Kagami se sonrojo un poco sonriendo

-A veces es bueno liberar-se rasco la nuca sonriendo suave, Aomine asintió

-Hazlo-Kagami bajo a sus piernas sacando su miembro, Aomine lo miraba pasando su lengua por sus labios. No era de piedra, había visto varias veces al muchacho después de ducharse o cuando lo ayudaba a bañarse, un buen físico, un trasero tallado por dioses y una sonrisa que derretia todo. Aomine quedó satisfecho y Kagami algo avergonzado, después de ese día su relación se hizo más íntima, Kagami animandolo y Aomine sintiendo por fin eso que llaman amor.

Aokaga MothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora