Capitulo 39

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—Llegó a mi casa— Sam comienza a hablar después de un rato de camino— él sabía que mi turno estaba por iniciar así que se ofreció llevarme al trabajo— su vista está clavada en sus manos entrelazadas que descansan sobre su regazo— yo acepté porque en ese entonces estaba tranquilo y... Porque quería terminar con él.

Asiento.

—No le gustó lo que le dijiste— adivino y ella asiente.

—De pronto explotó, se puso como loco y me dijo que mi madre no estaría viva si no fuera por él— mi ceño se frunce ligeramente— mi padre murió cuando tenía ocho años, nos dejó a mi madre a mí y a una bebé de meses de nacida— una sonrisa melancólica se desliza en sus labios— mi mamá lo estaba haciendo muy bien— hace un encogimiento de hombros— estábamos bien, éramos felices a pesar de lo que había sucedido pero...

—No tienes que contarme si no quieres— suelto una vez que veo lo difícil que le es hablar de esto.

Quiero hacerlo— dice asintiendo, así que dejo que continúe— cuando cumplí dieciséis mi madre enfermó, yo no podía conseguir empleo porque no era mayor de edad, y en los que aceptaban menores no era adecuada para el trabajo, estaba desesperada. Jeff es de mi barrio y cuando iba de regreso a casa con un llanto incontrolable él se acercó y me preguntó si me encontraba bien, yo le dije que sí, obviamente no le iba a contar mis problemas. No lo conocía— me dedica miradas de vez en cuando— es decir, lo había visto un par de veces, pero nada más.

—Después de ese día lo veía a diario en el mismo lugar, al principio me dió miedo— recuerda soltando una risita boba— él poco a poco fue acercándose a mí y nos hicimos amigos, entonces le dije mi problema y él dijo que me ayudaría, que lo resolvería por mi, al día siguiente apareció con mucho dinero, ofreciendo llevar a mi madre al doctor, yo estaba desesperada— un par de lágrimas se le escapan— no tenía opción, mi mamá estaba muriendo, así que lo tomé y la llevé al hospital. Lo tomé sin saber que estaría en deuda con Jeff por el resto de mi vida, sin saber que a diario me lo echaría en cara— un deje de vergüenza tiñe sus facciones— después se corrió el rumor de que la tienda de la esquina había sido asaltada y entonces supe de dónde había salido el dinero. Pero era tarde, yo ya estaba metida en eso, le hablé a Jeff de ir a la policía, pero él me  convenció de no hacerlo. Me acusarían de cómplice, me encerrarían y mi madre quedaría deshecha y mi hermana sola.

Suelta un suspiro.

—Así que no lo hice, no fui a la policía y eh vivido con eso en mi conciencia, a pesar de que el señor de la tienda se repuso y sigue ahí, cada vez que voy no soy capaz de verlo a los ojos— una sonrisa triste tira de las comisuras de sus labios— Jeff supo cómo hacer que me enamorara de él, pero con el tiempo me di cuenta que lo nuestro no era amor, al menos no de su parte. Sus acciones hicieron que el amor que sentía por él se esfumara, pero no podía dejarlo— hace un encogimiento de hombros— y no sé porque, no sé si fue por miedo, por agradecimiento o tal vez ambas.

Una vez que llegamos al estacionamiento del café-bar, Sam baja del auto, limpia sus lágrimas y me agradece.

¿Matt ya sabe que Jeff salió del hospital?— hay un deje de preocupación en su voz.

Niego con la cabeza— Tengo que ir a un mandado, pero después iré a verlo y se lo diré— la chica asiente aliviada.

Nos despedimos y ella entra al establecimiento donde trabaja, mientras yo emprendo camino hacia la casa de Tamy.

~*~

¿Estás segura?— mi amiga pregunta sin tratar de ocultar su desesperación.

Desafiando al destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora