Capítulo XVII: Entre Sueños y Pesadillas

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Me desperté con el sonido de la alarma, busque mi celular a tientas para apagar la alarma y me di media vuelta para seguir durmiendo, se me hizo raro no sentir el cuerpo de Adelina en el momento en el que me di vuelta, escuche la puerta abrirse y abrí los ojos y a Ronald lo que se me hizo raro.

— Hasta que despiertas — comentó el chico mientras se acercaba a la cama con una sonrisa en su rostro.

— ¿Cuándo llegaste? — le pregunté confundida.

— Anoche, como a las 3 de la mañana, me saludaste y todo — me informó él y yo fruncí el ceño no recordaba haberlo saludado — Estuvimos hablando en la cocina un rato, hasta que te dio sueño y te viniste a dormir — Dijo él y yo me refregué la cara — Como sea, vine a ver como estabas, tengo que salir en un par de horas para ir a los estudios ¿Quieres ir conmigo? — él se acostó al lado mío.

— ¿Qué hay de Adelina? — le pregunté entendiendo poco y nada.

— ¿Qué pasa con ella? ¿La llamaste? — Me pregunto impresionado — pensé que no habían hablado desde la ceremonia de tus padres — el camino a la ventana y abrió las cortinas cosa que me pareció más raro aun pues yo no acostumbraba a cerrar las cortinas — ¿Me acompañas al estudio? — volvió a preguntar con naturalidad.

— ¿Cómo así? ¿La ceremonia de mis padres? — le pregunté más confundida de lo que ya estaba —Desde la última vez que fui no me dan ganas de ir, gracias, pero prefiero seguir durmiendo — le dije sentándome en la cama y él me miro con el ceño fruncido.

— ¿Fuiste al estudio? — preguntó y se sentó en la cama al lado mío — ¿Cuándo? — volvió a preguntar y yo quedé más confundida si es que era posible.

— ¿Cómo que cuándo? Ro, esto no es gracioso — finalmente me levante de la cama y tomé  mi celular, aún eran las 10 de la mañana, pero me llamó la atención la fecha que marcaba mi celular: Jueves 16 de Enero — No, debería ser junio no enero — me quedé mirando la fecha y luego mire a Ronald — ¿A cuánto estamos? — le pregunté con la esperanza de que la fecha estuviera mala.

— Jueves — me dijo él y yo me comencé a desesperar.

— El número amor — el hecho de que no me estaba dando al información que necesitaba no me era particularmente agradable.

— 16 de enero, mañana esta de cumpleaños uno de tus primos vamos a ir a la casa de tus padres... — él iba a continuar hablando pero lo detuve.

— Lo sé aún no logro olvidar ese fatídico día — dije recordado la experiencia de ir a celebrar el cumpleaños del menor de mis primos hombres.

— Oye te necesitan — dijo el mientras se acostaba en la cama y yo lo mire más confundida — Vuelve con ella, ayúdala está pasando por un mal momento y no mates a nadie — yo quedé más confundida aún y el me miro divertido para sentarse en la cama otra vez — despierta ¿SI? — me dijo el pelirrojo poniendo la mano en mi hombro.

Apenas el pelirrojo retiró su mano de mi hombro yo me desperté de golpe, lo primero que hice fue mirar mi celular, Miércoles 12 de Junio, eran las dos de la mañana y al no ver a Adelina me levanté de la cama tomando una manta por el frío que hacía, camine por la casa y vi a Adelina hecha bolita en el sofá de la salita de estar mientras veía la televisión, yo me senté al lado de ella y apoyé mi cabeza en su hombro, la tape a ella y a mí con la manta. Estaba viendo uno de esos documentales de animales que me encantaban a mí.

— ¿Ocurre algo? — pregunto ella para hacerme cariño en la cabeza.

— No estabas en la cama — Ella se tensó notoriamente — Pensé que te había pasado algo — no intenté siquiera moverme de donde estaba, solo miré la televisión.

— Estoy bien — susurró a modo de respuesta.

— ¿Segura?

— Si

Nos quedamos en silencio viendo el documental, hasta que sentí una de las frías manos de Adelina en mi pierna, para mi sorpresa la dejó ahí tranquila mientras absorbía todo mi calor corporal con su mano, cuando el documental terminó ninguna de las dos se movió del sofá, nos quedamos viendo uno de estos programas que dan a las 3 de la mañana y que nadie ve, Adelina movió su mano con cuidado a través de mi pierna para meterla por mi short, yo abrí instintivamente mis piernas Dejé que sus dedos viajaran. Se detuvieron en la humedad que asomaba entre mis pliegues, agradecí la decisión de no haberme puesto bragas bajo el short aquella tarde, metí una de mis manos por debajo de mi sudadera y apreté uno de mis pezones con fuerza

Deambulo por el sendero de mis inglés, incluso dejó que sus uñas, algo largas, se enredaran en el vello que cubría mi piel. En pocas ocasiones se había tomado tanto tiempo, solía llegar al destino demasiado rápido. Sin embargo, acababa de descubrir que la travesía era igual de interesante, incluso más deliciosa. Por ello, cuando al fin alcanzó la meta, mi cuerpo tembló. Había esperado tanto que fue una sobrecarga abrumadora.

Redujo la presión, aumentó el tamaño de los círculos. Le costó encontrar la combinación exacta, pero en cuanto dio con ella todo se apagó. Observaba la televisión mientras pasan un programa de animales. Mis pechos, doloridos, ya se habían rendido. Solo quedan mi clítoris y mis ganas de extinguir el deseo.

Me mordí el labio inferior con fuerza. Pronto. Cerca. Ahogué un gemido, el que me colocó justo en el acantilado. A punto de soltarme, pero no todavía. Reprimí el segundo. Veía el abismo. Con el tercero me dejé caer, adonde fuera. Y aunque no conocía sus dimensiones, sabía que era el despeñadero más seguro de todos. En lugar de oscuridad aterrizaría en una corriente de placer que impactaría por todo mi cuerpo. Así lo sentí con el primero de los orgasmos, largo e intenso. Clavé los dientes en su hombro derecho y recibí el segundo. Fue algo menos intenso, pero me hizo flotar y caer al vacío en cuestión de segundos. Me separe de ella dejando un beso en donde la había mordido y la mire a los ojos.

— Te extrañe — le dije intentando normalizar mi respiración y ella me dio un delicado beso en la comisura de mis labios, yo la bese de forma lenta y metí mis manos por debajo de la sudadera que ella llevaba puesta, ella comenzó a negar con la cabeza y me detuve al instante.

— No — dijo en un susurro — ¿No... No te doy asco? — pregunto de forma nerviosa y desviando la mirada.

— No — le dije con seguridad — Lo único que haces es tentarme, no sabes cuantas veces soñé contigo, con tu cuerpo — ella me miró y yo mire sus hermosos ojos verdes — No Ad, no me das asco, al contrario me encantas — le termine de confesar y note como se ruborizaba — Y quiero ayudarte, en lo que pueda y con lo que me dejes ayudarte ¿Vale? 

Ella asintió con la cabeza y se acomodó en el sofá sobre mí, ella nos tapó con la manta y nos quedamos un rato más viendo la televisión, Adelina no se demoró en quedarse dormida y yo apagué la televisión, como ella estaba muy plácidamente durmiendo sobre mí terminé por dormirme en el sofá.

Joyerías IzaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora