Capítulo XVIII: Dante

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Me desperté acostada en el sofá, con la diferencia de que Adelina ya no estaba, me había dejado en sofá tapada con la manta, me quedé un rato más acostada para luego levantarme, camine a la cocina y vi a Vanessa y Adelina sentadas en la mesa de la cocina, ambas me miraron y yo solo les sonreí de forma cansada, camine por la cocina y me digne a hacerme un café en lo que soltaba un bostezo.

— Tengo que salir ahora en un rato más — les informé tomando mi taza y dándome vuelta para mirarlas — ¿Te puedo dejar sola? —me preocupaba más Adelina, no me era una idea muy atractiva el dejarle sola.

— Si, no te preocupes — asintió con la cabeza, como si buscara tranquilizarme de algún modo y me terminara de dar aquella seguridad que necesitaba para poder salir tranquila de casa — De todas formas necesito hablar con Vanessa — agachó la cabeza y yo la mire.

— ¿Segura? — había algo en aquel gesto, algún tipo de vergüenza o tal vez una confesión silenciosa por parte de ella que me obligó a buscar su mirada para que terminara de darme el visto bueno, pero lo único que obtuve fue otro asentimiento de cabeza por parte de ella — Bien, no hay problema — dije para dar finalizada la conversación y mire por la ventana de la cocina para ver a Jonathan parado en la calle — Broma — solté al aire mirando al surfista que estaba afuera — ¿Acaso ayer no entendió? — pregunté incrédula al aire, solté un suspiro y deje la taza en el mesón sobre la mesa con brusquedad ¿Podría ir a lanzarle la taza a la cabeza para que se fuera de una vez? 

— ¿Qué ocurre? — Pregunto Adelina que seguía sentada.

— Jonathan — Le contesté sin dar explicaciones y tome las llaves de la casa para salir, apenas el chico me vio salir de la casa yo me detuve, me crucé de brazos y frunció el ceño.

— Yo quería saber si Adelina está bien — Dijo el surfista y yo respire hondo, cerré los ojos por un momento para deshacerme del repentino odio y ganas de golpearle que aparecían cada vez que me lo mencionaban y no se imaginan cuantas ganas de golpearlo tenía en ese momento, pero metí todo eso en una pequeña caja y respire de forma consciente un par de veces

— Vete — vamos a ser sinceros, el tono de voz fue forzado, porque en un momento así mantener la calma como un ser como él me terminaba de resultar desagradable e imposible — No te quiero aquí, vuelve a Australia y no vuelvas — yo di un par de pasos más para acercarme al surfista y el solo bajo la mirada — Me mentiste y te falto poco para hacerte la víctima así que te puedes retirar — señalé la calle y la verdad es que no iba a entrar a la casa hasta que se fuera — y te juro que si te vuelvo a ver aquí te voy a demandar por acoso — el chico se limitó a asentir con la cabeza mientras miraba el suelo, como si estuviese arrepentido y lo vi irse, me quedé parada hasta que fue y volví a entrar a la casa, hacía un frío endemoniado afuera y yo tuve la maravillosa idea de salir en shorts de la casa.

— ¿Qué le dijiste? — Me pregunto Adelina cuando volví a la cocina a buscar mi café.

— Pensé que lo matarías — Miré a Vanessa un momento frente al comentario ¿Era normal que la hermana de Adelina fuera tan desagradable de vez en cuando?

— Le dije que si volvía a ver por acá lo iba a demandar por acoso — De pronto lo más normal era andar demando gente a diestra y siniestra — me faltó poco para matarlo ahí mismo — añadí y mire a Adelina que estaba expectante a todo lo que decía y hacía.

— Fuerte ah — Dijo Vanessa divertida por la situación, pero yo no le veía lo divertido a esto— Pero lo golpeaste ayer ¿O no? Quiero decir que eso puede afectar en el momento del juicio — yo mire a Vanessa y sonreí.

— No hubieron testigos y la vez pasada fue por defensa personal — camine por la cocina con mi taza entre mis manos intentando regular temperatura — Tendré que llamar a Keira, ni se si tengo el número — Adelina me miró frunciendo el ceño y yo solté un suspiro para mirar la hora, 10 de la mañana — Mierda, me tengo que ir — terminé por dejar la taza sobre la mesa de la cocina.

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