3. Face to face

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When we're face to face oh I
When the music plays oh I
Standing side by side
Put the past behind us
No one can take your place
When we're face to face
Gary Barlow & Elton John

A lo largo de mi vida imaginé miles de encuentros con Barry Brown y en esas imágenes se intercalaban los gestos que iba viendo en fotos, en videoclips o en alguna entrevista. A veces Barry me miraba con su sonrisa Colgate White y otras con la seriedad sensual de un modelo de Versace. A veces mostraba asombro y hasta llegué a imaginarlo fastidiado. Pero siempre me lo imaginé en Londres o, a lo sumo, en alguna ciudad inglesa después de un show.

Al principio visualizaba que llegaba frente a él tras llamar su atención desde primera fila, «quién es la loca esa, traedla al backstage», o que lo perseguía por la ciudad hasta lograr enfrentarlo.

Con el paso del tiempo se me ocurrió que tenía la posibilidad de conocerlo gracias al piano, si me hacía famosa de verdad, y pude acariciar la sensación de estar cantando con él. Pero cuando armamos la banda y vi lo complicado que era llegar a las masas y hacerse visible con diez seguidores en YouTube, dejé de pensar en el tema.

También estaba Frank, esa realidad en la que yo ya no era libre de ir corriendo a los brazos de otro como lo había visto en mis sueños desde siempre. Y nunca jamás en la vida de los jamases se me hubiera ocurrido imaginar que Barry Brown me encontraría a mí. En un show para cien personas en un pequeño café concert. En Buenos Aires.

Me cuesta creer todo lo que estoy viviendo desde que me desperté esta mañana y me asombra tanto la materialidad de Barry Brown cuando llego a la fiesta y lo vuelvo a ver sabiendo que es él, que por un buen rato me olvido hasta de los nervios.

El pelo rubio, y mucho más largo de lo que he visto en mis trece años de fan, está peinado hacia atrás; y a pesar de llevar una barba tan tupida luce como un galanazo del cine en blanco y negro, metido en camisa blanca y chaleco gris.

Joder. Barry Brown existe. Y está ahí, hecho materia frente a mí. Comiendo, porque parece imposible, pero Barry Brown come. Está masticando y con la copa de vino en la mano cuando lo distingo entre la gente. Come y escucha con atención, la cabeza un poco inclinada hacia un costado, a un enano que le habla haciendo gestos con las manos y alzando la voz para ganarle a la música de fondo.

Lo veo ordenar las partes del canapé, llevárselo a la boca, masticar y tragar, tomar vino y seguir atento por unos segundos hasta escuchar algo que le hace echar la cabeza hacia atrás y reír con la boca abierta y los ojos cerrados, como en cámara lenta. Y ese gesto tan relajado y sexi activa la alarma en mí: si llega a reír así hablando conmigo, saltaré sobre él y me lo comeré a besos. Pero cuando un momento después Barry mira hacia donde yo estoy, comienzo a temblar.

Dios. No. No puedo hacerme la indiferente, mirar hacia otro lado como si estuviera en la luna, porque Barry se ha girado noventa grados para pillarme con la guardia baja y los ojos clavados en su figura. Ruego que se me pase el temblor mientras él acorta la distancia con pasos largos y extiende los brazos en son de bienvenida. En las revistas no parece tan alto y grandote y trago saliva. El tipo con el que hablaba no era un enanito. Yo soy una enanita y Barry Brown es el puñetero nieto de Zeus, alto, enorme, divino de divinidad.

Me siento tan tensa que temo quebrar la copa que sostengo, por lo que extiendo el brazo para dejarla sobre la mesa y cuando Barry llega ante mí, solo soy consciente de que la sonrisa hace que me duela la cara. Me encuentro mejilla a mejilla con él y siento presión en la parte baja de la espalda; mi brazo extendido le dio todo el espacio para que apoyara su mano del otro lado de mi cuerpo, obvio, ni que lo hubiera planeado. Una descarga eléctrica sube y baja por mi médula haciéndome temblar, poniéndome la piel de gallina y encendiendo mi cara, todo al mismo tiempo. Joder, que no me esperaba ese beso.

El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora