I've found a reason to show
A side of me you didn't knowA reason for all that I doAnd the reason is you
Hoobastank
El lunes al mediodía la casa vuelve a estar tan llena de gente como el sábado. Ahora en el parque varios hombres arman una enorme carpa y entran y salen transportes con bebidas, sillas, mesas, comida y flores para la fiesta.
Yo miro todo desde mi lugar en el sillón, apenas capaz de mover los ojos. Son las once y media de la mañana y ya Barry me ha hecho trotar hasta la entrada ida y vuelta, unos dos kilómetros, alegando que eso mantendría a raya mi humor cambiante, y luego me ha llevado a lo que yo llamo en mi mente «el granero».
Debería haber imaginado que un músico del siglo XXI no tiene un granero en su casa, pero no lo había hecho y por eso me quedé mirando a Barry con cara de «¿en serio?» cuando abrió la puerta y me encontré dentro de un gimnasio. O lo que yo entiendo que es un gimnasio, porque jamás en mi vida había pisado uno.
—¿Aquí es donde corres? —dije rodeando una cinta con toda la intención de llegar a la bicicleta fija y sentarme en ella. No para ejercitar: para yacer.
—Solo cuando llueve. Prefiero correr al aire libre. Pero ven, no te detengas, o no te levantarás más —dijo y me llevó, pasando unos aparatos para pesas, hacia un sector con colchoneta y cosas para golpear, a lo boxeador. Pegué saltitos para llegar a la pera fija y poder golpearla con mi mano sana y me reí—. Te pondré una más baja, si quieres —rio él y cuando llegué a la bolsa, me abracé a ella y lo hice carcajear—. Así dominarás cualquier amenaza, sin duda.
—All you need is love —canturreé sonriente, balanceándome abrazada a la bolsa de boxeo y casi me caigo cuando vi a James aparecer detrás de Barry.
Podía hacer monerías ante mi novio, no ante nuestro seriote guardaespaldas. Lo miré de arriba abajo sin poder ocultar el asombro de verlo en chándal y deportivas, como nosotros.
—James nos dará clases de defensa personal —dijo Barry rodeándome los hombros con su brazo y yo lo primero que atiné a hacer fue mostrarle mi mano con muñequera.
—¿Así?
—Mejor aún. Debes poder defenderte con una sola mano. No te hará daño.
—No, me imagino que no, pero yo no quiero aprender a golpear nada y menos a alguien —la mirada suplicante de Barry me hizo cerrar la boca—. ¿Para qué?
—Para que no te vuelva a intimidar un extraño que te quiere sacar información en el parque, Natalie. Para eso y para quedarme tranquilo...
—Pero...
—Por favor... ¿Sí?
—All you need is love —gemí, haciendo la V de Lennon.
—Lo sé, pero verás que te sentirás más segura. Y podré replantearme la posibilidad de que salgas sola a la calle. Yo también aprenderé contigo.
—Tú sabes defenderte muy bien solo —dije con obviedad.
—Pero aprenderé a ser técnico. De haber estado ayer, hubiera mandado a Paul Potter al hospital, cielo. Y no sería la primera vez.
—¿Potter? ¿Como Harry Potter? —dije pasmada, mientras Barry me dirigía hacia un extremo de la colchoneta. Yo había entendido Pota y jamás habría asociado.
—Sí. No es ni la mitad de simpático e inocente.
—No, ya vi. ¿Y lo has mandado al hospital? —pregunté cuando la idea se filtró en mi mente. Barry asintió pero no agregó más nada. Se paró a mi lado y me di cuenta de que James nos observaba en actitud «profesor de defensa personal», de brazos cruzados y piernas separadas, esperando quizás que dejáramos de gastar energía en hablar. Me crucé de brazos y miré a ambos.
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El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)
Romansa¿Qué pasará cuando todas esas fotos en la pared se vuelvan realidad? A sus veintidós años, Natalie Andrews está en plena crisis existencial. Estudió música para tocar y cantar las canciones de Barry Brown. Sueña con conocerlo, pero sus miedos e inse...