I'm gonna get dressed for success
Shaping me up for the big time, baby
Get dressed for success
Shaping it up for your loveFor your love
Yeah, yeah, yeah
Roxette
Me paso una hora probándome ropa que Alex trae al vestidor y aprueba, o no, moviendo la cabeza arriba y abajo o frunciendo la nariz. En general me he resistido a hacer esto porque no me entusiasma este aspecto del mundo femenino y es una de mis formas de diferenciarme de mamá, que ama tirarse una tarde probándose ropa y la he padecido demasiados años. Así que en mi vida me he autolimitado a solo dos formas de conseguir mi ropa: regalos y algo que veo en vidriera, entro, pago y, en lo posible, no me pruebo hasta llegar a casa. Aparte, los préstamos.
Quizás por eso me siento tan insegura cada vez que Barry menciona algo sobre mi manera de vestir. Es que yo no tengo una manera de vestir. O sí. Una no manera. Uso la chaqueta de mi amiga, los accesorios de invierno de mi tía abuela y, encima, las medias que llevo puestas hoy han sido una compra de mamá pero le han quedado pequeñas. La minifalda era de Car. Y el pullover. La camiseta es mía, pero comprada por mamá en alguna oferta de dos por uno. Lo único que me he probado de todo lo que llevo puesto hoy es el abrigo, elegido y comprado por papá, y la bufanda pija, préstamo de Barry Brown.
Así que esta hora la he sufrido, a las puteadas, enojada con Barry por dejarme ahí haciendo algo que no estoy muy segura de querer hacer, acompañada por alguien a quien acabo de conocer y deseando estar solamente en donde él está, respirando el mismo aire. Joder. Podría decir que los mareos son por ponerme y quitarme la ropa, los temblequeos por pasarme una hora casi desnuda y el sudor frío por verme al espejo con cada cosa que me quiero infartar. Pero no: tengo abstinencia de Barry Brown con temblequeos, sudor frío y mareos durante toda esa puñetera hora.
Y cuando Alex reaparece con una falda de tubo y unos tacones de medio metro, suelto una carcajada lunática y me dejo caer en el sillón que hay en el vestidor. Me quiere convertir en la puta Megan y tengo ganas de preguntarle: «¿Me quieres convertir en la puta Megan, Alex?». Pero no me animo a decirle nada y me limito a negar con la cabeza.
—¿Qué pasa? —sonríe. Quiero decirle que yo eso no me lo pongo ni drogada, pero sus ojos brillantes y sonrientes no me permiten descargar las frustraciones con ella.
—No sé caminar con tacones y menos si tengo una faja en las piernas —digo, por no decir la verdad. Aunque igual sea otra verdad. No sé caminar con tacones. Y menos con una faja en las piernas.
—Tú pruébatelo y luego practicaremos cómo caminar —insiste ella, como si fuera lo más fácil, lógico y obvio del mundo que yo me pondré a caminar con un libro en la cabeza como las modelos para parecerme un poco a la puta novia de Roger Rabbit. ¡Ja! Antes muerta.
Alex me sonríe con calidez y apoya la mano en mi brazo para darme ánimo antes de irse. No sé qué habrá percibido en mi reacción para hacer eso, pero definitivamente logra que por culpa me meta dentro de esa puñetera falda que me hace sentir como un chorizo. Pero cuando me miro al espejo los ojos se me abren como dos ruletas. Joder. ¿Esa soy yo de la cintura para abajo?
Alex pregunta si puede mirar y le respondo que sí. Da palmaditas al entrar y verme, diciendo «¿Ves?, ¿no te dije?» y acomoda un par de zapatos a mis pies. Me tengo que agarrar a su hombro para subirme a ellos y cuando la imagen de Megan agarrándose al marco de la puerta del estudio me abofetea, se me doblan los tobillos y Alex me rodea la cintura con los brazos.
—¡Cuidado! Te llega a pasar algo y Barry se infarta cuatro veces —ríe y me sorprende tanto su comentario que me olvido de los tacones, de Megan y hasta de sostenerme por mí misma. ¿Por qué ha dicho eso? La miro asombrada, y su sonrisa se vuelve seria. Ella me rodea la cintura con sus brazos y yo le rodeo los hombros con los míos y nos miramos en suspenso. Yo porque trato de entender por qué ha dicho que Barry se infartará si me caigo de unos tacones y porque sus ojos celestes y brillantes tienen algo que me absorbe la atención. No sé por qué ella me mira así, pero ninguna se mueve hasta que veo cómo cierra los ojos un momento y automáticamente vuelve a sonreír—. Lo tienes loco por ti, cariño. No me mires como si hubiera dicho algo fuera de la realidad —dice separándose de mí y resopla como turbada, moviendo la cabeza. Noto que se siente incómoda por hablar de más y no poder arreglarlo y trato de sonreír cálida, como ella lo ha hecho conmigo.
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El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)
Romance¿Qué pasará cuando todas esas fotos en la pared se vuelvan realidad? A sus veintidós años, Natalie Andrews está en plena crisis existencial. Estudió música para tocar y cantar las canciones de Barry Brown. Sueña con conocerlo, pero sus miedos e inse...